"Que cambie todo; para que todo siga igual. Es el apotegma de de Lampedusa, en su libro (1958), repetido en dos ocasiones en el fitm clásico homónimo de Luichi..."
Por Santiago Cárdenas M.D.
Hay quien opina,
con cierta razón, que no existen dos deshielos. O sea que el de Trump es la
continuación del de Obama pero con retoques cosméticos y socarrónicos. Por
motivos didácticos es mejor separarlos. El de Obama fue el primigenio y tiene
el deshonor de haberlo organizado Él. Su pecado original fue el secretismo, lo
contrario de la transparencia e inclusión que deben presidir los diálogos desde
Platón. Hubo, además, una fuerte dosis de absolución de pecados y el secreto de
confesión aportados con prestancia por el Vaticano, siempre “apolítico.”
Que personajes
como Londoño y Zúñiga, dos extranjeros ajenos a nuestra cubanía, hayan accedido
a decidir mi futuro, el de mis hijos y nietos, como el de tantos, es algo que
debería hacer hervir la sangre de cualquier cubano. Ninguno fue invitado a las
conversaciones. Ni el senador Bob Menéndez demócrata y presidente del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado, al cual le pasaron vareta durante la conjura
y luego lo trataron de encarcelar. Además, en los primeros meses del deshielo
obámico comenzaron los ataques grillos -sónicos. Esa fue la evidencia del
fracaso total.
El de Trump entró
como un deshielo subrepticio. Sus resultados se miden por los hechos; no por
las palabras. Sus fans a ultranza nunca van a reconocer el descalabro. Pero, “smoke and mirrors” según los anglos y
“vaselina” de acuerdo a las expresiones de la picaresca criolla. Algunos lo
detectaron primero como el periodista Aldo Rosado con su sección: El cuartito
esta igualito. Otros, nos dedicamos a llamar la atención acerca de los hechos
con un concepto un poco más elaborado: el gattopardismo.
“Que cambie todo;
para que todo siga igual”. Es el apotegma de Lampedusa, en su libro (1958),
repetido en dos ocasiones en el film clásico homónino de Luichi
Visconti, cinco
años después. Esta frase le ha dado la vuelta al mundo culto cuando narra el
arribo del rissorgimento italiano en la Sicilia del siglo XIX.
Pero el gattopardismo
europeo de Trump tiene un toque guasón en América, el de la jodedera cubana:
Cheo Malanga. Para los jóvenes que no lo conocen: Cheo es el guapo de barrio
con un cuchillo de palo. Artistaje sin consecuencias reales.
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