"Los turcos tienen por ello razones para detestar el nacionalismo kurdo..."
Los gobiernos
europeos rechazaron en su día juzgar a miles de yihadistas apresados por los
kurdos y los norteamericanos
Es muy fácil endosar al presidente Trump la
responsabilidad de la invasión turca del norte de Siria –dirigida a aplastar a
la milicia kurdo-siria y redibujar el mapa de Oriente Próximo– y hacer caso
omiso de la responsabilidad importante de Europa en esa situación y en sus
posibles consecuencias. Tanto para la población civil kurda del norte de Siria,
como para la suerte del yihadismo de Daesh en la región. Trump respondió hace
días con desdén y sarcasmo cuando la prensa le preguntó por el destino de los
miles de presos de Daesh en manos de la hasta ahora alianza entre las tropas
norteamericanas y la milicia kurda. Los gobiernos europeos, dijo, rechazaron en
su día recibir a los miles de yihadistas con pasaporte europeo capturados en el
norte de Siria, para que fueran juzgados en casa, y ahora la suerte de los
islamistas puede depender de su pericia para escapar y regresar a la
clandestinidad en Europa. Eso si antes no son apresados por las fuerzas turcas,
y pasan a formar parte del chantaje que el presidente turco lanzó ayer a la UE:
abrir las compuertas hacia Europa de sus más de tres millones de refugiados
sirios, con el caballito de Troya de los yihadistas de Estado Islámico ya sin
cadenas.
Los kurdos de
Oriente Próximo –repartidos en cuatro países: Turquía, Siria, Irak e Irán– son
quizá después de los israelíes el pueblo más cercano a Occidente. Su diáspora
es especialmente importante en Alemania, pero en Oriente Próximo mantienen una
identidad cultural y linguística muy sólida. En los años 70 del siglo pasado
prendió en muchos el virus del nacionalismo exacerbado, de la mano del
marxismo, y la milicia kurdo-turca del PKK abrazó sin dudarlo la violencia y el
terrorismo para obtener sus fines: el sueño del Gran Kurdistán. Los turcos
tienen por ello razones para detestar el nacionalismo kurdo, pero han pasado
muchos años, su líder, Ocalan, termina sus días en la cárcel, y la estructura
política del PKK ha abandonado oficialmente el leninismo.
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