La imagen de once gobernadores militares, más
uno, mantendría vivo el mito de los 12 apóstoles, que más bien parecen los doce
del patíbulo; pero hay otros, una logia secreta que actúa como buró político
del comité central del partido militar que gobierna al país, por encima del
PUSV y el chiripero que lo rodea, son la encarnación del Poder Popular.
Lo novedoso no
es que se hayan repartido al país como señores feudales, un estado para cada
uno, porque eso lo hacen los caudillos desde la independencia para recompensar
a sus lugartenientes; sino que ahora por primera vez cuentan con el apoyo del
comunismo internacional.
Visto que no hay división de
poderes, es complicidad reclamar a jueces accidentales el tomar decisiones que
ellos no han tomado sino de las que son meros portavoces; como seguir
presionando a las “reptoras” del CNE, como les dicen ahora, para que hagan
cosas que ellas no pueden hacer y así sucesivamente.
Pongámoslo de otro modo: imaginen
que Tibisay Lucena sale a decir que el Referendo Revocatorio es mañana, con
voto manual y transparente, observadores internacionales y todas las maravillas
que quiera la MUD. ¿No la sacarían de allí con camisa de fuerza, acusada de contrarrevolucionaria,
conspirar contra el gobierno, aliarse con la derecha, el imperialismo y todo lo
que se le ocurra al G2?
Es que no se ha
llegado a las últimas consecuencias del caso de la juez Afiuni, ¿no la sacaron
esposada de su tribunal por tomar una medida perfectamente ajustada a derecho y
acorde con las atribuciones del cargo? Pero lo importante de destacar pasados
casi siete años es: ¿Quién más lo ha hecho? ¿Qué otro funcionario se ha
atrevido a tomar una decisión contrariando las órdenes militares? Al contrario,
los “jueces” obedientes son ascendidos y exaltados a la vista del público,
pero, ¿quién lo ve?
“A mí me llevaron los militares. Y
allí estaba un capitán, un coronel y un teniente coronel, pero el capitán que
estaba conmigo me dijo: mire doctora, yo le voy a decir una cosa: Si la juez le
da la libertad, yo no la voy a soltar. Yo tengo órdenes del ciudadano Ministro
de la Defensa de llevármela. Así que no esté contando con la decisión de la
juez. No se haga ilusiones, si ella decide soltarla yo no la voy a soltar. Yo
me la tengo que llevar.” (Chávez me puso presa. Caracas, UCV, 2012, págs.
153/154.)
Ante una situación tan clara, queda
un asunto por resolver: ¿Por qué razón los voceros de la Alternativa
Democrática (AD) insisten en pelear con muñecos de paja sin señalar a los
dueños del fundo? Si de algo sabe la AD es de quién manda en este país, por eso
extraña que no los identifique ni mencione y aquí no valen las respuestas
fáciles.
Los dos caballos de batalla de las respuestas jurídicas y políticas son:
el interés y la voluntad. A los dirigentes de la AD les interesa mantener una
fachada de instituciones porque con ellas pretenden gobernar en el futuro
inmediato y sería muy cuesta arriba ponerse a reconstruir todo el andamiaje
institucional del país, aunque hoy esté en ruinas.
La segunda es la voluntad: si se
dice y repite que estamos en una democracia, entonces, estamos en una
democracia. Pero la voluntad tiene sus límites, que no sólo por decir que
“Chávez vive, la lucha sigue”, Chávez va a vivir y la lucha va a seguir.
Así, los
comunicadores que usan el adjetivo bolivariano para la República se justifican
diciendo que así está en la Constitución y ellos la cumplen; pero la
Constitución no dice que las FFAA, Guardia Nacional y los demás lo sean, en ese
caso, la olvidan. Es una cuestión de voluntad.
Cabe una última posibilidad, que
crean realmente que la República “es” bolivariana como las demás
instituciones públicas, lo cual implica una ignorancia simultánea de Historia y
de Derecho Público, lo que tampoco es inconcebible, como creer que se va a
salir del militarismo sin derrotar la ideología militarista.
Si la sociedad civil quiere
emanciparse realmente tiene que superar el paternalismo, como está escrito:
“Dejarás a tu padre y a tu madre”. O se libra de la tutela militarista o se
resigna a una perpetua minoría de edad, sucumbiendo al complejo de Peter Pan,
el niño que nunca jamás crecerá.
El verdadero creador del socialismo
no es Marx, Engels o Lenin, como alguna gente cree, sino Walt Disney: fundador
de la tierra donde los sueños se hacen realidad.
No es culpa suya si los sueños se
transforman en monstruosas pesadillas.
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