miércoles, 5 de agosto de 2020

BIOGRAFIA DE LA DIVINA SARAH BERNHARDT

       BIOGRAFIA DE LA ´DIVINA´ ACTRIZ SARAH BERNHARDT
 
     Hoy, estimados fieles lectores de ¨Enfoque 3¨, tendrán que apurarse porque el Tranvía
‘Teatro´, ya está a punto de emprender el paseo mensual y no quiero que nadie quede sin conocer la historia que he seleccionado para entretenerles, mientras disfrutamos también todos del paisaje urbano, como es habitual. Escuchen la campanilla avisando que ya comienza el viaje. Acomódense en sus asientos y presten atención, por favor. ¡Atención!   Su cabello era de color rubio oscuro y sus ojos eran azul cobalto. Le gustaban los animales y llegó a
tener, en distintas épocas de su vida, un león, un tigre, loros, un mono llamado ´Darwin´, un coco-
drilo y varios perros. Tenía muy mala suerte en los juegos de azar, tanta, que algunos jugadores su-
persticiosos no la querían tener cerca en la mesa de juego, cuando iba a los Casinos de Montecarlo o
Niza. Sentía una especial fascinación por los temas fúnebres y macabros, llegando a comprarse un
ataúd que puso en su camerino y solía dormir dentro de él. Toda su vida sufrió miedo escénico y los
estrenos le daban ataques de pánico. Una vez, teniendo que representar la obra “Hamlet” de Shakes-
peare en Escocia, se encontró que el vestuario de su Compañía no había llegado a tiempo, por lo cual
decidió que todos representaran la inmortal tragedia, con faldas escocesas. Y fue la primera actriz en
representar (en diferentes ocasiones) tanto el personaje de ´Hamlet´ como el de ´Ofelia´. Esta, mis
queridos asiduos lectores de ´Enfoque 3´, fue la llamada “La Divina Sarah”. Sarah Bernhardt, que na-
ció el 23 de octubre de 1844 en el No.5 de la Calle Ecole de Medecine, París. Su nombre real era Hen-
riette Rosine Bernard. Su madre era una judía de origen holandés , llamada Julie Bernard, alias Youle.
Se ganaba la vida como prostituta de lujo, junto con su hermana, Rosine. Julie tuvo varias hijas más,
pero todas, de padres distintos y desconocidos. Sarah nunca supo quién era su padre biológico. Pasó
los primeros cuatro años de su vida en Bretania, al cuidado de un ama de cría y por esto la primera len-
gua que conoció fue el bretón, y es por esta razón, que al iniciar su carrera teatral, adoptó la forma
bretona de su apellido: Bernhardt. En esta época sufrió un accidente, que muchos años después le
acarrearía graves problemas de salud. Cayó por una ventana rompiéndose la rodilla derecha. Aun-
que sanó sin problemas, la rodilla le quedó delicada para siempre y en 1914, a causa de una doloro-
sísima inflamación de esa misma rodilla, tuvieron que amputarle la pierna derecha. Tras el accidente,
su madre la llevó consigo a París, donde permaneció dos años. A punto de cumplir 7 años ingresó en
la Institución Fressard, un internado para señoritas, asistiendo luego al Colegio Conventual Grand-
champ, cercano a Versalles, donde participó en su primera obra teatral, escrita por una de las monjas.
También aquí fue bautizada e hizo la primera comunión. Aquel ambiente místico del colegio hizo que
se plantease hacerse monja. Tras abandonar Grandchamp, su madre trató de introducirla en el mundo
galante, para que se ganara la vida como prostituta de lujo. Pero Sarah , influenciada por su educación
conventual, se negó repetidamente a ello. Su madre tenía un Salón en su piso parisién, donde se reu-
nían sus clientes y entre ellos estaba el hermanastro de Napoleón III, el Duque de Momy, quien acon-
sejó que Sarah se inscribiera en el Conservatorio de Música y Declamación. Gracias a los contactos
del Duque, Sarah entró allí sin dificultad en 1859. Dos años después ganó un Segundo Premio en Tra
gedia y una Mención Honorífica en Comedia. Finalizados sus estudios en el Conservatorio, entró en
la Comedia Francesa, debutando el 11 de agosto de 1862, con la obra “Ifighenie” de Jean Racine. Pe-
ro su fuerte carácter le atrajo problemas con sus compañeros, provocando que abandonara la Come-
