REFLEXIONES con ocasión de un ensayo del Dr.
Orlando Gómez Gil sobre el pensamiento filosófico de Hans-Georg Gadamer
(1900-2002)
Por Roberto Soto
Santana
DOCTRINA ETICA de UN FILÓSOFO ALEMÁN y su aplicación
al caso de Cuba
El Dr. Gómez Gil viene a
explicarnos en su ensayo –magistral, por profundo– que Gadamer llegó a la
conclusión razonada de que el alumbramiento del sentido de los textos de toda
clase (o “hermenéutica”) –siendo todo texto el reflejo en signos lingüísticos,
sobre cualquier clase de soporte, del conjunto articulado de los silogismos o
razonamientos deductivos que ha acumulado y depurado el ser humano a lo largo
de su Historia en sociedad– es deudor conjunto del pre-juicio o sesgo cognitivo nacido de una percepción distorsionada
e irracional de la realidad, de la tradición
o poso del conocimiento empírico –el basado en la práctica, la experiencia y la
observación–, y de la autoridad (esta
última, en cuanto se reconozca un conocimiento, habilidad y visión superior en aquél a quien se la
otorga, –estando ese reconocimiento, como dice el propio Gadamer, siempre ligado a la idea de que
lo que la autoridad dice no es irracional sino que puede, en principio,
revelarse cierto–).
Como ha comentado el profesor Lucio García Fernández en su ensayo en
torno a la obra “Verdad y Método” de Gadamer, “la hermenéutica es un ejercicio consistente en
una “intuición inmediata” o captación de la inmediatez singular del sentido del
texto. Una especie de reconstrucción psicológica del acto creador del
autor del texto. La misma se contrapone al método comparativo, basado en la
comprensión de una totalidad a través de una serie de conocimientos singulares
y particulares….La comprensión trata de descifrar el sentido que el autor dio y
quiso dar al texto en su momento, pero la interpretación va más allá de la
literalidad del texto, en el modo de que el sentido debe ser elucidado de una
manera nueva, no coincidente con el originario (Gadamer, 1996, 409). Así, dice:
“También aquí es verdad que necesariamente hay que comprender a un poeta mejor
de lo que se comprendió él mismo, pues él no se comprendió en absoluto cuando
tomó forma en él la construcción de su texto” (Gadamer, 1996, 247). Nuestro
autor lo ilustra frecuentemente con el ejemplo del traductor, quien trata de
mantener el sentido originario, pero al expresar de un modo nuevo aquel mundo
mediante la traducción se convierte en interpretación. La hermenéutica es una
conversación infinita, las interpretaciones son aportaciones a dicha
conversación a través de los tiempos (Gadamer, 1994, 20).”
De Gadamer se ha dicho que ha sostenido que el individuo tiene una conciencia
históricamente moldeada, esto es, que la conciencia es un efecto de la historia
y que estamos insertos plenamente en la cultura e historia de nuestro tiempo y
lugar y, por ello, plenamente formados por ellas.
Este individuo histórico por tanto no puede entenderse desde el paradigma del
ser humano que en todo momento, lugar y circunstancias se comporta con absoluta
racionalidad,, ya que sobre su formación pesan la tradición –transmitida a
través de la educación impartida en el hogar y en la escuela– y en no menor
medida la autoridad –ejercida por todas las instituciones del entorno social,
desde el kindergarten hasta la milicia, en el centro de trabajo y en las
organizaciones sociales por las que pasa cada individuo-. Incluso en las
entidades que se definen a sí mismas como “anti-sistema” o anárquicas promulga,
administra y defiende la autoridad un reducido grupo rector que impone sus
normas (el Poder nunca es asambleario, por más que a veces se pretenda
legitimar la voluntad del “Líder” con este disfraz)-.
De este modo el individuo que pertenece a cualquier forma
institucional, está delimitado en su comportamiento por una tradición, la cual
confiere a éste un conjunto de prejuicios con los cuales entiende y se entiende
a sí mismo dentro del proceso histórico que vive, los prejuicios son
componentes a la realidad histórica de todo individuo y le confieren categorías
a priori para comprender,
Lo que nos hace entender que el ser
humano en sociedad nunca es, ni puede ser, libre al ciento por ciento, ni
siquiera al setenta por ciento, ya que debe ajustar su comportamiento a una
serie incesante de limitaciones y constricciones, tanto del pasado como del
presente..
