
Las elecciones generales llevadas a efecto
en los Estados Unidos el pasado 8 de noviembre, constituyeron un ejemplo del
significativo ejercicio de la democracia en un país, más allá de todas
las incertidumbres, las parcialidades de la mayor parte de los medios de prensa y ciertos intereses
bien poderosos que directa o
indirectamente entraron a jugar en el tablero de este juego que tendría
repercusiones no sólo locales sino incluso internacionales.


Un detalle o referencia que es oportuno citar en este comentario, es el caso de la elección del senador republicano Marco Rubio quien, con una votación arrasadora, derrotó a su contrincante demócrata Patrick Murphy, a pesar de que el mismo presidente de la nación, Barack Obama (cosa que se ve mal en la más alta figura del Ejecutivo nacional) llevó a cabo una intensa campaña personal y directa aconsejando al electorado de la Florida a votar por Patrick Murphy, en contra de Marco Rubio, quien, a pesar de lo anterior, derrotó al apadrinado por Obama. Lo cual significa también una derrota de Obama, en esta “valla chica” que es la Florida,
Estas elecciones fueron en general
correctas, y el pueblo decidió desde las urnas, por el magnate Donald Trump
(como si hubiera sido a cualquier otro candidato) , luego el mismo es el
legítimo presidente inmediato de los Estados Unidos. Pero en los días subsiguientes se han estado
realizando revueltas callejeras en varias ciudades del país que hasta ahora
aparecen como actos bien organizados por intereses o fuerzas provocadoras,
peligrosas, que parecen estar orientadas –o programadas– para subvertir el
orden institucional de este Estado de Derecho que son los Estados Unidos de
Norteamérica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario