"El exiliado ha sido forzado a dejar su patria y forzado a cambiar su vida..."
Por: Saturnino
Polón
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el adjetivo “exiliado(a)” como “expatriado, generalmente por motivos políticos” añadiendo además
que puede, en ocasiones, usarse como sustantivo. Y esa misma Autoridad de la
Lengua nos define el sustantivo “misión”
como el “Poder, facultad que se da a
alguien de ir a desempeñar algún cometido” y también como la “Acción de
enviar”. O sea que “misión” es la orden, deber, obligación que alguien recibe,
junto con la facultad necesaria, para realizar un cometido. Bien mirado es pues
orden y deber moral para el que la recibe.
Y en el caso que ahora vemos, ¿Quién es el Sujeto recipiente de esa orden deber? El periodista exiliado. El
Sujeto se nos presenta constreñido, definido por su oficio: es un Periodista.
Lo es por oficio previo; o lo será porque los avatares de ese exilio lo hacen
escoger, realizarse y auto definirse por esa azarosa y hasta peligrosa profesión.
Pero el sujeto “Periodista” queda calificado por un adjetivo que al final
resulta determinante, aplastante, fatídico, en su calidad de destino no
deseado, no escogido, impuesto. “Exiliado”; ese dramático resultado, imprevisto
e ineludible, impuesto por los inescrutables avatares con que el Destino va
tejiendo toda vida.
“Exiliado” es condición integra y esencialmente diferente a “Emigrante”. El
emigrante abandona la patria chica por voluntad propia. No importa cuál pueda
ser la motivación, carencias económicas o deseo de aculturarse a una nueva
sociedad vista como mejor. La razón no importa. Lo que importa es que se trata
de una decisión propia. El emigrante se auto realiza con ese acto y es feliz. Y
si no lo logra siempre le queda el recurso de regresar. El emigrante esta en
paz consigo mismo y la patria abandonada es una memoria confortable. El
exiliado ha sido forzado a dejar su patria y forzado a cambiar su vida. Puede
incluso que, si tiene suerte, en realidad su vida material mejore drásticamente en forma positiva. Pero
el hecho de que se le forzó a cambiar
de vida, siempre permanecerá en su alma y su psiquis como un trauma
determinante.
Este hecho marcara su vida permanentemente. Aquello que lo expulsó de su
país, se vuelve espina clavada, herida
incurable, lastre que con fuerza centrípeta hace que todos sus pensamientos y
sentimientos tengan que ver con ese trauma, herida abierta, corazón sangrante.
Que al par que lastre es motor que impulsa, fuerza inagotable que en forma
centrífuga coloca todos sus pensamientos y fuerzas hacia el odio y destrucción
de Aquello que lo exilió.
¿Odio? O por mejor decir IRA, uno de los cuatro gigantes del alma según nos
enseño el profesor Mira y López. La ira que es odio canalizado como voluntad de
ataque y destrucción. Así para el exiliado el ataque y destrucción de Aquello
que causó su exilio es la máxima expresión de la Justicia. Visión subjetiva sin
duda, hablando racionalmente. Pero no tan subjetiva como pudiera pensarse. Si
Aquello que causo su exilio es fuerza que oprime y perjudica a muchos; entonces
la destrucción de esa tiranía política es una cuestión de Justicia Universal
totalmente racional y objetiva.
Cuando tenemos esto en cuenta, la misión del periodista exiliado nos
resulta evidente. Como todo exiliado, y con independencia del éxito material
que pueda o no alcanzar en el nuevo
terruño a donde termina su expulsión, su Ira insaciable va siempre dirigida a
Aquello que lo expulsó. Aquello que le cambió forzadamente su vida. Porque la
Patria, toda patria, no es un terruño geográfico, un sector coloreado en un
mapa mundo. La Patria es parte de la vida misma. “Yo soy Yo y mis
Circunstancias” como dijo el Maestro Ortega y Gassett. Patria es algo mas que
el suelo que pisamos, algo mas, incluso, que ese cascaron virtual jurídico
cultural llamado “nuestra nación”. Patria es circunstancia vital. Es la armazón
socio cultural que informa nuestra vida, que nos nutre y a la cual re
informamos nutriéndola.
La misión del Periodista Exiliado es siempre, y por encima de toda otra
consideración, combatir la Tiranía que causó su exilio. Como bien señala la
Academia de la Lengua; en el mundo de hoy todo exilio es político. Y, como
corolario inevitable, debemos afirmar que todo exilio solo puede ser producto
de un estado o gobierno tiránico. Así pues, la misión del periodista exiliado,
misión auto impuesta por su Ira justa y necesaria, es la de combatir en todo
momento y sin descanso, con las armas de su profesión, a la Tiranía que oprime
su Patria. Sí, para que su tarea sea exitosa ha de hacerlo objetiva y
racionalmente. Ha de pulir su estilo y su agresividad.
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