Tal como ha razonado el
profesor Carlos B. Gutiérrez, de la Universidad de Los Andes, analizando a Gadamer, “El bien es algo que uno no puede saber a distancia y para
todos, sino originalmente para sí mismo. "Únicamente a partir de la preocupación
por el propio ser (alma) surge el saber cuyas verdades son fructíferas, y tal
preocupación es filosofía" (Gadamer 1985, p. 239).
“Gadamer diferencia la phrónesis, el buen sentido, de la
técnica o arte. El saber técnico es un saber práctico cuyo fin es la obra, en
tanto que el fin de la phrónesis es la existencia práctica misma. El
saber de la técnica, además, no es un cabal sacar a luz, ya que la obra que él
sabe producir queda abandonada a lo incierto del uso que le dé quien disponga de
ella; en otras palabras, la técnica no conoce lo bueno y provechoso para el
usuario. Además, en tanto que la phrónesis consiste en seguir
buscando, en seguir aconsejándose a uno mismo, en el tener que ver cómo se las
arregle uno, la esencia de la técnica consiste en liberar, hasta donde sea
posible, al que produce una obra de semejante seguir buscando mediante un saber
previo. Y ante todo, el buen sentido, el saber de lo mejor para sí mismo, se
basa en una actitud permanente, muy diferente de las opiniones que podamos
tener de las cosas. Uno no puede olvidar la actitud de preocupación
considerante en torno al propio ser, ya que vive siempre en ese cuidar. Phrónesis es, pues, la más propia
reflexión sobre lo que es y lo que debe llegar a ser conciente como bueno y provechoso
para cada quien.
Lo
que el Dr. Orlando Gómez Gil lleva al lector a comprender es que el método
gadameriano de indagación de la verdad tiene como norte y premisa la posesión y
el ejercicio de una ética rigurosa, en la que el Bien y el Mal no son conceptos
indiferentes o intercambiables –como parece que es de lo que nos quieren
persuadir a contrario sensu a los que no nos creemos que quienes han tenido en
posesión cátedras en las Universidades cubanas por lo menos desde la “Ofensiva
Revolucionaria” de 1968, no hubieron tenido que pasar bajo las horcas caudinas,
inclinando la cerviz y comprometiendo su fidelidad al Régimen y a la ideología
de éste, so pena de ser expulsados vitaliciamente de los recintos
universitarios y de padecer otras penas no de las que hacen brotar la sangre a
borbotones sino de las que destrozan la vida individual y familiar y quiebran
el espíritu de las personas.
Dicho en términos pedestres, y diga quien lo diga, lo que
está bien (éticamente) está bien porque es moral y lo que está mal (éticamente)
está mal porque va en contra de la moralidad que mantiene al ser humano
equilibrado, en paz con su conciencia y con sus semejantes. Esto es algo tan
evidente y de tan fácil comprensión que no hay que aderezarlo para nada ni darle
muchas vueltas.
