"La siguiente colaboración ha llegado por cortesía de D. Carlos Pérez de Tudela:"
Desde la Puerta del Sol Emilio Álvarez Frías
Esto del cambio climático,
además de ser verdad que no nieva en Madrid como cuando yo tenía quince años,
que la distribución del calor y el frío era distinta en cuanto a meses a cómo
resulta ahora la cosa, a que teníamos una primavera deliciosa para chicolear y
un otoño romántico en el que daba gusto pasear por El Retiro, no es para
tomárselo tan a lo bravo como lo hacen los que se consideran obligados a
defendernos del CO2 y poner todos los medios adecuados para la que subsistencia
en el mundo llamado Tierra perdure unos cuantos siglos más. ¿Razón? Porque no
están de acuerdo unos listos en la materia con lo que opinan otros listo de la
misma cosa. Además perduran los tontos que se ponen nerviosos y enseguida
montan un cirio, y no son pocos los jóvenes que se dejan embaucar por esos y
otros tontos y adivinas como Greta. Y entre todos surge un carajal difícil de
controlar. España se gasta entre 50 y 70 millones de euros, que son unos
cuantos, en montar el espectáculo, aunque dice que entrarán 150 millones aunque
no sabemos dónde irán a parar si pensamos en los ERE. ¿Está justificado? Desde
luego hay muchos que aseguran que no y ponen datos encima de la mesa que
suponemos no tendrán en consideración los de la patulea que se reúne al
respecto estos días en nuestra ciudad.
Si echamos mano de los
muchos textos que estos días nos hablan de que el cambio climático es algo que
se viene produciendo desde que existe el mundo, en un sentido o en el otro, sin
que vaya a desaparecer la vida en la Tierra, quedaremos convencidos de sus
lógicas razones. Así, además de los artículos que reproducimos de entre los
muchos que se están prodigando al respecto, Manuel Llamas nos comenta en El
Debate de Hoy: «Lo que no cuentan Greta Thunberg y sus seguidores, sin
embargo, es que ese escenario apocalíptico que dibujan poco o nada tiene que
ver con la realidad, tal y como ha sucedido con otras muchas predicciones
fallidas lanzadas en las últimas décadas, donde se auguraba desde la llegada de
una nueva “Edad de Hielo” hasta el fin de los lagos, los bosques y los
casquetes polares para finales del siglo XX. De hecho, la masa forestal ha
crecido en el último siglo en los países más ricos, mientras que las muertes
asociadas a desastres naturales se han desplomado un 99% a nivel mundial o las emisiones
de CO2 por unidad de PIB producida bajan desde 1990, de modo que la creación de
riqueza con-lleva un menor impacto ambiental, entre otros muchos ejemplos».
Continuando su explicación con que «Aunque lo más relevante es que ni siquiera
el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC,
por sus siglas en inglés) se atreve a predecir tan aciago futuro. Por un lado,
porque descarta por completo cualquier tipo de extinción o caos planetario y,
por otro, porque el daño económico aparejado al calentamiento global es
irrisorio, equivalente a una pérdida de entre el 0,2% y el 2% del PIB a la
altura de 2070. Así pues, el impacto sería similar al de una recesión, solo
que, para entonces, si todo sigue igual, el mundo será mucho más rico que en la
actualidad, con lo que el cambio climático no es, ni de lejos, la principal
amenaza para nuestro bienestar». Asegurando que «lo trágico es que el Green New
Deal que quiere poner en marcha la Comisión Europea para lograr una economía
neutra en materia de emisiones para 2050 costará a la UE la friolera de 500.000
millones de euros al año en inversiones, sin contar, además, el encarecimiento
de la factura eléctrica o del transporte para el conjunto de la población». Y
que «el Acuerdo de París, cuya finalidad última es el abandono de los
combustibles fósiles y su sustitución por energías renovables, lastrará el
crecimiento económico y elevará la tasa mundial de pobreza en cuatro puntos
porcentuales en 2030, condenando a cientos de millones de personas a una vida
de miseria, según un reciente estudio, ya que producir bajo un modelo de cero
emisiones sale muchísimo más caro y, por ello, resulta inalcanzable para los
países pobres y en vías de desarrollo. Tanto es así que otra investigación
elaborada para la ONU concluyó que la humanidad viviría mucho mejor bajo un
escenario de combustibles fósiles que de bajas emisiones de CO2». Y como
esperanza para los deprimidos y garantía para los que tienen confianza en el
futuro, nos asegura que «ni el mundo va a desaparecer por el cambio climático
ni su impacto económico será tan devastador como algunos quieren hacer creer.
Además, puestos a reducir emisiones, cabría preguntar a Greta y sus seguidores
por qué EE.UU., habiendo abandonado el Acuerdo de París, lidera la reducción de
CO2 en comparación con la verde Europa».
En resumen, que la cosa
cambiará en unas ocasiones respecto a otros momentos, que lo que ocurra en unos
tiempos variará de lo que suceda en otros, como viene ocurriendo desde que se
produjo el big bang. Únicamente habrá que pensar cómo nos vamos a abrigar en
unas ocasiones, cómo nos desnudaremos en otras, qué comeremos en cada momento,
de qué forma nos entretendremos, cuáles serán los deportes punteros,… pero el
mundo no desaparecerá. Sí desapareceremos nosotros cuando llegue el momento que
tenemos fijado cada cual. De lo que debemos ocuparnos los que sabemos que el
tránsito de la vida en la tierra a la vida en la eternidad hay que ganárselo.
P.D.: No viene a cuento
con el tema de hoy, pero sentimos cierta curiosidad respecto a por qué los
secretarios generales de la UGT y de CCOO visitan a Junqueras en la cárcel.
¿Tiene eso algo que ver con los temas laborales, que es lo que a ellos ha de
preocuparles fundamentalmente? ¿Realmente se ocupan mucho de los trabajadores o
emplean más el tiempo en los temas políticos de los partidos afines, PSOE y IU?
Por lo que dicen, más están a resolver los problemas de Pedro Sánchez que
preocuparse en buscar solución a los miles de parados existentes en España por la
gestión de los gobiernos del PSOE.
Hoy
estamos probando un «rebotijo de diseño» que nos han recomendado para los
momentos duros del cambio climático. No nos han asegurado qué liquido es el más
apto para ser bebido por su mediación, pero pensamos que dará igual uno que
otro. Por el momento no pensamos utilizarlo, pero lo incluimos en la colección
por si acaso algún día resulta útil.
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