viernes, 12 de febrero de 2021

LOS VOTANTES HISPANOS Y EL PAPEL DEL GOBIERNO

Por José Azel.

             Encuestas recientes del Pew Research Center revelan que los votantes hispanos elegibles alcanzarán un récord de 27,3 millones en este ciclo electoral; un aumento de más del 19% desde las elecciones de 2012. Como categoría, el electorado hispano constituirá un récord del 11,9% de todos los votantes elegibles de EE. UU., Casi lo mismo que los votantes negros, que constituyen el 12,4% del electorado. Significativamente, la juventud es una característica que define más a los votantes hispanos elegibles que a cualquier otro grupo. Y aunque a menudo se ofrecen temas específicos de grupos de interés, como la política de inmigración de los Estados Unidos, como los principales impulsores del voto hispano, hay un impulsor sociopolítico más fundamental en juego

          La herencia sociopolítica de España y la experiencia poscolonial de América Latina ha engendrado en la población hispana una comprensión del papel del gobierno significativamente diferente de los principios de gobierno limitado adoptados por los padres fundadores de Estados Unidos. Según la Encuesta de Investigación Pew, "Cuando se trata del tamaño del gobierno, los hispanos son más propensos que el público en general a decir que preferirían tener un gobierno más grande que brinde más servicios que un gobierno más pequeño con menos servicios".

          La diferencia no es pequeña; en general, el 75% de los hispanos prefiere un gobierno más grande, en comparación con solo el 41% del público estadounidense en general. Curiosamente, sin embargo, el apoyo hispano al gran gobierno declina a medida que se absorben los valores estadounidenses. Para el 81% de los inmigrantes hispanos de primera generación, es más deseable un gobierno más grande. Para la segunda generación, la preferencia cae al 72%, y para la tercera generación, solo el 58% todavía prefiere un gobierno más grande.

           La preferencia hispana por un gobierno más grande prevalece independientemente de la afiliación a un partido, y los católicos hispanos apoyan particularmente a un gobierno más grande. En general, el 56% de los hispanos de EE. UU. Se identifican con el Partido Demócrata o son independientes que se inclinan por los demócratas, mientras que el 21% se identifica o se inclina por el Partido Republicano. Entre paréntesis, los cubanos son una especie de anomalía política. Los cubanos que están registrados para votar están muy divididos en afiliación partidista: el 47% se identifica con el Partido Republicano, mientras que el 44% se inclina hacia los demócratas.

                Claramente, las filosofías políticas del liberalismo clásico que limitan el papel del gobierno y colocan al individuo en el centro del escenario no están tan arraigadas en la herencia hispana como lo están en el discurso histórico sociopolítico estadounidense. El liberalismo clásico no es algo natural para los hispanos. Hasta cierto punto, la herencia sociopolítica hispana socava la participación pluralista de los hispanos en las instituciones civiles de las sociedades libres.

                 La preferencia hispana por un gobierno más grande e intrusivo es una manifestación de tendencias políticas colectivistas y estatistas que buscan un fin social común uniforme. En contraste, los Padres Fundadores entendieron que una sociedad libre es una sociedad pluralista que defiende los derechos individuales sin un fin común universal. La visión del Padre Fundador conduce necesariamente a que las personas logren resultados desiguales, ya que los individuos difieren en capacidad e interés. Una sociedad que busca implementar políticas colectivistas no puede proteger las libertades individuales, ya que la búsqueda de objetivos socialistas igualitarios requiere la acción coercitiva de un gran gobierno.

               El pensamiento político latinoamericano ha sido históricamente seducido por el canto de sirena de la “justicia social” y tiene problemas para aceptar los resultados desiguales del mercado; es decir, los resultados desiguales de la libertad económica. Descontento con los resultados de la libertad, el pensamiento político latinoamericano invoca el poder del Estado para restringir las libertades. Esta filosofía política ignora el precepto kantiano de que las leyes deben basarse en la protección de los derechos, no en un intento de crear felicidad. Característicamente, la política hispana conduce a alguna forma de colectivismo mesiánico de hombre fuerte u otras grotescas místicas ideológicas.

              Por otro lado, el capitalismo de gobierno pequeño es racionalista, antiheroico y anti-místico. Los mercados libres, con todas sus verrugas, son el sistema económico de las personas libres. En el electorado hispano, si quitamos la mayoría de los argumentos dogmáticos contra el libre mercado, se hace evidente un malestar intelectual con la libertad misma. Este malestar es lo que revela la preferencia por un gobierno más grande. El malestar intelectual hispano con la libertad es alarmante, porque la libertad es la única base duradera para mejorar la condición humana.

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