"Este patriota de cuerpo entero no imaginaba que alguien abandonaria Cuba solamente para escapar del oprobio totalitario..."
Hugo J.
Byrne
Dedico este trabajo "in memoriam" a mi amigo el Capitán Piloto René García, héroe de la Brigada 2506 y del Congo en 1963-64, donde los guerreros de Cuba Libre batieron a los terroristas de Guevara.
Cuando en septiembre de 1961 arribé por la
vez primera a esta tierra norteamericana, el primer exiliado político que me
encontré era un antiguo compañero de luchas. Este viejo amigo irradiaba
optimismo y confianza en el futuro de Cuba, los que se manifestaban en su
pensamiento: "Nunca te preocupes por lo que haga el prójimo, cumple
siempre tu obligación cubana y olvídate del resto. Yo procuro que no pase un
sólo día sin hacer algo práctico contra el régimen." Y
conconvicción firme, agregaba: "Si todos y cada uno de aquellos que
abandonamos Cuba por oposición a la tiranía hacen otro tanto, los días de
Castro están contados"
Este patriota de cuerpo entero no imaginaba
que alguien abandonara Cuba solamente para escapar del oprobio totalitario. El
exilio presumía para mi amigo una decisión colectiva, no sólo de escapar de un
sistema que sofocaba la esencia fundamental del ser humano, sino al mismo
tiempo un paréntesis vital, una retirada estratégica que garantizara la
supervivencia y por consiguiente la habilidad de luchar por la libertad de la
patria una vez más.
Este cubano, quien pasó a la historia hace
muchos, años era un verdadero exiliado político. ¿Lo es quien
escribe estas líneas? ¿Lo es Vd., amable lector?
Tratemos de definir serenamente, sin ánimo
ofensivo ni divisionista, la frase "exilio político." Y aprendamos si
esa definición de veras se nos aplica, pues es fundamental saber si realmente
somos exiliados, o sólo creemos serlo, sin actuar como tales. Actuar
es en este caso como en todos, el verbo que define. Aceptemos que solamente la
acción nos cambia. El pensamiento nos deja en el mismo lugar en el espacio,
pero la actividad nos mueve. Nos avanza si inteligente y práctica y nos
retrocede si festinada y estúpida, pero siempre nos mueve.
¿No ha conocido el lector una persona de
esas que se pasa la vida soñando proyectos brillantes, los mismos que nunca
lleva a cabo? La vida se le termina cuando aún alimenta esas quimeras, las que
permanecen para siempre quimeras.
La actuación en el caso del exiliado
político siempre entraña sacrificio. Pues, ¿cómo es posible hacer algo
práctico contra la tiranía, sin dedicar el tiempo necesario para esta
actividad? Y ¿cómo es posible que podamos "encontrar el tiempo
necesario" si nuestro día, nuestra semana, nuestro mes, los últimos cinco
años fueron totalmente consumidos por nuestras obligaciones laborales y
familiares? Este es un argumento poco válido.
Seamos honestos en la respuesta a estos
interrogantes; durante todos estos años, ¿nunca tomamos vacaciones, ido al
cine, a la playa, a un museo, nunca nos ocupamos en alguna actividad ajena a
las obligaciones cotidianas? Durante ese tiempo, ¿nunca encontramos unos minutos
para mantener, en beneficio de nuestra conciencia, la honrosa condición de
exiliados?
Existe otro argumento totalmente espurio
que pretende justificar la inacción de quien lo esgrime y que sólo resulta en
insulto a la inteligencia de quien lo escucha: "¡Que me llamen cuando se
unan! ¡El exilio está totalmente dividido y lleno de individuos que engañan a
todo el mundo con promesas incumplidas y que pintan situaciones que no
responden a la realidad!
¿Qué relación existe entre la división del
exilio o las inconsistencias de otros y la pasividad e inactividad de esos
presuntos exiliados? ¿Es este un argumento legítimo? No. Es sólo una pobre
excusa nacida del deseo de auto justificación.
Si realmente deseamos la unificación del
exilio, ¿por qué no trabajamos para alcanzar ese objetivo? ¿Es quizás que nos
hemos cansado? Félix Varela, José A. Saco y Francisco Aguilera nunca se
cansaron. Ciertamente Martí nunca se cansó. Gracias a su perseverancia se logró
la República. Mientras dure la tiranía el exiliado no tiene derecho a cansarse.
Martí, quien como nosotros pasó en el destierro más de la mitad de su vida,
definió ese deber así: "De la patria puede tal vez desertarse,
pero nunca de su desventura."
Recuerdo un individuo quien sostenía que
el ser humano tiene que imitar lo que hacen quienes lo rodean: "Si estoy
en la administración pública y veo que todo el mundo roba, yo robo también. Y
si Vd. se cree por encima de eso y se encuentra en la misma situación, verá que
Vd. también roba." Le respondí que sólo los carneros hacen lo mismo que
ven hacer a sus semejantes y que yo era hombre, no carnero. Le dije que gracias
a Dios y a mis padres, poseía una conciencia moral y que trataba que esa
conciencia presidiera mi vida.
La definición más adecuada al exilio
político la da la firmeza y continuidad de ese exilio. Si Vd. amable lector
abandonó el territorio cubano como protesta al régimen que lo destruye y como
vía para obtener la desaparición de ese régimen, mientras ese último objetivo
no se logre Vd. debe permanecer en el exilio, para poder
llamarse exiliado. Quien abandona esa posición visitando Cuba bajo Castro,
simplemente renuncia a ser exiliado.
Eso no quiere decir que quien lo haga sea
necesariamente malvado. Conozco emigrantes económicos que son muy buenas personas
y mejores amigos. Este cronista no trata de decirle a nadie lo que tiene que
hacer. Dios me libre de semejante pretensión. Ese debate dfícil es
esencialmente entre cada cubano y su conciencia.
Por lo que a mí respecta, tengo problemas
circulatorios para los que estar mucho tiempo sentado no ayuda a los 84. Pero
no puedo escribir en mi PC de otra manera. Viene a la memoria un aforismo del
forjador de nuestra nacionalidad José Martí, quien parece haber previsto muchos
de los tristes derroteros de nuestra historia: "Mientras un pueblo
no tenga conquistados sus derechos, el hijo suyo que pisa en son de fiesta la
casa de quienes se lo conculcan, es enemigo de su pueblo."
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