domingo, 20 de noviembre de 2016

EL COMPROMISO DE ELEGIR

Por Pedro Corzo.

En la acción de votar se conjugan elementos importantes como el deber, la obligación y el derecho. Hay que hacer conciencia que la opinión de cada uno cuenta y que las decisiones que se asuman, podrían tener importantes consecuencias.
No votar significa dejar  que otros decidan sobre nuestras vidas y la de nuestros hijos. Para bien o mal,  ninguna persona se debe sustraer del ejercicio de sus derechos, máxime si es para seleccionar a quienes van a representarlo en el servicio público.
Sí la abstención es funesta para el fortalecimiento de la democracia, no es menos perjudicial que el elector favorezca a un candidato por amiguismo, simpatías, raza, nacionalidad, o por reflejo de lo que hacen y opinan los otros.
Una anomalía que afecta negativamente el desarrollo de una sociedad democrática, es la baja participación del electorado en los comicios regionales, porque la abstención a quien más favorece,  es al político electo que ha hecho mal su trabajo o al por elegir que ha escogido la cosa pública como vía para su enriquecimiento personal.
 
Hay ciudadanos que opinan que las elecciones claves son aquellas en las que se selecciona al presidente y a los congresistas, una apreciación válida, pero insuficiente, porque el representante electo que más influirá en nuestros intereses primarios será el concejal, comisionado o alcalde de la localidad. 
Un candidato electo no es un actor que solo deja sentimientos de alegría o pesar cuando concluye su gestión. Un aspirante elegido tendrá la potestad de hacer uso de los derechos de sus electores,  en consecuencia,  si no hacen bien el trabajo para el cual fue favorecido,  los perjuicios que se deriven de sus acciones pueden ser catastróficos para el individuo y la sociedad.
Ejercitar el voto sin considerar todos los factores,  es un gesto imprudente que se puede pagar caro y con intereses. Elegir un inepto para un voto público es un grave error, tan a lamentar, como haber seleccionado a un depredador para el cuidado de los hijos.
Votar en un marco en el que se presenten diferentes opciones políticas y hasta ideológicas, en secreto, en un ambiente de completa transparencia y libre de coacción, es el mejor método para elegir a los gobernantes.
 El elector debe prepararse para hacer su elección. Estudiar los candidatos. Sus compromisos  con la comunidad, pero también con los sectores que le promueven. Un candidato dependiente de  intereses que no sean los de su electorado, es muy probable que decida en contra de su elector.
 Cierto que en la política hay muchas personas incompetentes, corruptas y mal intencionadas, individuos que escogen la gestión pública como una vía para enriquecerse y abusar de los privilegios que le confieran la posición que ocupe, pero cuando eso ocurre en una democracia, es de exclusiva responsabilidad de quienes lo eligieron,  porque fue el electorado quien lo llevó al poder.
En la democracia representativa existe una especie de contrato en la que el elector selecciona libremente  a quien le va a representar, por lo tanto quien elige,  debe prepararse para cumplir con su deber, como es de esperar lo hagan los candidatos.
Los pueblos e individuos sometidos a regímenes  de fuerza no tienen la opción de adoptar a sus líderes, en esos casos no corresponde  el refrán, “cada pueblo tiene el gobierno que merece”, pero en la democracia, el elector es el responsable de quienes le gobiernan,  por lo tanto debe prepararse a conciencia, para determinar quiénes van a decidir sobre su futuro.
Por otra parte Konrad Adenauer, quien fuera canciller de la República Federal Alemana, dijo que “la política era demasiado importante para dejársela a los políticos”, así que no queda otra alternativa que participar en la política,  haciendo uso de esa guillotina electoral que llaman voto.
 

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