Por Luis de la Paz.
Uno de los personajes de Pájaro lindo de la madrugá (Algaida Editores, 2020) de la escritora cubana Zoé Valdés, dice: “La literatura es misterio, la historia es lo contrario. Prefiero siempre el tono literario de la historia”.
Esta sentencia es primordial para entender el rigor histórico y a su vez el juego literario que campea en esta novela que se adentra en la vida de Fulgencio Batista, presidente de Cuba, tildado de dictador por unos, y por otros, de ser el político que más aportó al crecimiento de Cuba como nación.
Uno de los personajes de Pájaro lindo de la madrugá (Algaida Editores, 2020) de la escritora cubana Zoé Valdés, dice: “La literatura es misterio, la historia es lo contrario. Prefiero siempre el tono literario de la historia”.
Esta sentencia es primordial para entender el rigor histórico y a su vez el juego literario que campea en esta novela que se adentra en la vida de Fulgencio Batista, presidente de Cuba, tildado de dictador por unos, y por otros, de ser el político que más aportó al crecimiento de Cuba como nación.
La novela comienza con el reencuentro de dos amigos que estuvieron
cerca de Batista. Uno de ellos, Arsenio, regresa a la Isla tras 57 años de
exilio con la encomienda de recabar testimonios para la tesis que prepara en
Miami su nieta Ada. El otro es Elvio, que todavía reside en las montañas
orientales y lleva una vida rural, específicamente en Veguitas, el empobrecido
caserío donde nació Batista. El encuentro permite hacer un recuento histórico,
personal y analítico, desde las vivencias de cada uno de ellos, sobre lo que
representó Batista para Cuba. A esas voces se unen otras personas que ellos van
a visitar, quienes también aportan su visión de lo que representó El Hombre
(así se le llamaba también a Batista) para la historia de Cuba. En medio de las
conversaciones se va filtrando la Cuba actual, con su miseria compartida
producto del régimen castrista. Es imposible leer la novela sin que acudan
constantemente comparaciones con la realidad cubana donde prevalece una tiranía
brutal hace más de seis décadas.
Pájaro lindo de la madrugá (título de una canción de José Curbelo) se adentra en el entorno social, político y económico de Cuba antes de la llegada del castrismo, régimen que se ha empecinado por borrar el pasado, en el cual se apoyó para tomar el poder. Una nación donde había partidos políticos, elecciones libres, periódicos y revistas de distintas tendencias y en general prosperidad en el país, al punto, que La Habana que aun se resiste a caer en pedazos se debe a esa Cuba republicana, que el castrismo rechaza con vehemencia.
Los personajes que transitan por las páginas de la novela, van
exponiendo sus experiencias, permitiendo de esa manera que se haga un recorrido
por las distintas etapas de la vida republicana cubana y
vayan aflorando los protagonistas que han hecho la historia de Cuba, con sus
aciertos y errores. Se dibuja el camino recorrido por Batista para llegar al
poder, primero cuando la rebelión de los sargentos, luego tras el 10 de marzo
de 1952, que se resalta que “no fue un golpe de estado”, sino “un cuartelazo”,
y se establecen los matices que definen cada expresión.
Estas realidades gravitan a todo lo largo de la novela, primero,
como resultado de una narración fluida, abarcadora y rigurosamente documentada;
por otro, por un espíritu literario que alza vuelo, se hace envolvente y atrapa
al lector. Hay momentos sobrecogedores, donde se describe la infancia de
Batista, hijo de un mambí que luchó junto a José Maceo. La infancia del futuro
gobernante cubano transcurrió en una casa con piso de tierra, sin apenas
recursos, pasando hambre y haciendo trabajos en las plantaciones cañeras. Los interlocutores
de estas páginas de Zoé Valdés, explican por qué Batista se preocupó tanto por
hacer escuelas en los campos y llevar el bienestar que permitía la época a los
más necesitados.
Los protagonistas de Pájaro
lindo de la madrugá, y las voces que se les unen a lo largo de la Isla, hacen
un recorrido histórico vivencial por Cuba, evaluando los distintos gobiernos,
las luchas, los desatinos, los excesos, los avances y los errores de una nación
que se iba haciendo poco a poco, a pedacitos y contratiempos, pero siempre
teniendo cada gobierno de turno el ojo avizor y crítico de otros partidos
políticos, de la prensa, de figuras prominentes de la intelectualidad. Una República
dominada por la pluralidad, no por el dogmatismo. Por ello se imponen los
contrastes con el sexagenario presente devastador.
La novela de Zoé Valdés es el retrato de Fulgencio Batista, un
hombre que para los cubanos no tiene prácticamente rostro, sino una definición:
dictador. Y para despejar dudas, la definición de dictador sentencia: “persona que se
arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce
sin limitación jurídica”. Cualquier semejanza con la realidad actual es pura
coincidencia. Por eso este libro es esencial para entender mejor los años de
Batista, hacer un poco de justicia histórica con alguien que dejó una impronta
en la vida de los cubanos.
Pájaro lindo de la madrugá, no es un apasionado alegato a favor de Fulgencio
Batista, sino el retrato hablado de un hombre y su tiempo. Una novela que se
construye a base de testimonios, y no se puede dejar pasar por alto, con un final encantador y simbólico.
Muchas gracias.
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