"Ellas le aportarán experiencias que enriquecerán su proyecto de vida..."
Según el psicólogo
Jaci Regis, el hombre del siglo XXI es un ser que acumula vivencias y
experiencias, que delinean su estructura mental y su perfil moral. Su
comportamiento representa una variedad de estados emocionales, mostrando el
nivel alcanzado por esa individualidad permanente a través de su personalidad
en transición.
A partir del
conocimiento de su naturaleza espiritual, de conocer que no solo es el
resultado de una herencia biológica y una educación familiar y social, sino que
trae una historia, un cúmulo de experiencias de vida que le han otorgado una
personalidad particular, el hombre podrá ensayar, con mayor responsabilidad,
nuevas formas de convivencia. Ellas le aportarán experiencias que enriquecerán
su proyecto de vida.
El conocimiento de
la vida con sentido, ante tantas presiones y situaciones de dolor en la
existencia de cada ser humano, ayuda a tomar ciertas decisiones, a optar
inteligentemente que tiene un origen basado en el amor y en el crecimiento de
todos los seres.
Poder comprender
esto ayuda a delinear un proyecto de vida que no se atenga solamente a lo
efímero y a lo material, sino a “combatir” diariamente para alcanzar la
verdadera felicidad, la que anida fuertemente en una conciencia serena, sin
opacidades ni eriales. De esa manera, en la conjunción de sentimientos de paz,
que brinda el saber que se está en el camino correcto, se delinea un hombre de
bien.
El hombre actual
es consciente de que aquel que lucha contra sus propias imperfecciones, que
sabe que la vida tiene sus matices que lo ayudan y lo ponen a prueba con su
propia conciencia; aquel que actúa con firmeza con sus propias convicciones de
bien a pesar de las circunstancias y modas sociales; aquel que trabaja
moralmente por la propia superación y la de su entorno… es sencillamente un ser
con conciencia de bien. Se concreta la teoría y la práctica cotidianas,
amalgamadas en acciones, pensamientos y sentimientos positivos, que tienden al
crecimiento y la fortificación racional del individuo.
Mantener esta
actitud y postura de vida es un desafío en medio de una sociedad que propone a
veces otros modelos y valores. A partir de esta base, lo que podamos conseguir
será nuestra responsabilidad y nuestro mérito.
El hombre de bien
se siente responsable de su vida. Intenta comprenderse a sí mismo para comprender
a los demás. Desea salir de sí mismo, dejar de temer que los demás entren en su
espacio, y entiende que no existe paz ni felicidad fuera de la benevolencia, la
solidaridad y el amor entre los hombres.
Tratemos de
cultivar diariamente nuestros pensamientos, sentimientos, brindándonos a los
demás en acciones sencillas, percibiendo la emoción propia y de los otros,
expresando el afecto, obrando con honestidad y respeto por el semejante. A
veces podemos pensar que, en un mundo competitivo, agresivo, solo triunfarán
los fuertes, pero los fuertes son los espíritus educados en el amor. Los
fuertes son aquellos que ante la violencia reaccionan con serenidad, ante el
insulto, con comprensión.
Y la mejor manera
de construir un mundo mejor para nosotros y para nuestros hijos es educando
nuestra personalidad y desarrollándola en el amor y la felicidad, con la
convicción de que cada uno de nosotros es un elemento importante en la
evolución de la humanidad.
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