"Enjundiosos estudios sobre su trayectoria y analisis políticos doctorales descifrando el enigma que van desde un nuevo Gorbachov hasta un añejo Stalin.."
Por Héctor
Carbonell Arena.
Finalizando el siglo 19, el general
Cipriano Castro, montado sobre la “Revolución Restauradora” se apoderó de Venezuela, con la
ayuda de un ganadero semi-analfabeto que no había demostrado hasta la fecha
ningún interés en la política y respondía al nombre de Juan Vicente Gómez.
Pocos años después, Castro enfermó y no hallando remedio en el país para sus males decidió ir a
curarse al extranjero. Nadie mejor que su compadre Juan Vicente para cuidarle
la silla presidencial. Se podía ir a recuperar su salud con tranquilidad.
Castro no pudo regresar nunca a Venezuela, por mas intentos que hizo, y Juan
Vicente Gómez se quedo en la silla 28 años.
En las últimas semanas hemos tenido una hemorragia de cubanólogos, latinólogos y hasta
iberólogos haciendo sus predicciones
sobre el futuro de Cuba con el nuevo presidente. Enjundiosos estudios
sobre su trayectoria y análisis políticos doctorales descifrando el enigma que
van desde un nuevo Gorbachov hasta un añejo Stalin.
El problema del que adolecen estos vaticinios es que no toman en cuenta un
detalle vital: el embrujo de la silla
presidencial. El aroma del poder embriaga y si el poder es total obsesiona.
Miguel Díaz Canel no hará otra cosa que aquello que le permita conservar y aumentar su poder. Le ha costado mucho
esfuerzo, mucha paciencia y muchas humillaciones para que no lo defienda
fieramente, sobre todo ahora que comienza a saborearlo.
Solo tendrá tres rumbos posibles a seguir: continuar los pasos de Fidel y
Raúl, derivar hacia una versión china- vietnamita, o tratar de hacer cambios
radicales en el sistema político. En un periodo aproximado de dos años, su
compartimiento será el mismo en cualquiera de los tres casos: complacer a Raúl y a los principales
detentadores del poder.
Si se decidiera por alguna de las otras dos
opciones, tan pronto como le sea posible empezará a situar personal de su
confianza en lugares claves de las fuerzas armadas, los cuerpos de inteligencia
y la economía, siempre con mucho cuidado para no despertar sospechas hasta que
realmente tenga las riendas del poder.
En definitiva, nadie puede saber con certeza el rumbo que tomará Díaz
Canel, ni siquiera él mismo, porque las realidades cambiantes internas y
externas lo pueden inclinar a cambiar sus intenciones originales.
El ejemplo del principio no es único, la historia está llena de ejemplos
similares. Joaquín Balaguer era un fiel servidor de Rafael Leónidas Trujillo y
se convirtió en el personaje principal de la restauración democrática en
República Dominicana. Juan Manuel Santos, lobo feroz en la lucha contra las
guerrillas durante el gobierno del presidente Uribe se convirtió en dócil
ovejita que las FARC pastorean a su antojo.
En fin cosas ha visto Don Sancho. Mayo 2018
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