"Considere las implicaciones para Cuba Y Venezuela de un ejemplo citado por la historiadora Susan Dunn en su excelente libro 'Sister Revolutions'...."
El Partido
Anti-Revolucionario fue un partido político protestante ortodoxo fundado en los
Países Bajos en 1879 por Abraham Kuyper, un ministro y teólogo neo calvinista.
El Partido Antirrevolucionario se opuso firmemente a los ideales de la
revolución francesa, liberté, égalité y fraternité. En lugar de libertad,
igualdad y fraternidad, el Partido Antirrevolucionario favoreció la providencia
divina, la jerarquía y la pilarización (la segregación vertical de la sociedad
en segmentos o "pilares"). A medida que no me gustan las
revoluciones, menciono el Partido Antirrevolucionario en este artículo solo
para que el lector sepa que no es un nombre de mi invención.
En ciencia
política, una revolución se define como un cambio fundamental y abrupto en el
poder político que generalmente ocurre cuando una población se rebela contra el
gobierno debido a la opresión política, social o económica percibida. Pero en
mecánica, la revolución significa prácticamente lo contrario. Se define como
regresar al punto de partida, como girar sobre un eje central que regresa al
punto donde comenzó el movimiento. O, como han descubierto cubanos y
venezolanos, la revolución a menudo significa dar vueltas en círculo sin llegar
a ninguna parte.
Una pregunta clave
para una nueva generación de líderes de la oposición es cómo trazar un curso de
cambio en sus países que no regrese a los puntos de partida de las
revoluciones. Es decir, cómo construir e instalar un gobierno representativo
basado en la soberanía popular y la voluntad de la mayoría. Este es un desafío,
dado que la historia reciente de Cuba y Venezuela no proporciona mucha
sabiduría y dirección para el futuro. Es una historia de una cultura política
estática y sin vida que solo enseña qué sistemas de gobierno no funcionan.
Considere las
implicaciones para Cuba y Venezuela de un ejemplo citado por la historiadora
Susan Dunn en su excelente libro "Sister Revolutions". Al final de la
Revolución Francesa, el término "república" se había convertido en
una idea desacreditada en Francia. “En un plebiscito en 1799, el pueblo de
Francia votó por la constitución que garantizaba la autocracia de Napoleón. La
votación fue de 3.011.007 a 1.562”.
Lo que los
franceses querían entonces era la estabilidad que ofrecía Napoleón. Francia no
conocería al gobierno republicano por otros 72 años. Este voto por un
"hombre fuerte" tuvo lugar después de solo diez años de la Revolución
Francesa. Al momento de escribir este artículo, las revoluciones venezolana y
cubana tienen veinte y sesenta años respectivamente. ¿Quién en Cuba hoy tiene
un recuerdo vivo de lo que implica el gobierno representativo?
En estados
totalitarios y autoritarios como Cuba y Venezuela, la ausencia de una cultura
política vigorosa, competitiva e inclusiva significa que la sociedad carece de
sabiduría política. Cualquier comprensión política que exista será del tipo
equivocado.
Alexis de
Tocqueville, al comentar sobre la Revolución Francesa y la construcción de una
nueva sociedad, señaló que la ausencia de libertades políticas había hecho que
el mundo de los asuntos políticos no solo fuera desconocido, sino invisible
para los franceses. Su receta para un cambio exitoso requería una visión política
audaz y experiencia práctica en instituciones políticas representativas. Pero
la experiencia práctica en el gobierno representativo no estuvo presente en la
Francia del siglo XVIII y hoy no está presente en Cuba ni en Venezuela. Para
Tocqueville, no fue posible para la Francia de su época producir líderes
capaces de establecer una democracia virtuosa. ¿Esto vale para Cuba o
Venezuela?
Thomas Jefferson
tampoco estaba impresionado por la aptitud francesa para una cultura política
seria. En una carta a Abigail Adams, escribió que "todo lo que uno podría
hacer por los franceses es rezar para que el cielo les envíe buenos reyes"
(Dunn). De alguna manera, Cuba y Venezuela, cargados de instituciones que no
corresponden a un futuro libre, y poblados por una clase política que no está
familiarizada con la política representativa, deben encontrar una forma
anti-revolucionaria de transformación. Me niego a aceptar que todo lo que
podemos esperar es que el cielo les envíe buenos dictadores.
Esperemos que el
futuro de Cuba y Venezuela esté determinado, no por la historia, sino por un
pensamiento político sólido. Más adelante en la vida, Jefferson revisó su
intenso pensamiento revolucionario: "Debemos estar contentos de viajar
hacia la perfección, paso a paso". Quizás, pero Cuba y Venezuela tienen
que usar su imaginación para dar forma, en libertad, a un futuro político antirrevolucionario.
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