"El terrorismo de Estado es una realidad tanto en Cuba como en Venezuela..."
La alianza entre los regímenes de Cuba y Venezuela
es integral, ninguno de los dos gobiernos cumplen actividades que sean ajenas
al otro. Situación que certifica el apoyo irrestricto que se prestan y la
semejanza de la opresión que ejercen sobre sus respectivos pueblos.
Caracas y La Habana reprimen de manera sistemática a
sus ciudadanos. Violan sus derechos y los obligan a vivir en precarias
condiciones, resultado del control que ejercen sobre el quehacer
nacional.
El terrorismo de Estado es una realidad tanto en
Cuba como en Venezuela. Los primeros en padecerlos son los ciudadanos de ambos
países, sin embargo, no dejan de ser una amenaza desestabilizadora para sus
vecinos porque las crisis nacionales que crean tienden a exportarse y
desestabilizar a los países que les circundan, como se aprecia en los éxodos
que generan.
Por otra parte, la visión hegemónica que caracteriza
a estos aparatos les conduce a incursionar en los asuntos internos de sus
vecinos para difundir su Proyecto, o crear estructuras de contención a sus
presuntos adversarios.
Los estados que practican el terrorismo contra sus
pueblos deberían ser execrados por la comunidad internacional. Objetos de
sanciones múltiples por los crímenes que cometen. Situación que debería
agravarse cuando sus depredaciones domesticas están vinculadas al terrorismo
mundial como ocurre con Cuba y Venezuela.
Cuba exportó a Venezuela su terrorismo de estado.
Nutre los servicios represivos de ese país de información y otros recursos.
Dirigentes de la oposición venezolana afirman que las decisiones importantes
que conciernen a su país se toman en La Habana, que Venezuela está secuestrada
por el castrismo que controla varias de las
instituciones gubernamentales, entre ellas, las fuerzas armadas, servicios de
salud, la dirección de extranjería y otras dependencias del estado y qué, hasta
entrena, a los sicarios que torturan a los prisioneros políticos,
Ambos regímenes se enorgullecen del apoyo que
prestan a los grupos narcoterroristas colombianos del ELN y la disidencia de
las FARC. Hay elementos suficientes que certifican la asociación de los dos
gobiernos con grupo ampliamente identificados con acciones terroristas y de
narcotráfico.
En consecuencia, es imperioso que el
régimen cubano sea reincorporado a la lista de Estados terroristas que
confecciona Estados Unidos, a la que se debe agregar Venezuela a la mayor
brevedad, son delincuentes internacionales y la comunidad de naciones, no solo
Estados Unidos, debería actuar en consecuencia.
El presidente de Colombia, Ivan
Duque, acusó en Naciones Unidas al régimen venezolano
de ser parte de una cadena del “terrorismo transnacional” puesto al
servicio de grupos armados ilegales, agregando que “Sus estructuras corruptas son
servidoras de los carteles de la droga, sus alfiles son secuaces de la mafia y
alimentan la violencia en Colombia; refugian a asesinos y violadores de niños,
y quienes ignoran estos oprobios son cómplices de la dictadura”.
Duque fue firme en su ataque a la autocracia
venezolana y tuvo el coraje de romper el tabú latinoamericano de no
señalar los crímenes del castrismo, una vergonzosa complicidad de gobiernos
democráticos, políticos y dirigentes sociales que por décadas han
callado ante las depredaciones de los hermanos Castro y sus sucesores contra su
propio pueblo, además de no querer ver y escuchar la subversión que por años la
isla auspicia contra las democracias americanas.
El mandatario colombiano advirtió a Cuba de
denunciarla antes instancias internacionales sino entregaba a dos comandantes de la guerrilla que se
presumen viven en la isla, gestión en la que la dictadura insular ha sido más
que consecuente ya que desde que la revolución tomó el poder la
isla ha sido refugio de terroristas, delincuentes de todo tipo, individuos que
han recurrido a la violencia extrema para enfrentar las autoridades de sus
respectivos países, incluidos gobiernos que fueron elegidos democráticamente en
comicios secretos y plurales.
El castrismo ha dado refugio a criminales de toda
ralea, siempre y cuando tuvieran dinero para pagar su estancia o contrajeran
compromisos que les favorecieran en alguna medida. Acuerdos que ha traicionado,
como demuestra el caso de Robert Vesco.
La inclusión de Cuba y Venezuela en la lista de
estados terroristas está más que justificada por la conducta que ambos
regímenes sostienen públicamente. Es tiempo que la justicia internacional actué
contra los estados delincuentes.
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