"Ivanka Trump despedazo la idea alegando que los estadounidenses 'querían trabajar por lo que reciben'..."
Por PAUL KRUGMAN
Los
puntos de vista de Ivanka Trump sobre el Green New Deal (nuevo acuerdo verde)
han sido calificados como de haberse hecho de oídos sordos.
Si son como yo, podría venirles bien dejar de hablar un
rato sobre Donald Trump. Así que, ¿por qué no mejor hablar de Ivanka Trump?
Verán, hace poco, esta mujer dijo algo que habría sido extraordinario en boca
de un republicano, pero que fue verdaderamente impresionante viniendo de la
hija del comandante jefe.
El tema del que se hablaba era la propuesta, que forma
parte del Green New Deal (nuevo acuerdo verde), de que el gobierno ofrezca una
garantía de empleos. Ivanka Trump despedazó la idea, alegando que los
estadounidenses “querían trabajar por lo que reciben”, que querían vivir en un
país “donde existe la posibilidad de subir en la escala social”.
Bueno, esta fue una extraordinaria falta de conciencia de
uno mismo: nada mejor que ser sermoneado sobre la confianza en uno mismo por
una heredera cuya estrategia empresarial involucra sacarle jugo al nombre de su
padre. No obstante, vayamos más allá de lo personal. Sabemos mucho sobre la
movilidad social ascendente en distintos países y los hechos no son lo que los
republicanos quieren oír.
La observación clave, basada en un creciente cuerpo de investigación, es que en lo que respecta a la
movilidad social ascendente, Estados Unidos es verdaderamente excepcional; es
decir, tiene un desempeño excepcionalmente malo. Los estadounidenses cuyos
padres tienen bajos ingresos tienen mayores posibilidades de tener bajos
ingresos y es menos probable que asciendan a la clase media o alta, que las
personas en su misma situación en otras naciones avanzadas. Además, del mismo
modo, los que nacen pudientes son más propensos a mantener su posición social.
Ahora bien, así no es como nos gusta vernos. De hecho,
existe una peculiar desconexión entre la realidad y la
percepción: los estadounidenses son mucho más propensos que los europeos a
imaginar que su sociedad está marcada por una elevada movilidad social, cuando
la realidad es que sucede con mucha menos frecuencia que en esos otros países.
Buena parte de esto parece reflejar una desinformación
sistemática. En algunos lugares, los herederos de la élite se jactan de su
linaje, pero en Estados Unidos hacen creer a los demás que lograron levantarse
solos gracias a sus propios esfuerzos. Por ejemplo, una gran cantidad de estadounidenses aparentemente cree que Donald Trump es un hombre
que obtuvo su fortuna por sí mismo.
En todo caso, la movilidad social excepcionalmente baja
de Estados Unidos es diferente de su desigualdad en ingresos excepcionalmente
elevada, aunque con toda seguridad ambas están relacionadas. En los países
avanzados, hay una fuerte correlación negativa entre la desigualdad y la
movilidad, algunas veces se le denomina la Curva del Gran Gatsby. Tiene sentido. Después de todo, las
enormes disparidades en el ingreso de los padres tienden a traducirse en
disparidades importantes en las oportunidades de los hijos.
La gente sí parece entender este punto. Muchos
estadounidenses no se dan cuenta de lo desigual que es nuestra sociedad en
realidad; cuando se les anteponen hechos sobre la desigualdad de los ingresos,
se vuelven más propensos a creer que venir de una familia rica tiene mucho que
ver con el éxito personal.
Regresando al “potencial de la movilidad ascendente”: ¿en
qué lugar tiene mayores probabilidades de salir adelante la gente de orígenes
humildes o modestos? Escandinavia encabeza la lista, aunque a Canadá también le
va bien. Además, esta es la clave: los países nórdicos no solo tienen poca
desigualdad, además tienen gobiernos mucho más grandes y redes de seguridad
social mucho más extensas que nosotros. En otras palabras, tienen lo que los
republicanos tildan de “socialismo” (que en realidad no lo es, pero no
importa).
Además, la asociación entre “socialismo” y movilidad
social no es accidental. Todo lo contrario, es exactamente lo que uno
esperaría.
Para ver por qué, hay que ponerlo en un contexto
estadounidense y preguntar qué pasaría con la movilidad social si la derecha
del Partido Republicano o los demócratas progresistas pudieran implementar sus
agendas en materia de políticas públicas en su totalidad.
Si los tipos del Tea Party —el movimiento político de
derecha en Estados Unidos centrado en una política conservadora— se salieran
con la suya, veríamos recortes drásticos en Medicaid, los cupones de comida y
otros programas que ayudan a los estadounidense de bajos ingresos; lo cual, en
muchos casos, dejaría a los hijos de familias de bajos ingresos con servicios
médicos y nutrición inadecuados. También veríamos recortes en el financiamiento
a la educación pública, mientras que en el otro extremo de la escala, veríamos
recortes fiscales que elevarían los ingresos de los ricos y la eliminación del
impuesto de sucesiones, que les permitiría transferir todo su dinero a sus
herederos.
En cambio, los demócratas progresistas están haciendo un
llamado para que haya servicios médicos universales, una mayor ayuda a los
pobres y programas que ofrezcan colegiaturas universitarias gratuitas o por lo
menos subsidiadas. Solicitan ayuda para que los padres de ingresos medios y más
bajos tengan acceso y puedan pagar cuidado infantil de calidad, además proponen
financiar esas prestaciones con aumentos de impuestos a los que ganan más y a
las fortunas considerables.
Entonces, ¿cuál de estas agendas tendería a asegurar
nuestro sistema de clases, facilitando que los hijos de los ricos se mantengan
ricos y dificultando que los hijos de los pobres escapen de la pobreza? ¿Qué
nos acercaría más al sueño americano, al crear una sociedad en la cual los
jóvenes con ambiciones que están dispuestos a trabajar arduamente tengan una
buena posibilidad de trascender su entorno?
Miren, Ivanka Trump seguramente está en lo correcto en afirmar
que la mayoría de nosotros quiere un país en el que haya posibilidades de subir
en la escala social. No obstante, las cosas que necesitamos hacer para
asegurarnos de que somos ese tipo de país —las políticas asociadas con niveles
elevados de movilidad ascendente en el mundo— son exactamente las cosas que los
republicanos tachan de socialismo.
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