"Siempre ha tratado de influenciar en las mismas pero en esta ocasión, intentó por todos los medios en convertirse en el gran elector..."
Por Pedro Corzo.
La Organización de Estados
Americanos, OEA, fue el último escenario del constante enfrentamiento
hemisférico entre los que defienden la democracia sin apellidos y quienes
promueven el Socialismo del Siglo XXI.
Para sorpresa de muchos, entre
ellos este columnista, el reelecto secretario general, Luis Almagro, defendió a
ultranza la libertad y los derechos humanos durante su primera gestión. Al
principio de su mandato parecía que seguiría las huellas de su predecesor José
Miguel Insulza, un personaje que durante su comisión, como se dice
coloquialmente, trato de estar en óptimas relaciones con Dios y con el Diablo,
aunque sin dudas su corazón le tiraba a favorecer al último.
Almagro, como apunta mi colega
Iván López, tal vez no cumpla todas las expectativas que alguno tenemos para
esa importante posición, que evidentemente se hará más significativa con el
tiempo, pero ha demostrado, hasta ahora, sin caer en extremos, que no hace
concesiones a quienes trabajan a favor del quebrantamiento de nuestras
prerrogativas ciudadanas.
La OEA, es un centro de debate
político y económico, pero desde que el castrismo mostró sus ambiciones
imperiales en 1959, ha sido el tablado principal de los antagonismos entre la libertad
y las dictaduras ideológicas, situación que se agudizo cuando Hugo Chávez
irrumpió con sus propuestas de Socialismo del Siglo XXI y la diplomacia
petrolera, normas que siempre fueron apoyadas por el corrupto Luis Inacio Lula
da Silva y los verdugos de Fidel y Raúl Castro.
Hay una realidad incontrastable
y es que aunque la dictadura cubana no tiene voz ni voto en la OEA desde 1962,
nunca ha estado ajena a las elecciones de su secretario general. Siempre ha
tratado de influenciar en las mismas pero en esta ocasión intento por todos los
medios en convertirse en el gran elector. Este mandato de la organización
hemisférica es particularmente importante y el castrismo teme que Almagro en su
segunda encomienda intente ser más severo con los regímenes que no respetan los
valores democráticos.
En la OEA hay un grupo de
países que fueron favorecidos por la diplomacia petrolera de Chávez y Nicolás
Maduro, sin excluir las aproximaciones ideológicas que pueda existir. Esos
países se opusieron a las sanciones a la dictadura venezolana y también
calificaron de golpe de estado la salida de Evo Morales del poder, aunque este
renuncio al mandato que ostentaba.
Almagro durante toda su gestión
ha estado enfrentado a los políticos identificados con el castro chavismo, en consecuencia,
estos han recurrido a todos los recursos posibles para neutralizarlo y sacarlo
de su posición, causa que motivó que impulsaran a la señora María Fernanda
Espinosa Garcés, canciller de Ecuador durante el gobierno del
déspota ilustrado Rafael Correa, hoy procesado en su país por corrupción y
abuso de poder, reiteradas debilidades entre los caudillos de las
propuestas castro chavistas.
La ex canciller ecuatoriana,
principal rival de Luis Almagro, para muchos analistas la candidata de la
decadente Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA, de haber triunfado en las
elecciones hubiera revertido las disposiciones tomadas por el secretario
reelecto.
Numerosos informes
periodísticos refieren la simpatía de Fernanda Espinoza por la
dictadura sandinista, quien ha calificado a la vicepresidenta de
Nicaragua, Rosario Murillo, de ejemplo para las mujeres
latinoamericanas, manifestación modesta si la comparamos con su comentario del
servicio diplomático del castrismo que todos conocemos es un nido de ratas que
se espían entre ellos mismo, “el
compromiso y profesionalidad de la diplomacia cubana en la defensa del
multilateralismo y la lucha contra la discriminación”.
Para beneficio de la democracia
y perjuicio de las dictaduras ideológicas Almagro obtuvo la mayoría de los
votos, sino la pagina Cuba Debate, que si practica el terrorismo mediático, no
habría titulado, “Washington logra la reelección
de Luis Almagro en la OEA”, en su perenne intento de acusar a todos los
que no comparte los puntos de vistas del totalitarismo cubano de ser apéndices
de Estados Unidos.
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