Los Sackler, la reservada familia de multimillonarios a la que señalan de beneficiarse con la crisis de opioides por la que se declaró emergencia de salud en Estados Unidos.
Por Lioman Lima/LATINEWS
El comercio del Oxycontin generó un aumento de las prescripciones de
opioides en Estados Unidos.
Dieron su apellido a universidades, salas de museos, centros de
investigaciones, galerías y hasta a un planeta fuera del Sistema Solar. Son
una de las familias más poderosas de Estados Unidos, más rica que los
Rockefeller, y también de las más discretas y filantrópicas, al punto que les
llaman "los Medici del siglo XX"
Pero lo que pocos conocen es que la estrepitosa fortuna de los Sackler,
con la que ofrecen becas, compran arte, crean fundaciones e instituciones,
patrocinan salas en el Louvre y en el Museo Británico, abren escuelas en Israel
y fundan decenas de programas científicos, académicos y culturales por todos
lados, tiene un pasado oscuro.
Es una historia y una fortuna que comienzan con tres hermanos, pasa por
una campaña de marketing y se desarrolla en una adicción sin precedentes.
Una adicción que llevó a Estados Unidos a declarar este jueves una
emergencia de salud pública y que ha dejado más muertes que la guerra de
Vietnam y de Afganistán juntas.
Pero sin que se dispare una bala.
Los inicios de la fortuna
Todo comienza a finales del siglo XIX, cuando Arthur, Mortimer y
Raymond Sackler, tres hermanos psiquiatras de Brooklyn, fundaron en Greenwich
Village una pequeña empresa de medicamentos.
Vieron en ella la posibilidad de un negocio familiar y, para 1950,
compraron con esos ingresos Purdue Pharma, una farmacéutica que, en sus
inicios, generaba sus ingresos de la venta de removedores de cerumen de oídos,
laxantes y iodopovidona, el antiséptico color naranja que se suele usar antes
de las operaciones.
Pero la entrada a la producción de analgésicos en la década de
1980 significó un salto adelante.
Poco menos de un siglo después de su fundación, la empresa ya era un
gigante farmacéutico mundial y había cambiado su sede a Stamford, Connecticut.
Sin embargo, su gran éxito comercial llegó en 1995, cuando lanzaron al
mercado el OxyContin, un medicamento para el dolor, a base de opioides, que era
casi tres veces más fuerte que la poderosa morfina.