El Peñón de Gibraltar
JOSÉ MARÍA
CARRASCAL /LATINEWS Madrid (24/09/2016)
En
el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación reina el
convencimiento de que el Brexit, con todos sus inconvenientes, ofrece la
oportunidad de resolver un contencioso que viene envenenando
las relaciones hispano-británicas desde hace siglos. La
oportunidad la brinda un hecho incuestionable: los lazos que unen a Gibraltar
con la Unión Europea son a través del Reino Unido. Si este sale de la UE,
Gibraltar sale también. Es lo que ha causado alarma en el Peñón, donde buscan
desesperadamente fórmulas para evitar esa salida, sin encontrarla, pues la
realidad es tan dura como la misma Roca: la salida del Reino Unido de la UE deja a Gibraltar «colgado de la
brocha».
Este
argumento ha hecho pensar a nuestra diplomacia que llega la hora de resolver un
conflicto centenario entre dos de las más viejas naciones europeas. Hubo
oportunidades anteriores. La más importante, la apertura de la Verja; luego, las declaraciones de Lisboa (1980) y de Bruselas
(1984), en las que el Gobierno británico se comprometía a iniciar
negociaciones sobre el Peñón «dentro de un espíritu de amistad y de acuerdo con
las resoluciones pertinentes de Naciones Unidas». Pero todas se evaporaron ante
la negativa inglesa de dar
ese paso sin el visto bueno de los gibraltareños, que
nunca renunciarán al privilegio de vivir en el mejor de dos mundos: al amparo
del Reino Unido y a costa de España.
Cuando más cerca estuvo el acuerdo fue
en la negociaciones de los ministros Piqué-Straw en los años 2000-2001, bajo el
paraguas de las buenas relaciones personales Aznar-Blair. Fue cuando la
cosoberanía del Peñón surgió como una salida consensuada. Pero tampoco hubo
acuerdo, al retirarse los ingleses a sus trincheras, alegando su obligación con
los gibraltareños. De todas formas, la cosoberanía sigue siendo la opción más viable, de ahí que se insista en ella y la oferta que España piensa
hacer a estos copia y amplía las anteriores: una doble nacionalidad española y
británica y un estatuto de autonomía que les permita mantener prácticamente su
régimen de autogobierno actual, garantizado por una declaración conjunta de los
gobiernos británico y español en Bruselas y Naciones Unidas.
Cosoberanía temporal
Los obstáculos a salvar son la duración
de la cosoberanía, que Madrid quiere limitada mientra Londres
insiste en que sea indefinida, y la insistencia inglesa en
que los gibraltareños aprueben el acuerdo. Algo que muy probablemente
rechazarán.
¿Por qué insiste la diplomacia española
en la fórmula? Porque el Brexit cambia por completo las relaciones Reino
Unido-Unión Europea, incluido el contencioso de Gibraltar. Los británicos
consideraron en su momento un triunfo que, al negociar su entrada es la UE,
consiguieran que estareconociese al Peñón como «un territorio europeo cuyas relaciones exteriores
asume un Estado miembro». Un estatuto distinto al de «colonia» que le da la
ONU. No contentos con ello, lograron que Gibraltar conservara su privilegiado estatuto, no estando sometido a la
«política aduanera, comercial, presupuestaria, e incluso agrícola (¡como si
tuviera agricultura!) comunitaria», ni los que vinieran como el Acuerdo de
Schengen.
El Brexit cambia por completo las relaciones Reino Unido-Unión
Europea, incluido el contencioso de Gibraltar
Cuando
España ingresó en la UE se la obligó aaceptar las condiciones especiales para
Gibraltar, lo que le ha permitido seguir
disfrutando de su estatus a costa de España y de Europa. Pero la avaricia rompe
el saco, y gibraltareños e ingleses han caído en su propia trampa: como queda
dicho, si el Reino Unido se va de la Unión Europea, Gibraltar se va también, a
menos que otro «país miembro» de la Comunidad asuma sus
relaciones exteriores.
