viernes, 29 de diciembre de 2017

EL PENTAGONO DE LA INFILTRACION COMUNISTA EN EL EXILIO

"Asistimos en estos inicios del siglo a la revitalización del malapartismo..."
Por Santiago Cárdenas MD
Me refiero al exilio, al verdadero, no a la mascarada habitual de frívolos, pícaros, remeseros, viajeros, apolíticos y mulas. Convencidos  que el núcleo duro  no se  puede doblegar, ni desaparecer  (evidencias han  sobrado desde hace seis decenios), la inteligentzia comunista de la isla ha apostado ahora a penetrar "indirectamente" al exilio. No se trata de eliminarlo, sino de adecuarlo, dirigirlo a posiciones más suaves, de las cuales, –ante el mundo, pero fundamentalmente  ante Washington–  se pueda hablar de una coexistencia pacífica, a su favor.
Curzio Malaparte en su Técnica del Golpe de Estado –una herida  mortal a la teoría  bolshevique de la insurrección por aclamo popular– nos alertó que en la modernidad, para tomar el poder, solamente era necesario controlar unos pocos puntos "claves" en cualquier ciudad, país o estado para  conseguir resultados  semejantes a los de la  insurgencia masiva. Eso fue lo que hizo Trostsky en Petrogrado.
 Asistimos en estos inicios del siglo a la revitalización del malapartismo, un remake, paradójicamente diseñado por el mismo marxismo reciclado en su perversidad. Ahora, en la era del post muro, ellos apelan a una versión moderna  de  la subversión, mas técnica y sofisticada, perfeccionada por los órganos de la seguridad  castrista.
En realidad nada novedoso. Los comunistas lo llevan en su propio ADN. En 1917,  el "caballero de la revolución" Félix Dzershinki , chorreando sangre, le propuso a Lenin que  la contrarrevolución sería dirigida  por él mismo– mediante la infiltración de los rusos blancos y la iglesia ortodoxa  por el Departamento de la Seguridad del Estado, la  CHEKA recién fundada, que  él dirigía.
Cruzando el estrecho, los targets de Miami se explican didácticamente en el polígono del Dr. Cárdenas que incluye  los cinco ángulos más importantes a neutralizar: 1- la página de Opiniones  del Nuevo Herald; 2- Radio Martí; 3- el arzobispado de Miami y sus extensiones: la Ermita, Radio Paz y la Voz Católica; 4-El Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos y 5- Las universidades: FIU y UM.
 Los resultados se pueden resumir en el motto: "Los quiero vivos; pero no florecientes" de Felipe Carneado, un camaján del viejo Partido  cuando se refería  a la infausta iglesia cubana. Su vertiente exiliada, asiste ahora, no por casualidad, a  su des cubanización en el mismísimo Miami.
También vemos en los más importantes centros  de influencia –el sueño de oro del G2– nombres ubicuos como  los de Andrés Hernández Allende en el periódico o Wilfredo Cancio Isla en la radio. Peor: la complacencia "inducida" a  muchos exiliados  para aplaudir el gatopardismo del presidente Trump.
 En el Museo Cubano de la Diáspora; su nuevo Instituto  injertado; las "Leyendas" y  en la impenetrabilidad de las redes sociales, siempre  democráticas, están las últimas líneas de defensas en esta guerra  anti totalitaria a la que asistimos desarmados con candidez, inocencia y virginidad política.



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