"Pero este capitalismo moderno, que no es perfecto, pero se auto perfecciona continuamente, nace por ósmosis de la libertad, especialmente la economica..."
Por Santiago Cárdenas.
El liberalismo económico
contemporáneo o neo liberalismo—de ahora en adelante el capitalismo—es la
resultante de un largo viaje económico que comenzó, a decir de Karl Marx, en el
siglo XII en el seno de la sociedad feudal.
La mas conocida y estudiada de sus
etapas (dividido que está por los académicos, solamente por motivos docentes)
fue la llamada etapa del capitalismo industrial—tan abusivo como exitoso—de
aproximadamente un siglo de duración que coincidió con la revolución industrial
en Inglaterra y Centro Europa.
La explotación del hombre por
el hombre; adolescentes trabajando doce horas en las minas; mujeres muriendo de
parto sin atención; la tisis galopantes en los hacinados tugurios de los
proletarios y un etcétera de injusticia social muy largo, que todos conocemos.
Lágrimas y sangre para rellenar los bolsillos de capitalistas insensibles,
abusadores, obesos y bien cuidados.
Éstos son los argumentos que la
izquierdas y las progresías siguen utilizando en el 2020 para denostar el
capitalismo contemporáneo que muy poco tiene que ver con el del siglo XVIII. “
El capitalismo salvaje” le llaman, que es el ritornello de algunos analfabetos o mal intencionados insistiendo
en una pésima traducción del término “abridged”
(sin bridas, sin riendas) del Papa San Juan Pablo II en su encíclica Centésimo
Aniversario.
Era el aniversario 100 de la
Rerum Novarum de León XIII que conoció de primera mano la Europa de la
industrialización, pero no al socialismo real, el verdadero salvajismo, que
llegó al poder en la Rusia bolchevique en 1917, unos pocos años después de su
muerte. En aquellos tiempos las utopías económicas socialistas, que eran
muchas, mostraban esa aureola de igualdad y el hálito de justicia social que perdura hasta nuestros
días, engatusando—no sé porqué – a miles de ingenuos y entusiastas alrededor
del mundo. Dispuestos que están a construir el “socialismo democrático” desde
las cenizas del capitalismo, al cual no hay que reformarlo; sino que destruirlo
a como dé lugar. “La violencia es la partera de la historia” según los clásicos
marxistas.
Pero este capitalismo moderno,
que no es perfecto, pero se auto perfecciona continuamente, nace por ósmosis de
la libertad, especialmente la económica. Esto es la evidencia que ha mutado
continua y sostenidamente: para el bien.
Es el modelo económico que más
se acerca a las propuestas de la Sociología Católica con su respeto a la
propiedad privada; su rédito social a través de los taxes; su salario familiar;
la existencia de sindicatos; el ahorro comunitario y los beneficios de todo
tipo al obrero en el marco del principio de subordinación (subsidiariedad )
bien aplicado.
Actualmente, se habla poco o no
se habla de la libertad, esa categoría filosófica inmanente, genialmente
estudiada por John Locke, el padre del liberalismo clásico en el siglo XVII.
Las discusiones acerca de ella, que se extendieron a lo largo de tres siglos,
han sido expurgadas del léxico académico, lo que demuestra hasta donde las
izquierdas han subvertido e infiltrado poco a poco a las democracias liberales.
Claro está, eso se ha logrado
porque los comisarios socialistas conocen muy bien, perfectamente, que el
capitalismo necesita de libertad absoluta, como oxígeno, para desarrollarse y
prosperar.
La solución, como sucede
frecuentemente, se encuentra en la inspiración bíblica. Parafraseando las
Escrituras : “Busquen primero el reino de la libertad y su justicia ; que el
capitalismo se os dará por añadidura.”
Mientras llega esa libertad
prístina a la que aspiramos, el capitalismo, –mejorado, reformado,– es la mejor
solución cristiana y secular a nuestros problemas económicos contemporáneos.
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