"La premisa inicial apenas merece examen..."
Miguel Sales | Málaga | 23 de Junio de 2017
La
nueva política estadounidense hacia Cuba, proclamada por el presidente Trump en Miami el viernes pasado, ha suscitado críticas en
numerosos medios de prensa europeos, a todo lo ancho del espectro político.
Incluso algunos editorialistas poco sospechosos de filocastrismo se han sentido
en la obligación de instalarse en la equidistancia moral. Aseguran que Castro
II se ha equivocado al no promover los cambios que la Isla necesita, pero Trump
también se equivoca al cambiar la línea de concesiones unilaterales inaugurada
por Obama en 2014.
Algunos prejuicios obvios apuntalan este razonamiento. Primero,
todo lo que Trump decrete para socavar o eliminar el "legado
histórico" de Obama ha de ser necesariamente erróneo. Luego, la revolución
de 1959 trajo a Cuba progresos indiscutibles que EEUU tiene la obligación de
ayudar a preservar y perfeccionar. Por último, la presión de Washington y de
algunos sectores de la oposición, dentro y fuera de la Isla, es inútil y
dañina, porque durante casi 60 años no ha conseguido que el Gobierno cubano
cambie de rumbo.