Supongo que España estaría dispuesto a ello de alcanzarse el acuerdo sobre la
co-soberanía, pero no creo que los gibraltareños, al menos en la situación
actual, lo acepten, así que deben de atenerse a las consecuencias: Brexit is Gibraexit. Y España queda automáticamente liberada de sus compromisos respecto
a Gibraltar, volviéndose a lo que había: el Tratado de Utrecht y las
resoluciones de la ONU, olvidándonos de Lisboa, Bruselas, Córdoba y demás
trampas en que caímos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores y
Cooperación no se equivoca al decir que es una ocasión única, y puede última, de solucionar el contencioso de manera
justa y razonable. Con casi medio siglo de seguirlo a cuestas,
mi temor es que ocurra lo que tantas veces anteriores: que los ingleses, a los
que en dureza negociadora pocos ganan, consigan de la UE una salida favorable no solo para ellos -quedarse con lo que les
interesa de la Comunidad y deshacerse de lo que les molesta-, sino también para
Gibraltar, logrando que mantenga su estatuto especial en vez de salir con
ellos. Exteriores lo sabe y se
dispone a actuar con igual dureza, llegando, si es preciso, a
bloquear el acuerdo de Brexit del Reino Unido si no se respetan los derechos de
España, como ha hecho en las negociaciones sobre el «cielo único europeo».
Vamos a ver si es así y resistimos las presiones que van a llegarnos por todas
partes.
Exteriores
no se equivoca al decir que es una ocasión única de solucionar el contencioso
de manera justa
Los
gibraltareños son conscientes de ello y han movilizado todos sus
recursos, que son muchos, desde Washington a Bruselas, para mantener sus
privilegios, incluyendo lo que llaman «la importancia estratégica de la base de
Gibraltar», que ni de lejos puede competir con las de Rota y Morón. Al mismo
tiempo, barajan todo tipo de soluciones diplomáticas, desde la posibilidad de
incorporarse totalmente al Reino Unido, lo que no sabemos si este aceptaría, a
firmar el Tratado de Schengen, lo que les privaría de sus ventajas financieras.
Aunque su arma secreta, en la que más confían, es otra. Picardo se ha gastado
un dineral en su entorno, que llega nada menos que a Sevilla. El PSOE, y no
digamos Podemos, apoyan la «política de buena voluntad y vecindad» con la
colonia británica, escudándose en los trabajadores españoles en ella, cuando se
trata de hacerles colonos de una colonia. Movilizan también al Grupo
Transfronterizo, cuyo objetivo es permitir
al Peñón mantener su estatuto dentro de la UE al tiempo que sus lazos con el
Reino Unido. No me atrevo a hacer una predicción. Sólo
desearía que el actual ministro de Exteriores español no se añadiera a la lista
de los que han sido engañados, consciente o inconscientemente, por sus colegas
británicos.
LAS CONDICIONES DE ESPAÑA
Cosoberanía
temporal. La cosoberanía sería limitada. En unos años España la ejercería de
forma plena.
Doble nacionalidad. Los ciudadanos de Gibraltar
obtendrían la nacionalidad española y conservarían la británica.
Estatuto
de autonomía. Un estatuto de autonomía les permitiría mantener prácticamente su
régimen de autogobierno actual, garantizado por una declaración conjunta.
Las condiciones de Reino Unido
Cosoberanía
ilimitada. Londres no está dispuesto a aceptar que un día tengan que perder
la soberanía sobre el Peñón. Por eso insisten en que solo puede haber
cosoberanía si es ilimitada en el tiempo.
Gibraltar votaría. El Reino Unido exigirá que todo
acuerdo pase por los gibraltareños, quienes tendrían que aprobar el nuevo
estatus. Mientras que España quiere una negociación bilateral, entre estados,
Londres obliga a que haya tres sillas en la mesa.
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