"Se trata de ciudades con magia en las que, a la vez que se disfruta, uno parece conectar con el pasado y evocar momentos vividos por nuestras generaciones pasadas..."
Una de las
ciudades más atractivas del norte de España es, sin duda, la quizá menos
conocida de Galicia, Ourense. Esta bella tierra encierra muchos tesoros, donde
ya las tribus nómadas se asentaron junto al río Miño, prueba de ello son los
llamados “castros” prerromanos y las fuentes naturales de agua termal que
fueron el origen de la ciudad.
Pasear por esta
localidad milenaria, que constituye, además, uno de los más bellos parajes, en
los que saborear detalladamente el arte románico, es alimento para el alma. En
el centro encontramos las termas mencionadas, que son oasis de placer para el
viajero incansable, ávido de belleza y serenidad. Tal vez para muchos sean aún
desconocidas, pero su historia se remonta a más de mil años, teniendo su
comienzo en los manantiales de “As Burgas”, y serían precisamente los primeros
pobladores romanos los que iniciaron esta noble tradición en la provincia. Por
su tremenda belleza y cautividad, a Ourense se la conoce como “Ciudad termal” o
“Ciudad de As Burgas” y, en torno a ellas, se reunían sus habitantes no solo
para disfrute de sus aguas, sino como remedio terapéutico o por motivos
religiosos. En el año 2007 sería declarada como “Sitio de Interés Cultural”.
La existencia de
esta belleza natural dio lugar a que se formulasen múltiples leyendas y mitos,
pues el hombre, en su afán de interpretar a lo que por sí solo no le encuentra
explicación, enunció una serie de postulados que intentaran aclarar cómo podía
brotar agua caliente de la propia tierra. Y, como la imaginación no tiene
límites, hablaban de la existencia de un volcán bajo la montaña de
“Montealegre”.
Las termas de
Outariz constituyen la zona termal más grande de la ciudad, con piscinas al
aire libre y rodeadas de jardines. Alcanzan una temperatura de 60ºC, lo que dio
lugar a esos mitos y leyendas.
Se trata de
ciudades con magia en las que, a la vez que se disfruta, uno parece conectar
con el pasado y evocar momentos vividos por nuestras generaciones pasadas.
Como diría el
escritor estadounidense Francis Scott Fitzgerald: “Y así vamos adelante, botes
contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”.
Para Jaroslav
Seifert, poeta checo y Premio Nobel de Literatura en 1984, “recordar es la
única manera de detener el tiempo”. No podemos detenerlo, pero sí podemos gozar
de paz y de armonía espirituales al visitar este paraíso terrenal.
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