"Sin embargo, la ciencia política contemporánea ha encontrado poca evidencia de que los votantes se ajusten a este perfil idealista..."
El voto
democrático no siempre produce buenos gobiernos. El ascenso de Adolf Hitler al
poder en la elección libre final de la República de Weimar, y la elección de
Hugo Chávez en Venezuela son solo dos ejemplos destacados. Por lo tanto,
comprender el comportamiento de votación se ha convertido en una de las
materias más estudiadas en las ciencias sociales que abarca las disciplinas de
economía, ciencias políticas, psicología y sociología.
Uniéndose a este
esfuerzo, los científicos sociales Christopher Achen y Larry Bartels exploran,
"por qué las elecciones no producen un gobierno receptivo" con su
libro "Democracia para realistas". Aquí, tomo prestado de su trabajo
para ver algunos conceptos de comportamiento de votación.
En nuestra
comprensión tradicional de la democracia, nosotros, como votantes, tenemos
preferencias sobre lo que el gobierno debería hacer, y elegimos líderes que
prometen promulgar políticas acordes con nuestras preferencias. Esta teoría romántica
de la democracia que mira hacia el futuro supone que los ciudadanos
comprometidos son capaces de informarse sobre los muchos problemas que enfrenta
una nación, y pueden dominar las complejidades de las políticas para juzgar
inteligentemente. La teoría romántica de la democracia también postula que los
votantes pueden evaluar las calificaciones de los candidatos en competencia y
luego votar por el candidato que mejor se ajuste a sus propios valores
políticos.
Sin embargo, la
ciencia política contemporánea ha encontrado poca evidencia de que los votantes
se ajusten a este perfil idealista. Esto plantea dudas sobre si los ciudadanos
pueden desempeñar adecuadamente el papel que les exige la teoría romántica de
la democracia. Los estudiosos de la opinión pública nos dicen que, a pesar del
aumento dramático en la variedad de los medios de comunicación, el nivel de
conocimiento político de la ciudadanía sigue siendo muy bajo. Resulta que,
aunque hoy tenemos disponible un nivel de información política sin precedentes,
hemos descartado los recursos más reflexivos en favor de una variedad de
fuentes de entretenimiento. Los medios de comunicación las 24 horas han
resultado en un aumento en la variedad de información sin cambiar el nivel
promedio de información política.
Una teoría
alternativa del voto democrático es la "teoría retrospectiva del
voto". En contraste con la teoría romántica prospectiva de la democracia,
la teoría retrospectiva considera a los votantes como evaluadores del desempeño
pasado de los líderes. Votar retrospectivamente solo requiere que los votantes
controlen su propio bienestar y el de sus conciudadanos. Es decir, los votantes
no necesitan estar informados o comprometidos como lo exige la teoría romántica
de la democracia. Los votantes identifican el buen o mal desempeño del gobierno
de acuerdo a cómo ha impactado sus vidas.
Votar
retrospectivamente no requiere que la ciudadanía conozca las políticas precisas
de una administración o partido. Para determinar el desempeño, los votantes
solo necesitan evaluar cómo ha cambiado su propio bienestar o el de la nación.
La votación retrospectiva expresa aprobación o desaprobación por el desempeño
pasado y, como tal, es un poderoso instrumento de responsabilidad electoral.
Por ejemplo, las evaluaciones de los votantes sobre las condiciones económicas
son muy significativas para determinar los resultados electorales. La
investigación muestra que los votantes tienden a recompensar a los titulares
por buenos tiempos económicos y castigarlos por los malos tiempos. En
consecuencia, como una razón electoral, la votación retrospectiva funciona para
mejorar la competencia económica de los líderes políticos al retener a los que
son gerentes económicos competentes y reemplazar a los que no lo son. El voto
retrospectivo induce a los líderes a luchar por buenos resultados económicos
para retener sus trabajos.
Los académicos
también señalan que el voto retrospectivo “no impone restricciones políticas a
la administración gobernante; más bien, el gobierno es libre de innovar,
sabiendo que será juzgado por los resultados de sus acciones más que por sus detalles”.
En otras palabras, en esta tesis del espejo retrovisor, los resultados de las
elecciones no dependen de ideas o ideología política, sino más bien en nuestra aprobación
o desaprobación del desempeño real de los líderes políticos o partidos en
ejercicio. En la práctica, el voto democrático no respalda la teoría romántica
convencional de la democracia.
Aunque un poco
cínica, la lógica de la votación retrospectiva parece sólida. La mayoría de los
votantes están ocupados con sus vidas y no pueden dedicar el tiempo necesario
para comprender las complejidades de las decisiones políticas. En cambio, en el
momento de las elecciones, los votantes se contentan con preguntar si las cosas
van bien o mal últimamente. En esencia, y tal vez de manera poco elegante, no
es la ideología política sino una mirada al espejo retrovisor lo que explica
mejor por qué votamos como lo hacemos.
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