Vivimos en un mundo desigual y próspero. El
ciudadano promedio de los Estados Unidos es 10 veces más rico que sus homólogos
en América Central, y 40 veces más ricos que los residentes en los países más
pobres de África. ¿Por qué es este el caso?
Cuando estudiaba economía internacional en la
década de 1960, las explicaciones ofrecidas eran lo largo de las líneas de la
geografía, el clima, la fertilidad del suelo, la dotación de recursos, la
cultura, la religión, la ética de trabajo, la ignorancia de los principios
económicos y más. Sin embargo, estas hipótesis no explican de manera
satisfactoria los patrones de la pobreza y la prosperidad en el mundo de hoy. Puntos
de becas modernas en una dirección diferente.
En su trabajo de la señal, "¿Por qué las
Naciones fallan?", Daron Acemoglu y James A. Robinson demuestran de forma
convincente que los problemas económicos de un país son causados fundamentalmente
por la falta de derechos políticos inclusivos. Los países pobres son pobres
porque son gobernados por élites estrechas que organizan la sociedad para su
propio beneficio a expensas de la ciudadanía.
La prosperidad económica surge de las
instituciones políticas y económicas inclusivas. Instituciones extractivas
suelen dar lugar al estancamiento y la pobreza. Por lo tanto, si un país se
hace rico o pobre es en gran medida una función de sus instituciones.
Las instituciones políticas y económicas dan
forma a los incentivos de los individuos, los políticos y las empresas. Y
mientras que las instituciones económicas dan forma a los incentivos
económicos, son las instituciones políticas que determinan que instituciones económicas personas trabajarán
bajo ellas.
Es decir, el proceso político determina qué
instituciones económicas un país tendrán. Los países pobres, –términos llanos–,
son pobres porque los que tienen el poder toman decisiones que crean pobreza.
El nuevo paradigma para el éxito o el fracaso de las naciones se centra en la
inclusión de las instituciones políticas y económicas y sus interacciones.
instituciones económicas inclusivas son
aquellas que permiten y fomentan la participación de todos en las actividades
económicas. Cuentan con derechos seguros de propiedad privada, el estado de
derecho, la entrada de nuevas empresas y la igualdad de condiciones en las
cuales las personas pueden intercambiar y contraerse libremente.
Instituciones económicas inclusivas son necesarias
para la prosperidad económica de una nación, pero son las instituciones
políticas las que determinan las instituciones económicas. En los países
totalitarios como Corea del Norte y Cuba, las instituciones políticas son
extractiva en vez de incluyente. Esta condición de las instituciones
extractivas sostiene, en distintos grados, a la mayoría de los países pobres en
la actualidad.
Instituciones políticas extractivas concentran
el poder en manos de las élites estrechas con pocas limitaciones en el ejercicio
de su poder, y crean instituciones económicas extractivas diseñadas para
enriquecer los poseedores de poder a expensas de la sociedad. Las herramientas
de las instituciones económicas extractivas incluyen supresión o severos
límites a la propiedad privada, las empresas estatales, el exceso de regulación
y los impuestos, y mucho más.
Por otro lado, las instituciones políticas
inclusivas son los que distribuyen la energía en términos generales en la
sociedad y están restringidas por la ciudadanía. Instituciones políticas
inclusivas no toleran diseños económicos extractivos que sólo benefician a unos
pocos.
Prosperidad económica surge de las
instituciones políticas y económicas inclusivas. Instituciones extractivas
suelen dar lugar al estancamiento y la pobreza. Por lo tanto, si un país se
hace rico o pobre es en gran medida una función de sus instituciones.
Acemoglu y Robinson reconocen que, bajo
ciertas condiciones, el crecimiento puede ocurrir en las instituciones
políticas extractivas como en el caso de China. Sin embargo, sostienen que el
crecimiento generado en virtud de las instituciones extractivas en última
instancia es insostenible a menos que la nación se desplaza a instituciones
inclusivas. Por desgracia, las instituciones políticas y económicas extractivas
forman un fuerte lazo de retroalimentación en apoyo de las demás y tienden a
persistir en un círculo vicioso.
Las naciones ricas son ricas hoy, en gran
parte porque han conseguido desarrollar instituciones inclusivas en algún
momento durante los últimos 300 años. Esto contradice las afirmaciones de las
teorías estudiadas en la década de 1960. Y refuta el enfoque de la política
exterior de EE.UU. prevaleciente que considera que el crecimiento económico,
incluso bajo regímenes autoritarios, dará lugar a la democracia o de
instituciones políticas inclusivas.
Nuestra comprensión actual es que el
crecimiento económico sin habilitación política tiende a bloquear en su lugar
las élites políticas represivas. Sin cambios en las instituciones políticas,
hay pocas posibilidades de que el crecimiento económico será incluyente, o que
dará lugar a la inclusión política.
El crecimiento económico sostenido depende de
las instituciones políticas inclusivas para apoyar a las instituciones
económicas inclusivas. Por tanto, la política exterior de EE.UU. debe tener
como objetivo fomentar sistemas políticos abiertos y responder a las
aspiraciones de la sociedad. El camino a la prosperidad no es el apoyo a la
tiranía, pero si a la articulación política de la ciudadanía.
*José
Azel es un académico del Instituto de Estudios Cubanos y
Cubano-Americanos de la Universidad de Miami y el autor del libro Mañana in
Cuba.
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