"Recordemos: El candidato Trump fue claro y preciso. No engañó a nadie. "Lo que deseo lograr en Cuba es un mejor trato..."
Con la llegada
de Donald a la Casa Blanca, se ha acentuado
el escrutinio de lo que se acostumbra
a llamar la política cubana de los EEUU. Resulta que durante seis
decenios ésta ha sido muy difícil de
definir, al menos para mí.
¿Destruir la involución cubana? ¿Contenerla? ¿Reformarla? ¿Agotarla? Muchas opciones; cero
definiciones. El porqué de este guasabeo
no me queda claro. Se podrían escribir varios volúmenes acerca de cada una de
las posibilidades anteriormente mencionadas. Pero eso; eso se lo dejo a la Academia y a los
cubanólogos.
Lo cierto es que a los dieciocho meses y sumando, de la
administración Trump los hechos y los
contrahechos se van haciendo más evidentes. El clímax y el despelote, –el final de esta anti política–, parecen cercanos ya que se inscribe en el
actual contexto de anemia
ideológica y del desgano crónico en ambas orillas del estrecho. En palabras más sencillas: habrá que definir todo esto en la era Trump. Y pronto.
¿Destrucción o convivencia? Ahí está
el meollo del problema.
¡Oh! Los americanos…. Ellos siempre
ocupados en asuntos “más importantes” que de una islita en su traspatio. La
explicación del fracaso del presidente
por la presencia de un grupo de quedaditos
de Obama en el Departamento de Estado saboteando a Trump ya no
se puede sostener a estas alturas del
2018.
Recordemos: El candidato Trump fue
claro y preciso. No engañó a nadie. “Lo
que deseo lograr en Cuba es un mejor tratado”… (Que el
de Obama). Esas fueron sus palabras textuales pronunciadas en Miami. Supongo
que el exilio cubano, siempre alerta y combativo, votó sabiendo a qué atenerse. No hay nada que reclamar a Trump. Tampoco
teníamos en el 2016 otras opciones
viables.
Pero, la situación cambió. “Aunque
las cosas en el palacio van despacio”, según el refranero guasón, el total replanteo de la situación al fin llegó. Y
llegó en el teatro Manuel Artime.
Entonces, Trump ya no era el candidato. Era el presidente.
Cuando los aplausos se diluyeron y los spotlights volvieron a sus oscuros
cajones me quedó una extraña sensación
de impotencia no escasa de perplejidad. Ni reformismo, ni contención, ni
destrucción, ni agotamiento por involución. Nada en concreto. Nada nuevo bajo
el sol. Cero estrategias en esta nueva “política”. Más de lo mismo, con algún
que otro retoquito cosmético en manos de Marco Rubio, cada día más lejano y desentendido.
El fracaso es ahora evidente. Las metástasis en Nicaragua y
Venezuela van haciéndose irreversibles; el viajeteo
y el remeseo viven su mejor momento; el comercio entre ambos países
se intensifica y el monocambio cultural se hizo patente, el 20 de mayo, en el
corazón mismo de Manhattan. Cua- tro-
cien- tas visas para los comisarios culturales
castrocanelos en el Kennedy
Center y sus alrededores. ¡Le ronca!
Pero dónde el asunto se vuelve patético, sino que patológico, es en la resurrección de la ley Helms Burton
de 1996; selectivamente, sin
aplicar el Título 3. Lo mismo que ha
hecho durante 22 años los precedentes mandatarios, puntualmente cada seis
meses. Claro está, eso de firmar el título sí sería comenzar a jugar con la
pelota dura; pero resulta más cómodo seguir tirándole a la de trapo.
Una potencia, que se ufane de serlo,
no puede tolerar con pendejismos y
secretismos los ataques grillo sónico a
sus diplomáticos en Cuba. La respuesta
de EEUU., –ridícula y papeléasela, –
va en consonancia con el síndrome
de Ana Belén, que corroe de muerte el stablishment de este país. Algo parecido a lo que hizo el ex presidente Obama cuando la
agresión del carguero Norcoreano y/o al hallazgo del misíl Hellfire de
contrabando en las bóvedas secretas de la Habana. Obama y Trump concuerdan en que Cuba no
estará ya en el listado de países
con vínculos terroristas.
Mientras, el turisteo continúa en el
Malecón. Veremos quién pagará los platos rotos cuando explote un nuevo
“incidente” contra alguno de estos cándidos
viajeros. No habrá que esperar mucho. La agresión es consustancial al
comunismo en todo tiempo y lugar.
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