"Muchos no toleran la derrota, otros se crecen hasta alcnzar lo sublime en cada una de sus pequeñas muertes..."
Lola Benítez Molina Málaga (España)
Si pensamos en uno de los más grandes escritores que nos ha dado la
literatura universal, ese es, sin duda, Dostoievski (1821-1889). En sus
escritos mezcla la psicología humana con el mundo político y social de su
época, la Rusia del siglo XIX, en el período zarista. De esa mescolanza surgen historias desgarradoras,
como las de su propia vida. Educado por un padre despótico, encontró el cariño
y la protección en su madre, que falleció prematuramente. Cuando contaba
dieciocho años, recibió la noticia de la muerte de su padre, torturado y
asesinado por un grupo de campesinos. Esto le llevaría a perder casi la razón.
Yo sigo pensando que hay hechos acaecidos en nuestras vidas, para los que la
mente no está preparada. Quizá, por ello, Dostoievski supo profundizar en la
personalidad del ser humano de una manera excepcional. “Pobres gentes”, “Crimen
y castigo”, “Los hermanos Karamazov”, etc. Esta última llevada al cine, y
protagonizada por Yul Brynner de una forma magistral.
El dolor fortalece los
corazones, pero, a su vez, hace comprender muchas de las vicisitudes por las
que atraviesa nuestra existencia. Eso es lo que le ocurrió a Dostoievski. Supo
analizar los distintos comportamientos, ampliamente, influidos por las
circunstancias imperantes del momento. Muchos no toleran la derrota, otros se
crecen hasta alcanzar lo sublime en cada una de sus pequeñas muertes.
En 1849 fue condenado a
muerte por su participación con determinados grupos liberales y
revolucionarios. El destino permitió que fuese indultado, pero no lo privó de
estar en un presidio de Siberia cuatro años. Posteriormente, relató, en su libro
“Recuerdos de la casa de los muertos”, estas vivencias.
Esa oscuridad, que palpita en el ambiente, trae recuerdos de destellos
fugaces y, otros, indelebles. Durante la noche, las musas y los fantasmas del
pasado pugnan en fiera agonía. Los sueños se levantan y, con vehemencia,
quieren instaurar episodios a su antojo. Los nubarrones y el sol
resplandeciente pugnan en el alma del creador que, conocedor de lo versátil de
la inspiración, se deja llevar al olimpos de lo desconocido, que intentan
superar a la razón. Es su arte creativo, el que lo conduce unas veces por
anodinos caminos y, otras, lo elevan a la excelencia. Su vida se vuelve
errante, buscadora de los tesoros que guarda la mente. Su sensibilidad lo acoge
y lo envuelve. Una lucha perenne en su interior se apodera hasta ver culminada
su obra. Una vez más lo eterno supera a lo etéreo. La pérdida lo ilumina y lo
conduce a la inspiración divina para no morir.
Cuando uno conoce la vida de los creadores, percibe el dolor que
experimentan ante las injusticias, un dolor que los desborda y que, en muchas
ocasiones, los hace vivir al límite y disfrutar, al mismo tiempo, de la belleza
que se les ofrece. Frase conocida de Dostoievski es: “En esa otra vida hay una
mezcla de algo puramente fantástico, ardientemente ideal, y de algo
terriblemente ordinario”.
Es considerado como el máximo representante de la “novela de ideas”.
Sabe abordar los temas con gran realismo y detalle junto a un tono irónico que
no deja indiferente.
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