La Iglesia, el Papa Francisco y Cuba
Por
José Azel.
Pero
el Rey, desesperado por ayuda económica, fue obligado por los barones, a firmar
el documento que limitaba sus poderes, a cambio de su ayuda. El rey Juan luego
apeló al papa Inocencio III, quien prontamente falló para que el rey declarara
que la Carta Magna era "no solo vergonzosa y degradante, sino también
ilegal e injusta" y consideró que la carta era "nula y sin validez
para siempre".
Así,
desde el comienzo simbólico del conflicto entre los derechos individuales y la
autoridad ilimitada, la Iglesia se puso del lado de la autoridad. Es una
posición que, con notables excepciones, sigue caracterizando la conducción de
los asuntos Iglesia-Estado. A pesar de la anulación “para siempre” del Papa, el
espíritu de la Carta Magna vivió y sus principios están consagrados en nuestra
Declaración de Independencia, Constitución y Declaración de Derechos y en los
corazones y las mentes de todas las personas amantes de la libertad. A
principios de 2016, el Papa Francisco recibió calurosamente al General Castro
en el Vaticano, y en septiembre viajó a Cuba, convirtiéndose en el tercer
Pontífice en visitar la Isla luego de las visitas en 1998 de Juan Pablo II y en
2012 de Benedicto XVI.
En
términos políticos, el Papa Francisco es el jefe de un estado autoritario -una
teocracia oligárquica- donde solo la aristocracia -los Príncipes del Colegio
Cardenalicio- participa en la selección del gobernante. Esta estructura
engendra una afinidad con el autoritarismo, como manifestó el Papa Inocencio
III al anular la Carta Magna.
El
Papa Francisco también ha dejado pistas sobre su pensamiento político y
económico sobre Cuba. En 1998, el entonces arzobispo de Buenos Aires, monseñor
Jorge Mario Bergoglio (ahora Papa Francisco) escribió un libro titulado:
“Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”. En mi lectura de la compleja
prosa española del Papa, él favorece el socialismo sobre el capitalismo siempre
que incorpore el teísmo. Ofrece la afirmación de Fidel Castro de que "la
doctrina de Carl Marx está muy cerca del Sermón de la Montaña" y considera
que la política cubana está en armonía con la doctrina social de la Iglesia.
Siguiendo la tradición de la Iglesia, condena
las sanciones económicas de Estados Unidos, pero el Papa Francisco va mucho más
allá. Utiliza el término "bloqueo" inexacto y políticamente cargado
de Cuba y se hace eco de las acusaciones del gobierno cubano. Luego critica el
libre mercado señalando que “el capitalismo neoliberal es un modelo que
subordina al ser humano y condiciona el desarrollo a las fuerzas del mercado
puro ... así la humanidad asiste a un espectáculo cruel que cristaliza el
enriquecimiento de unos pocos a expensas del empobrecimiento de muchos”. (Mi
traducción) Este lenguaje recuerda al movimiento de la "Teología de la
Liberación" que se desarrolló en América Latina en la década de 1960 y se
entrelazó mucho con la ideología marxista.
La
Teología de la Liberación, engendrada por el sacerdote peruano Gustavo
Gutiérrez, proporcionó las bases intelectuales que, con el apoyo cubano,
sirvieron para orquestar “guerras de liberación nacional” en todo el
continente. Juan Pablo II y Benedicto XVI censuraron la Teología de la
Liberación, pero en 2013 el Papa Francisco se reunió con el padre Gutiérrez en
"una visita estrictamente privada". Tras la visita, en una aparente
exoneración de la Teología de la Liberación, L'Osservatore Romano, el periódico
semioficial del Vaticano, publicó un ensayo en el que afirma que con la
elección del primer Papa de América Latina la Teología de la Liberación ya no
puede "permanecer en las sombras para que ha estado relegada desde hace
algunos años ... ” En su libro, el Papa Francisco habla de una
"solidaridad compartida" pero, como con el rechazo de la Carta Magna
por parte del Papa Inocencio III, esa solidaridad parece ser con la autoridad
ilegítima no democrática en Cuba y no con el pueblo.
Esto
es trágico, porque durante las guerras de independencia, la Iglesia también se
puso del lado de la Corona española y no de los “mambises” cubanos que luchaban
por la libertad. Cuando Cuba obtuvo su independencia de España, muchos cubanos
vieron a la Iglesia como enemiga de la nueva nación. En su visita a Cuba en
septiembre, el Papa Francisco tuvo la oportunidad de alinear inequívocamente a
la Iglesia con el pueblo, especialmente con la mayoría negra y mulata en la
Isla. No lo hizo y la historia se repetirá.
Cuando termine la pesadilla totalitaria, la
jerarquía de la Iglesia será acusada por el pueblo de ser partidaria del opresivo
régimen de Castro. Y los cubanos, como lo hicieron después de la independencia,
volverán a ver a la Iglesia como si estuviera en el lado equivocado de la
historia.
* Estoy en deuda con Diego Trinidad, Cesar
Vidal, Andres Oppenheimer, Julio Shiing, Jose Benegas y otros por las ideas
reflejadas en este artículo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario