"Respeto hacia los demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos..."
Málaga (España)
Obviamente,
empiezo hoy a escribir, teniendo como base la igualdad de las personas. Alguien
dijo que “el jefe del rebaño es un animal como los otros”. Por lo tanto, si
deseamos la igualdad, entre todos los seres humanos, esta la hemos de cultivar
desde el respeto y la tolerancia. Tener un gran respeto por uno mismo conlleva
tener un gran respeto hacia los demás. “Si consideramos a los demás como a
nosotros mismos, dice André Maurois, sus acciones más reprochables nos
parecerían dignas de indulgencia”. Reconocemos nuestros recíprocos derechos, es
decir, su derecho a tener su propio punto de vista, su derecho a cambiar de
opinión sin tener que dar explicaciones, su derecho a crear un mundo propio en
el que poder vivir…
Respeto hacia los
demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos. Respetar
las decisiones de los demás o sus sentimientos no significa que estemos de
acuerdo ni que los compartamos, significa que aceptamos que la otra persona
tiene derecho a tener sus propios sentimientos y a tomar sus propias
decisiones, sean o no adecuadas para mí y sean o no iguales que los míos.
Significa que permitimos que los demás pongan nombre a sus sentimientos, aunque
no los entendamos, aunque nosotros los llamemos de otra manera.
“El respeto
significa, refiere Antonio Maura, enterarse cada cual de que tiene frente a sí
a alguien que es un hermano suyo, quien, con el mismo derecho que él, opina lo
contrario, concibe de contraria manera la felicidad pública”.
Respeto hacia los
demás significa respetar sus diferencias, aceptar que somos personas
diferentes, con experiencias, culturas, ideologías y punto de vista distintos.
Significa respetar sus sueños y sus necesidades y no tomar decisiones que les
afecten sin contar con su participación.
Respeto hacia los
demás implica separar su conducta de su identidad. La conducta de una persona
no es su identidad. Somos conscientes de que la conducta es la manera con que
los hombres se comportan en su vida y en sus acciones. Sin embargo, identidad
es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los
caracterizan frente a los demás.
Respeto hacia los
demás es aceptar los límites que nos impone, y no invadir su espacio privado
sin su consentimiento. Es no ser arbitrario con él, sino consecuente. El
respeto hacia los demás incluye el derecho a tener opiniones y valoraciones
diferentes, el respeto hacia la pluralidad. Vive y deja vivir. No tenemos
derecho a juzgar a los demás, entre otras razones, porque no disponemos de toda
la información. No somos policías, ni jueces, ni Dios.
Los niños aprenden
a respetar a otras personas, cuando se les trata con respeto. Y esa es la base
para vivir en un mundo en que la convivencia esté basada en el respeto. Respeto
por la vida, la propia y la ajena. Respeto a todas las personas que viven, como
nosotros, en este mundo. Y por supuesto respeto a la naturaleza, a la flora y a
la fauna y a los demás seres inertes. En definitiva, es nuestra obligación,
como persona, trabajar día a día para lograr un mundo de respeto y tolerancia.
Tengamos siempre presente que “aunque toda sociedad, expresa George Bernard
Shaw, está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia”.
De esta idea se deduce que, si en una sociedad el respeto y la tolerancia están
ausentes, dicha comunidad vivirá estancada, muerta.
NO PONGAMOS
DISTANCIAS
No pongamos
distancias entre los frutos y los besos,
ni entre la tierra
buena y las raíces
deseosas de
elevarse sobre el mundo
para contemplar la
mar.
Ni siquiera entre
el verso triste y el alegre.
Las distancias
siempre nos acercan la noche
que nunca pudo
percibir la sencillez
absoluta de los
almendros en flor. Unamos
nuestro sol
invisible, nuestro corazón siempre
esperanzado y
fecundo, nuestro verso
recién nacido,
nuestra palabra cálida
y virginal… a los
veneros del alba para libar
de ellos luz, y a
los del llanto y las tinieblas
para secarlos
desde sus orígenes.
Dejémosle las
distancias al tiempo.
Él será quien,
sutilmente, las imponga
a su paso tan
inexhaustible como disciplinado.
Carlos Benítez Villodres Málaga (España)
(Del libro SUSTANCIA DE VIDA, Editorial
“Corona del Sur”. Málaga, 1998)
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