dia Francesa por primera vez. A las tres semanas fue contratada por el Teatro Gymnase, donde in-terpretó siete personajes secundarios en distintas obras. En abril de 1864, conoció a uno de los grandes amores de su vida, el Príncipe Charles-Joseph Lamoral, Príncipe de Ligne, con el que inició una apasionada relación, hasta que quedó embarazada y el Príncipe la abandonó, dando a luz en diciembre a su único hijo, Maurice Bernhardt. Sin un oficio y habiendo fracasado, momentánea-mente, en el mundo del teatro, siguió los pasos de su madre, convirtiéndose en una cortesana de lujo durante tres años. Más tarde, pudo mantenerse sólo con el trabajo que le reportaba el teatro. Debutó entonces en el Teatro del Odeon, con la obra “Las sabihondas” de Moliere y aquí empezó su verdadera carrera profesional y la fama, interpretando obras de Victor Hugo, que la encumbraron a cotas de éxito inimaginables. Regresó entonces a la Comedia Francesa como una gran estrella y allí afianzó su Repertorio y sus múltiples registros como gran actriz. Su estilo de actuación se basaba en la naturalidad. Detestaba profundamente las viejas normas del teatro francés, donde los actores declamaban histriónicamente y hacían gestos sobreactuados. Rompió con todo lo establecido, profundizando en la psicología de los personajes. Estudiaba cada gesto y cada entonación del texto que debía decir, buscando la perfección natural, sin que se notara ningún tipo de artificio. Destaca en su arte, que representando siempre a grandes heroínas de Tragedias o reinas, siempre huyó de la sobreactuación y la afectación. Son famosas sus escenas de muerte, en las que en vez de, según sus propias palabras, “ofrecer toda una retahíla de patologías”, tales como estertores, toses, gemidos agónicos, etc.,profundizaba en el acto de morir, desde el punto de vista psicológico y sentimental. A partir de su profesión de actriz, se interesó por la pintura y la escultura, llegando a exponer en el Salón de París varias veces, recibiendo varios premios en ambas disciplinas. Actuó en Inglaterra, teniendo un éxito espectacular, haciendo varias giras a partir de 1880 por Estados Unidos, América del Sur, casi toda Europa y Australia. En Estados Unidos su éxito era tal que le habilitaron un tren con 7 vagones de lujo, llamado “Sarah Bernhardt Special” , para el uso exclusivo de la actriz. Viajaba en tren y en barco y llegó a cruzar el Cabo de Hornos , actuando también en Egipto y Turquía. Sarah tuvo una agitada vida sentimental, en la que destacan nombres como Gustave Dore, Victor Hugo, Phillipe Garnier, Gabriele D’Annunzio y Eduardo, príncipe de Gales, entre otros. Se casó una sola vez, con un oficial griego, llamado Jacques Aristidis Damala, hijo de un rico armador y adicto a la morfina, a quien Sarah intentó convertir en actor, impartiéndole clases de actuación y dándole el papel de Armand Duval en la obra “La Dama de las Camelias” , donde ella representaba a Margarita Gautier, pero el hombre fracasó. Fue un matrimonio tempestuoso, donde las separaciones y reconciliaciones fueron contínuas, hasta la separación definitiva, aunque permanecieron casados hasta la muerte de Damala , a los 42 años, por los efectos secundarios de abuso continuado de morfina. Sarah le enterró en Atenas y adornó la tumba con un busto tallado por ella misma. En 1900, probó suerte también con el recién nacido cine, rodando cerca de 10 películas que se conservan en la Cinemateca de París. En 1914 le fue concedido el Premio de la Legion de Honor. En 1915 le fue amputada la pierna derecha, pero una vez recuperada, ya empezada la Primera Guerra Mundial, organizó de inmediato varias giras con su Compañía, tras las trincheras francesas, recorriendo toda Francia para animar a las tropas. Aún con la pierna amputada, Sarah siguió actuando y filmando películas, hasta que el 26 de marzo de 1923, estando ya muy delicada de salud, durante el rodaje de una película que se estaba filmando en su propia casa, se desmayó tras rodar una escena, falleciendo en brazos de su hijo Maurice. Su entierro fue multitudinario, siendo inhumada en el cementerio parisino de Pere-Lachaise. A pesar de ser llamada “La Divina Sarah”, por su carácter excéntrico y caprichoso, Sarah Bernhardt trabajó en innumerables proyectos teatrales, demostrando siempre un carácter perseverante, mucha fuerza, disciplina y una gran profesionalidad y dedicación a su Arte.

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