miércoles, 7 de agosto de 2019

EL ENFERMISO MARTI -PRIMERA PARTE-


"Por eso la operación se repitió poco después, en diciembre, con todos los adelantos médicos de una capital europea moderna..."

Por Santiago Cárdenas.
José Martí fue operado tres veces de su testículo derecho, que indica  que allí tenía una tumoración crónica, reincidente y que probablemente no era maligna, porque no hizo metástasis. Sarcocele o sarcocelio es el término confuso muy utilizado en la nomenclatura médica antigua para  designar cualquier tumoración en el  escroto o en un  testículo.
No hay documentos históricos de alguna enfermedad de Pepe antes de su ingreso al presidio, el 4 de abril de 1870. Allí estuvo seis meses por lo que podemos afirmar que al entrar a la cárcel era un adolescente sano.   
             A su llegada a  Cádiz, al siguiente año, con 18 años de edad ,–muy desmejorado luego  de los horrores  de la prisión política del genocidio español en Cuba,– su amigo Carlos Sauvalle  –previamente exiliado, al  que  conocía desde sus andanzas revolucionarias en  La Habana cuando los sucesos del Teatro Villanueva– le envió los pasajes del tren  y luego lo alojó en su casa madrileña. Allí consultaron al  médico cubano, el Dr. Hilario Candela que lo operó por primera vez el 22 de noviembre; posiblemente un drenaje de un absceso o  una punción para extraerle líquido sero-hemático del testículo, de lo que hoy  definiríamos como un hidrocele a tensión o infectado. Se redujeron los síntomas; pero no completamente.
 Por eso la operación se repitió poco después, en diciembre, con todos los adelantos médicos de una capital europea moderna. El Madrid  de 1871, tenía mucha influencia del cercano París, la cuna de la urología mundial.
 Luego, al llegar a México en el 75 para reunirse con su familia, su preceptor y confidente Manuel Mercado lo llevó de nuevo  al especialista, y aunque no hay datos concluyentes sobre esa nueva operación, al parecer la solución fue extirparle el testículo  puesto que desde entonces  no hay  datos históricos de  nuevas molestias urológicas. Los hallazgos de la autopsia realizada  el 23 mayo de 1895, cuatro días después de su muerte,  apuntan a la orquidectomía derecha radical.

Testículos aparte, Martí-- que no tenía  una complexión robusta ni era  aficionado a los deportes (por ejemplo: no se conoce ni un solo artículo dedicado a los Yankees de Nueva York  el club de pelota  de su ciudad)  fue un hombre  físicamente sano, repito, hasta su ingreso en  las canteras de San Lázaro en La Habana Extramuros.
Tenía  diecisiete años de edad (con el agua a las rodillas; pico en mano sobre la piedra caliza y doce horas de trabajo diariamente) que lo hizo irreconocible  ante su padre Don Mariano en su primera visita  a presidio. Tal era su  extrema pérdida de peso; sin asistencia médica.
De esos días existen dos fotos. Hay una, icónica, de frente, que dedicó a su mamá que  tiene dos versiones retocadas. La otra es semejante, más bien de perfil. En ellas se muestra de pie con sombrero  de presidario con ala tapasol; pelado al rape y con el grillete puesto que rodea la cintura  y se extiende hacia el pie derecho, (donde le produjo una llaga o úlcera  crónica), rozándole la ingle y el escroto de ese lado.
Es por eso que una vez indultado, al llegar a la casa de los Sardás, en la Finca El Abra, en Isla de Pinos –para  dos meses de reclusión domiciliaria  esperando el viaje a España –el matrimonio  que eran unos catalanes amigos de su padre y que gestionaron  su indulto, – lo colmaron de atenciones y
alimentos. Los diagnósticos populares, los de la familia, fueron: anemia, desnutrición e irritación crónica de la vista por la arenilla de las canteras.
 Poco después, el 15 de enero de 1871, partió aún enfermo, desde La Habana  a Cádiz en el Guipúzcoa en un viaje  que duro doce días y en el que coincidió, curiosamente, con el jefe de la prisión el coronel Don Mariano Gil de los Palacios. 
 Carlos Sauvalle, de 30 años, mencionado al principio, conoció en Madrid del destierro de Martí a España y  preparó su acogida.


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