"Por supuesto a los que menos entiendo son los cubanos contrarios al castrismo que viajan al gigante asiatico..."
Por Pedro Corzo.
No parece tener sentido una discusión sobre los avances de la
República Popular China en el ámbito económico, como absurdo sería
debatir sobre la desigualdad social existente y la férrea autoridad que el
gobierno posee sobre la población, consecuencia natural del control absoluto
que el Partido Comunista ejerce sobre el país, aunque se aprecia que algunos
admiradores de ese sistema, tal y como ocurrió con la extinta Unión Soviética,
se esfuerzan por evadir esa realidad.
No comprendo qué motiva a ciudadanos libres viajar a China para
hacer turismo. Los que conocemos ese sistema sabemos a plenitud que el
individuo por correcto que sea, incluidos los visitantes, “están prestado en la
calle” y que las autoridades, no la justicia, siempre tienen la razón,
sino, que se informen que le ha sucedido a varios cubanos que han
visitado su país y a más de un inversionista extranjero en la Isla.
Por supuesto a los que menos entiendo son los
cubanos contrarios al castrismo que viajan el gigante asiático. Una
férrea dictadura aliada del régimen de La Habana, un mundo paralelo al de la
isla caribeña donde no hay libertad de expresión ni de pensamiento y tampoco
existe el estado de derecho. Tanto en Cuba como en China y Corea del Norte, el
Partido es el árbitro supremo en la resolución de conflictos.
El comunismo chino será otro comunismo como lo
trazara el periodista y escritor Kewes
S. Karol, pero la esencia, la naturaleza de ese régimen corresponde a la del
escorpión, que como conocemos, está dispuesto a morir por tal destruir la vida
de los otros. Pekín auspicia una política imperialista y sus operadores
políticos hacen todo lo posible por forjar alianzas que promuevan una agenda
que no está precisamente asociada a la defensa de los derechos ciudadanos y el
respeto a la condición humana.
El expansionismo chino es multilateral y un
aspecto a destacar es que condiciona el establecimiento de relaciones
diplomáticas con un país a que este no tenga vínculos con la República China,
léase Taiwán, imponiendo así desde el principio su voluntad imperial.
Recientemente el embajador de Pekín en Costa Rica manifestó su descontento
porque el diputado del pueblo Dragos Dolanescu, criticó al gobierno chino.
Por otra parte varios de los vecinos de la China
continental han expresado preocupación por la construcción de parte de Pekín de
islas artificiales que podrían ser usadas militarmente, a la vez que amplía sus
derechos sobre el mar, afectando tanto la pesca, como la navegación comercial.
El PCCH no solo gusta de los mares, también le
apetecen las regiones fronterizas, como la disputa que sostiene con
la India donde recientemente hubo un enfrentamiento militar con un saldo
trágico, no obstante, sus conflictos más puntuales son con la
República China que quiere mantener su identidad y forma de vida y
Hong Kong, donde la mayoría ciudadana está a favor de la autodeterminación.
China con marxismo o sin él, es una nación muy importante tal y
como señaló Napoleón Bonaparte hace más de 200 años cuando
dijo, “China es un gigante dormido.
Déjenla dormir, porque cuando despierte, sacudirá el mundo”, una sacudida que
en mi modesta opinión sería beneficiosa para todos sino fuera que el marxismo
es la doctrina que alienta sus actuaciones, que aun sin la ortodoxia económica,
su objetivo es subvertir los valores y normas sobre los que se
asientan nuestras vidas.
Hace unos días un destacado académico latinoamericano comentó que el Partido
Comunista Chino es el mismo que ordenó los ataque a la Plaza de
Tiananmen y el que agrede a los ciudadanos que en Hong Kong luchan por
conservar sus derechos, agrego, que igualmente es el mismo de la Revolución
Cultura y quien respalda la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela, y el
padrino principal de las dinastías abusivas de Nor-corea, Nicaragua
y Cuba.
El liderazgo chino tiene una visión muy
particular de sus funciones y recurre a diversos medios para imponer
su voluntad, una conducta que se repite en la historia, pero en estas
circunstancias existe el agravante de que está inspirado por el marxismo, y esa
ideología siempre ha querido dominar el mundo, nunca se conformaría con ser la
primera potencia mundial.
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