"En mi imaginación nada ni nadie podían enfrentarse al poderío americano..."
Hugo J. Byrne
Dedicado a mi gran amigo Dr. Aurelio de la Vega, como
extensión al reciente homenaje que merecidamente recibiera de La Academia de la
Historia de Cuba en el Exilio. El Dr. De la Vega es, además de músico
extraordinario y compositor de fama mundial, Profesor Emérito del Northridge
College e historiador reconocido dentro y fuera del ámbito musical. En suma,
una gloria de Cuba.
El llamado día "D" tuvo lugar el seis
de junio de 1944. Nací el ocho de octubre de 1934. Eso indica que al producirse
la invasión de Europa por los Aliados en las playas de Normandía, yo ni
siquiera había cumplido diez años de vida. Sin embargo mis francas simpatías
por los aliados no surgieron de la propaganda que en ese entonces nos inundaba,
sino más bien porque mis padres también simpatizaban con el predicamento de las
naciones ocupadas por los nazis y porque tenía familiares lejanos, a los que
entonces ni siquiera conocía, peleando contra las fuerzas del Eje.
En mi imaginación nada ni nadie podían
enfrentarse al poderío militar americano. No se trataba de una convicción
nacida del raciocinio. Más bien convertía arrogantemente mis deseos en
realidades inmutables. En este trabajo enumero sólo algunos de los muchos
eventos que pudieron cambiar el destino de manera muy adversa a los aliados en
Normandía hace setenta y cinco años.
Las primeras botas aliadas en pisar territorio
ocupado en Normandía pertenecían a las Divisiones aerotransportadas 101 y 82.
Su plan de batalla era ocupar brevemente la ciudad de Saint-Mére Église hasta
que unidades terrestres desembarcadas llegaran a controlar ese terreno.
Desgraciadamente, el viento y la desorientación hicieron que una parte
considerable de ellos descendieran sobre la ciudad, donde fueron masacrados en
el aire o capturados. La parte restante de los paras descendió en el lugar
adecuado entre Sanit-Mére Église y el río Merderet.
La infantería aerotransportada utilizó en esa
operación muchas de las armas todavía en uso en la Guerra de Corea (1950-1953)
y un servidor de los lectores también las utilizó en el entrenamiento
básico del U. S. Army en Ft. Jackson, South Carolina, 1963. Los soldados de
trasporte aéreo no eran solo paracaidistas, muchos de ellos descendieron en
deslizadores ("gliders").
No tengo a manos cuál sistema dio más resultados
en Normandía, pero más tarde durante la operación "Market-Garden", su
sangriento fracaso fue ocasionado en parte porque las instrucciones,
movimientos y mapas, conteniendo el propósito, significado y tácticas, fue
confiscado del cadáver de un "para" en un deslizador derribado por
fuego terrestre. No cabe duda que si todo eso hubiera sido llevado en manos de
un solo oficial descendiendo en paracaídas, tenía más chances de llegar a su
destino. Era cuestión de probabilidades.
Irónicamente, aunque no muy conocido entre el
público en general, los planes de invadir Francia por Normandía eran sabidos
del alto mando alemán en París y entre los principales oficiales encargados de
repeler la invasión. El contraespionaje alemán había descifrado el código
utilizado desde Londres para alertar a la resistencia francesa de que la
invasión era inminente.
Solamente la incapacidad del
"Mariscal" Johann Gustav Keitel,
perro faldero de Hitler, a quien le temía más que al enemigo, hizo posible el
triunfo aliado en Normandía. Keitel era el peor militar con ese rango en el
Ejército Alemán y lo que Hitler apreciaba de él, era precisamente que a
diferencia de Guderian y… hasta cierto punto Rommel (hay mucho de
exageración en este último) asentía sin chistar a cuanto decidiera Hitler, aunque
fuera totalmente absurdo.
