"La libertad en la medicina desde Hipócrates se llama consulta privada. Libertad de creación por el médico; libertad de elección por ciudadano..." Por Santiago Cárdenas.
Todos los
ideólogos marxistas coinciden en que para socializar a un país ( y cada uno
tiene sus peculiaridades ) hay que comenzar por la Salud Pública. Los EEUU de
América no podían ser la excepción.
Asistimos, en
silencio, entre perplejos y complacientes, a la extinción paulatina de la
consulta médica privada. La liquidó el socialismo en el, hasta ahora, país
capitalista más exitoso de la historia. Lo curioso es que nadie llora por ella.
Esas bienaventuradas, que tantas vidas salvaron, que tantos servicios prestaron
y que tantas enfermedades previnieron a lo largo de los siglos, se mueren
ahogadas por los impuestos, las regulaciones, los pagos que nunca llegan, los
copagos y las exigencias del Big Brother, ante la indiferencia de la ciudadanía
y la impotencia de la clase médica. Pobrecitas las consultas: muy pocos claman
por ellas.
La libertad en la
medicina desde Hipócrates se llama consulta privada. Libertad de creación por
el médico; libertad de elección por el ciudadano. Además, la creación artística
médica, esa cualidad inefable de nuestra profesión. Eso es el capitalismo en su
esencia virginal.
A bolina, como el
papalote, se fueron con la aparición de los seguros, los intermediarios, los
administradores, las farmacéuticas; los PPO’s; los HMO’s; las corporaciones
etc. que controlan todo lo que hace o tiene que hacer un médico. Esto extensivo
a las recientemente aparecidas “enfermeras consultantes” y figuras similares,
que suplantan legalmente a los médicos certificados en los quehaceres propios
de su profesión. Una creciente masa de asalariados baratos semejantes a los tan
criticados “médicos descalzos” de la China comunista de Mao.
De manera que
médicos licenciados y descalzos se ven compelidos por las corporaciones a
recetar por el libro de recetas o genérico, (nada de Lovaza, plumas de
insulina, Celebrex, Advair, etc. sujetas a controles y “pre – authorizations”)
con el pretexto del ahorro. Éste irá directamente a los bolsillos de los
mercaderes de la salud. Sí; ésos que Ud. ve diariamente sonrientes y
maquillados en los anuncios de la televisión, ofreciéndole, además, pastelitos,
dominó, arreglos de manos y transporte “gratuito”, en vez de un excelente
servicio de salud como requieren las leyes federales y estatales.
También los
galenos necesitan autorizaciones previas para los CT s, MRI s, procedimientos,
operaciones, admisiones etc. que son concedidas, o no, por burócratas anónimos
que revisan las órdenes científicas con lupa, para evitar, supongo, el
despilfarro impúdico de los doctores, siempre con el tufillo de explotadores o
millonarios; esos atributos que tanto molestan a los socialistas en el poder.
Nada nuevo. El real control de las decisiones médico- políticas radica en los
think tanks centroizquierdistas de Boston, Nueva York, los Ángeles y Atlanta.
Siempre infalibles e inapelables.
Al médico privado
–una especie en extinción– asfixiado por su economía en quiebra y la
intromisión de innumerable agentes externos, no le quedan otras opciones que
vender, retirarse, morirse o injertarse en los HMOS socialistas donde otros
tomarán las decisiones vitales para miles de necesitados que otrora fueron
patrimonio sacrosanto del doctor y sus pacientes.
Así estamos.
Consulta privada: QEP
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