"Después de aquel aparatoso circo que se presentó en todos los rincones de la Isla, la dictadura ha convocado a varias muestras en las mismas condiciones..."
Por
Pedro Corzo.
El régimen cubano se institucionalizó
falazmente en 1976 cuando convocó a la población a participar en un referendo
en el que debería aprobar fervorosamente un engendro constitucional elaborado a
imagen y semejanza de un déspota que se consideraba a sí mismo la
encarnación de la Patria y señor de sus feudatarios, no ciudadanos.
Aquello, fue un espectáculo circense en
el que la democracia fue trágicamente mutilada desde el primer día de discusión
pública del proyecto, pero en realidad, las esperanzas de la población
fueron amputadas cuando las autoridades informaron que el 97 por ciento había
aprobado una carta magna que violaba sus derechos sistemáticamente. El cubano,
según el régimen, había decidido por mayoría aplastante
transferir sus prerrogativas de ciudadanos a la familia Castro.
Después de aquel aparatoso circo que se
presentó en todos los rincones de la Isla, la dictadura ha convocado a varias
muestras en las mismas condiciones. En estos sesenta años, nunca ha habido
elecciones, son simples avisos en los que el potencial votante, no
elector, es intimidado por funcionarios y miembros del aparato represor. Se les
presiona de todas las maneras imaginables para impedir que la abstención sea
importante y que el voto responda mayoritariamente a los intereses de la
dictadura, con independencia de que el resultado final siempre puede ser
manipulado por funcionarios del aparato de gobierno, característica fundamental
de todo régimen totalitario.
El sistema electoral cubano está
completamente controlado por el único partido político que existe en el país y
el padrón electoral es uno de los tantos secretos de estado que la nomenclatura
maneja diligentemente. Cierto que las votaciones son una falsa, no obstante,
para el régimen, es muy importante mostrar que la población respalda con amplia
mayoría su gestión.
Estas votaciones para refrendar o
rechazar una nueva propuesta constitucional que limitaría aún más
los derechos ciudadanos tienen lugar en un ambiente sin precedentes
porque el régimen está absolutamente agotado, como dijera Fidel
Castro hace nueve años atrás, septiembre 2010, al expresar “el modelo
cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros,” después negó haberlo dicho
sin que eso tenga importancia, porque el ciudadano de la calle y la
jefatura del poder, constatan esa realidad día a día.
En Cuba cuyas últimas elecciones
plurales, no democráticas, ocurrieron en 1958, no se efectúa una verdadera
campaña electoral con propagandas y debates, no obstante, tal vez como parte
del desgate del régimen, se aprecia que los gobernantes están
promoviendo como nunca antes este referendo constitucional. Las campañas
oficiales a favor del proyecto no tienen precedentes, porque sin relación con
el resultado final, todos sabemos cuál será, la dictadura necesita tener una
aproximación de cómo piensa realmente la población para tomar las disposiciones
necesarias para conservar el control.
Por su parte lo opositores dentro de la
isla están conscientes de esta situación. Ellos en base a la pluralidad y
contradicciones que se generan en un contexto de libertades, derechos y de
opiniones libres promueven estrategias diferentes, unos aprueban participar en
la votación y colocar en la boleta un rotundo NO, otros estiman que la
abstención en los más prudente para la causa democrática, ambos con diferentes
consigna expresan su rechazo al continuismo constitucional, que ignora los
derechos de todos los cubanos.
La dictadura siempre ha recurrido al
garrote para aplastar a los que se le oponen. Las propuestas del No y de la
Abstención retan sus privilegios, razón por la cual el Observatorio
Cubano de Derechos Humanos reportó que en enero se produjeron 179 detenciones contra
activistas que promueven el NO. Numerosos militantes han sido golpeados y cerca
de un centenar se encuentran en huelga de hambre en protestas por la represión
y el espurio referendo.
La situación es compleja. Seis décadas
sin esperanzas y frustraciones. La falta de libertades y derechos es crónica, y
numerosas personas solo vegetan a la espera de oportunidades que cambien la
situación, no obstante, este referendo es una oportunidad única para la
reconvención moral de quienes han acatado por miedo o convicción al
régimen, una
oportunidad de emancipación personal, aunque sea in pectore, cuando en la
soledad de la conciencia el individuo decida abstenerse o
rechazar con un rotundo No a esta ignominia de seis décadas.
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