Ramiro Gómez Barrueco Ex preso político, escritor, empresario.
El famoso poeta peruano César Vallejo decía que existían unos heraldos negros que nos mandaba la muerte. Pero son las notas agudas de los clarines, y no el color de los heraldos, las que pinchan los tímpanos del alma presagiando infortunios. Notas de terror, odio, violencia, perversión, injusticia, prostitución, plutocracia, corrupción… y la insoportable indolencia hedonista de la sociedad ante este concierto apocalíptico. Son las decadentes clarinadas de los heraldos que anuncian el colapso moral de nuestra civilización judeo-cristiana.
Las Tablas de Moisés otra
vez destrozadas ante el culto orgiástico a los nuevos becerros de oro. El himno
cristiano del amor y de la vida, que volaba indetenible a los cuatro vientos
cuando El Maestro nos llenó de bienaventuranzas en la revolución espiritual del
sermón de la montaña, se apaga ante los potentes decibeles del concierto
infernal de los batracios del pantano. La invasión vertical de la contrarrevolución materialista y de las malaventuranzas del
odio y la muerte, ocultas tras burkas y velos, imponen su sello a nuestra
agonizante civilización.
USA, el antiguo buque insignia del
capitalismo humanista de la libertad, hace agua por doquier, el destino
inexorable de su naufragio moral es incuestionable. Según algunas de las
cambiantes estadísticas nacionales, aproximadamente el 57% de los votantes
posee una opinión desfavorable de Hillary y Trump. Este es el peor récord histórico
de desaprobación de dos candidatos presidenciales norteamericanos. El 43%
restante está dividido entre los que rechazan a uno u otro candidato. El
rechazo individual se aproxima al 70%. Otras estadísticas informan que Hillary
sólo tiene 32% de criterios positivos y Donald un exiguo 24%. Cada candidato
obtendrá más del 40% del total de los votos porque el rechazo al oponente llega
en forma de votos castigo. Estamos viviendo un amargo chantaje de lealtad
partidista abonado con la palabra nunca
(never). Aunque tengas que traicionar a tu conciencia, nunca votes por el
candidato del partido opuesto: “Never Hillary”,
“Never Trump”. El futuro presidente de USA, con más del 70% de los
votos, es un gran desprecio llamado NEVER.
Los “Never Hillary” dicen que es
deshonesta, hipócrita, corrupta y mentirosa; culpable en el drama inconcluso de
los emails y en la discutida canallada de Benghazi, es la ahijada de Wall
Street y manifiesta una extremada tolerancia antifeminista con su esposo de
otras. Los “Never Trump” simplemente lo
rechazan por todo; no posee ninguna cualidad presidencial, pero si posee casi
todos los defectos personales. Se ufana de ser un perfecto corruptor. Es un
embrión al descubierto de dictador neofascista y encarna el triste final de la
ideología conservadora del agonizante Partido Republicano. El primer caballero
de la presidenta seria “El Rey del Adulterio”. La primera dama del presidente sería
una modelo erótica “La campeona de las citas millonarias”. Esta decadencia
moral refleja un cáncer en el alma de nuestro pueblo. La decadencia moral antecede
a la decadencia social integral y al indetenible final de nuestro imperio de la
democracia y la libertad. Trump y Hillary son dos Heraldos de esa decadencia.
La
decepción popular, generalizada, no se puede ocultar tras maquillajes retóricos
que se derriten bajo el sol de la verdad. La invasión social de los tálamos es
evidente y es una hoguera; la corteza cerebral no está de moda. Los partidos
están jugando con candela revolucionaria y se van a quemar a diestra y
siniestra. Cualquier candidato demócrata
o republicano ilustrado, honesto y decente, y hay muchos, sería la tabla de
salvación en este naufragio moral. ¿Por qué si ambos candidatos constituyen una
deshonra y una burla nacional, la
dirigencia de sus partidos no los ha reemplazado? Ninguno de los dos partidos
tiene los principios morales indispensables para cambiar nuestro destino; son
como los arbolitos de navidad que tienen las guirnaldas y las bolitas de
adorno.
El Consenso de Washington no es un estigma,
no es un sacrilegio defender la razón de ser de más de doscientos años de evoluciones,
no de revoluciones, para progresar por el bien de los pueblos y liderar al Mundo Libre. No tenemos que arrancar los
cimientos para arreglar los cuartos. La cotidiana pesadilla de noviembre se
aproxima más y más; cada cual evaluará y
resolverá la enajenante disyuntiva guiado por el vector resultante de sus
principios y su circunstancia sicosocial. Libertad, Justicia, Seguridad, Amor, Paz, Progreso
y mucho más, bailan en la cuerda floja. No podemos traicionarnos a nosotros
mismos. El país está primero y el partido después; porque el partido es una
institución que debe estar en función del país y no viceversa. Pero ante dos males inevitables votaremos por
el que consideremos el mal menor. No será una fiesta democrática; será una
victoria pírrica para el vencedor. Soñábamos con cantar en paz el himno de la
vida, pero hay tiempos de arpas y hay tiempos de trompetas.
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ResponderEliminarA la vista de la próxima convocatoria electoral del mes de noviembre, y cumplidos 240 años de la vigencia ininterrumpida de la República más antigua del continente americano, en esas vísperas, el meollo del análisis ofrecido por nuestro distinguido compatriota, el Ing. Gómez Barrueco, radica en su certera apreciación de que, por un lado, el Sr. Trump "Es un embrión al descubierto de dictador neofascista y encarna el triste final de la ideología conservadora del agonizante Partido Republicano." Y, del lado de la Sra. Clinton, que " El primer caballero de la presidenta seria “El Rey del Adulterio”. La primera dama del presidente sería una modelo erótica “La campeona de las citas millonarias”. Esta decadencia moral refleja un cáncer en el alma de nuestro pueblo. La decadencia moral antecede a la decadencia social integral y al indetenible final de nuestro imperio de la democracia y la libertad. Trump y Hillary son dos Heraldos de esa decadencia."
EliminarLos EE.UU. de América, "warts and all", sigue siendo la menos "dirigida" de todas las "democracias dirigidas" del orbe, a pesar de que el recientemente fallecido politólogo Sheldon Wolin le afease al país el entramado político-económico que el Presidente Eisenhower calificó en su discurso de despedida del 17 de enero de 1961 como el "complejo militar-industrial".
La situación da pábulo a una seria preocupación, que hace recordar con desasosiego la situación de soliviantamiento social que vivió los EE.UU. durante el cuarto de siglo iniciado en 1965, coincidiendo con la etapa más virulenta del movimiento del Black Power y su paradigma medular, las Panteras Negras.
En el contexto actual, es hora de que las élites patrocinadoras de los aspirantes a conductores de las estructuras de gobierno se den cuenta de que es tan nocivo para la sociedad estadounidense, y para todo el campo ideológico conocido como Occidente, el populismo xenófobo del Sr. Trump como el populismo facilón del Sr. Obama, sustentado solo en grandes y buenas palabras, y "que consiste en basar éxitos políticos en carisma y personalidades bonachonas y en vender soluciones que parecen atractivas y que entusiasman a las masas, pero que en la práctica son inoperantes y sólo conducen a los terrenos de corrupción, crisis de Estado de Derecho y una notable dependencia gubernamental de los ciudadanos (véase http://es.panampost.com/rafael-ruiz-velasco/2016/07/06/obama-pena-nieto-dos-formas-populismo/.