Marshall Gerd von Rundstedt estaba teóricamente al mando de la defensa en la
llamada "Muralla del Atlántico", un sistema defensivo en profundidad
desde la frontera con España hasta Los Países Bajos. El viejo prusiano enfrentaba
dos grandes problemas. En primer lugar había desconfianza mutua entre él y el
"Líder". Ese sentimiento nació de las discrepancias sobre la ofensiva
del verano de 1940. Rundstedt deseaba "consolidar" más terreno antes
de continuar avanzando hacia el Canal de la Mancha.
Hitler, más por instinto que por lógica
militar no le hizo caso, pero acertó. Sin embargo "el Cabo Bohemio",
como lo llamaba Rundstedt, decidió usar de nuevo sus servicios como jefe de la
defensa en la "Muralla". El Mariscal prusiano era antes que nada un
soldado obediente a sus superiores. Las motivaciones de Hitler pudieran
reflejar la experiencia reciente de los reveses en el frente ruso. Pero
analizarlas requeriría un siquiatra y no lo soy. El otro dilema del Mariscal
prusiano era que en junio 6 de 1944 "la Muralla" finalizada apenas
abarcaba un tercio de la proyectada longitud.
Para beneficio del desembarco aliado y a pesar
del mal tiempo reinante, los meteorólogos apreciaban un alto en la borrasca
pronosticado alrededor de la primera semana de junio. Eisenhower, esencialmente
un militar "burócrata", sin experiencia de combate y considerado
un beneficiario de influencias políticas, tuvo sin embargo la virtud de
escoger el camino adecuado y utilizar el breve cambio ambiental.
Un mito muy repetido en Hollywood es que la idea
del desembarco en esa zona y en ese momento era desconocido por el Estado Mayor
Alemán y por Hitler. Nada más lejos de la verdad. No solamente ambos habían
sido instruidos por Inteligencia, sino que Rommel, principal promotor de la
"Barrera" había decidido tomarse un día de asueto en Alemania.
Sencillamente estaban convencidos de que todo era una finta aliada y que el
verdadero asalto sería por Calais, el más estrecho brazo del Canal y más
cercano a Alemania.
La disposición del ataque en las playas era
desde la ensenada al este de St. Aubin hasta unas pocas millas al sur de
Quineville. De oeste a este, el Primer Ejército de Estados desembarcó en las
zonas código "Utah" y "Omaha" y el Tercer Ejército
Británico al extremo este en las de código "Gold", "Juno" y
"Sword". Esta zona incluía tropas canadienses.
El desembarco inicial fue un éxito total excepto
en "Omaha" donde el litoral estaba cubierto por bien emplazados nidos
de ametralladoras situados en unos promontorios bien cercanos a la playa. El
problema es que para obtener los objetivos el plan de batalla requería avance
simultáneo. El número de bajas llegó a un nivel imposible de sostener y el Alto
Mando Aliado consideró reembarcar las diezmadas tropas.
Comprendiendo la magnitud del posible desastre,
el General Norman Cota, al frente de "Omaha" decidió utilizar
explosivos especiales y "Bangalore Torpedos", logrando abrir una
brecha suficiente para la infantería cruzar entre los nidos de ametralladoras.
Esto se hizo a sangre y fuego, al costo de heroísmo sin límites. Digamos que en
ese momento el éxito en Normandía era un hecho consumado. En Ft. Jackson (1963)
me dieron una clase sobre los "Bangalore Torpedos". Afortunadamente
ya se me olvidó...
El primero en darse cuenta de ello fue el
prusiano Rundstedt, quien inmediatamente
llamara a "OKW". Le respondió el figurón Johann Gustav Keitel. Éste
después de una breve pausa en el informe del Mariscal, repitió "¿Qué
podemos hacer?" El prusiano contestó fuera de sí: "¡Las
Paces, animal, las Paces con los aliados!". El resto es historia,
como se dice en todos los idiomas.
Dentro de unas horas nuestro
Presidente Trump asistirá a las solemnes ceremonias de la conmemoración del Día
"D" en Normandía. No así el Presidente de Francia, quien tiene otros
compromisos.
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