De que los hechos son más
fuertes que las palabras brinda evidencia la convergencia vergonzante más que
el contraste entre la que parece haber sido una actitud de soterramiento y
mutismo público respecto del régimen nazi por parte de Gadamer –quien durante
los años del nazismo se mantuvo, a costa probablemente de seguir haciendo el
saludo de “Heil Hitler” desde que entraba al recinto universitario hasta que
salía, como profesor de filosofía primero en la Universidad de
Marburgo, hasta 1938, y después en la Universidad de Leipzig, hasta que acabó la II Guerra Mundial y
durante tres años más–, sin considerar la posibilidad de abandonar la gran
prisión de cuerpos y cerebros que fue la Alemania nazi entre 1933 y1945, y la adhesión
notoria a dicho Régimen de su maestro Martin Heidegger, ilustrada en la
alocución dirigida por este último a los Estudiantes Alemanes (obrante en la
página 10 de la obra “Alemanenland Ein Buch von Volkstum und Sendung. Für die
Stadt Freiburg hrsg. Von Oberbürgemeister Dr. Kerber”, publicada en Stuttgart,
1937), donde Heidegger dijo, entre otras cosas, que “La revolución
nacionalsocialista anuncia la transformación completa de nuestra existencia
alemana. A vosotros incumbe participar de este
proceso (Geschehen), a vosotros que queréis ir cada vez más adelante, que
estáis siempre dispuestos, que sois tenaces y no dejáis de crecer. Vuestra
voluntad de saber busca la experiencia de lo esencial, de lo simple, de lo
grande. Tenéis prisa de veros expuestos a lo que os asalta y os ciñe cada vez
más y os compromete cada vez más lejos. Sed firmes y auténticos en vuestra
exigencia. Manteneos íntegros y seguros en vuestro rechazo. No cambiéis el
saber conquistado por una actitud egoísta y arrogante (eitlen Selbstbesitz).
Conservadlo como la posesión original indispensable del hombre a quien el
Estado ha deparado el papel de jefe (des führerischen Menschen) en las
profesiones que tienen vocación de pueblo del Estado. Ya no podéis ser
solamente aquellos que «escuchan». Estáis obligados a participar en el saber, a
participar en la acción que consiste en la creación de la escuela superior (la
universidad), donde está el futuro del espíritu alemán. Es preciso que cada uno
dé prueba de sus dotes y de sus privilegios y los justifique. Y esto sólo es
posible consagrándose combativamente (kämpferischer Einsatz) a la lucha que el
pueblo mantiene en su propio nombre. Que la constancia en vuestra voluntad de
seguir adelante (todos juntos) se refuerce día a día, hora a hora. Que siga
creciendo imparable la fuerza de sacrificio por la salvación (Rettung) de la
esencia de nuestro pueblo en el seno de su Estado y por la grandeza de su
fuerza más íntima. Que los principios y las «ideas» no sean la regla de vuestra
existencia. El propio Führer y sólo él es
la realidad alemana de hoy pero también del porvenir y su ley. Aprended
siempre a saber cada vez más. A partir de ahora cada hecho requiere decisión y
toda acción exige responsabilidad. ¡Heil
Hitler! Martin Heidegger, rector.” (Fuente en Internet:
Merece el Dr. Gómez Gil la
más enfática congratulación por resaltar la importancia del pensamiento de
Hans-Georg Gadamer en los anales de la Filosofía moderna, y la importancia que esta
ciencia del espíritu encierra para todos los pueblos, incluido el cubano de
fronteras adentro y de la
Diáspora , con vista a su resurgimiento democrático, cuando
quede libre de la coyunda comunista.
¿Cómo? Pues conservando como varas de medir la
temblorosa de Hans-Georg Gadamer y la entusiastamente enardecedora de Martin
Heidegger, ambas igualmente gananciosas para el régimen autoritario bajo el que
vivieron, y aplicando la primera para atemperar, cuando en Cuba rija un Estado
de Derecho, las responsabilidades personales de los aquejados por temores y
timideces mientras procuraban sobrevivir –a veces, haciendo mucho daño a
terceros inocentes, en su desesperación por desviar los peligros que se cernían
sobre ellos– y de aquéllos que gustosamente y con perverso talante se han
venido gozando y aprovechando de las injusticias infligidas a la sociedad
cubana durante la nefanda era castrista. ¿Es que se advierte alguna diferencia
entre la trayectoria del “Máximo Lider” y el “Führer” nazi, o entre aquél y
Stalin?, sin olvidarse del número de los respectivos acólitos, sean los
beneficiarios de los patrimonios despojados a los adversarios políticos, sean
los apaleadores, torturadores y asesinos de toda laya con puestos subordinados
en las nóminas de los cuerpos represivos.
Los articulos del Dr. Roberto Santana bien escritos que el lector sabrá apreciar mejor. Y como decía la voz de Cucalambé "Que sobre nuestros altos montes se oiga la voz de melodiosos sinsontes, y no de grajos que nos llenan de dolor, de tribulación, de miseria".
ResponderEliminarRené León