sábado, 17 de agosto de 2019

UN PARTIDO ANTIRREVOLUCIONARIO PARA CUBA Y VENEZUELA


"Considere las implicaciones para Cuba Y Venezuela de un ejemplo citado por la historiadora Susan Dunn en su excelente libro 'Sister Revolutions'...."

Por José Azel.


El Partido Anti-Revolucionario fue un partido político protestante ortodoxo fundado en los Países Bajos en 1879 por Abraham Kuyper, un ministro y teólogo neo calvinista. El Partido Antirrevolucionario se opuso firmemente a los ideales de la revolución francesa, liberté, égalité y fraternité. En lugar de libertad, igualdad y fraternidad, el Partido Antirrevolucionario favoreció la providencia divina, la jerarquía y la pilarización (la segregación vertical de la sociedad en segmentos o "pilares"). A medida que no me gustan las revoluciones, menciono el Partido Antirrevolucionario en este artículo solo para que el lector sepa que no es un nombre de mi invención.

En ciencia política, una revolución se define como un cambio fundamental y abrupto en el poder político que generalmente ocurre cuando una población se rebela contra el gobierno debido a la opresión política, social o económica percibida. Pero en mecánica, la revolución significa prácticamente lo contrario. Se define como regresar al punto de partida, como girar sobre un eje central que regresa al punto donde comenzó el movimiento. O, como han descubierto cubanos y venezolanos, la revolución a menudo significa dar vueltas en círculo sin llegar a ninguna parte.
Una pregunta clave para una nueva generación de líderes de la oposición es cómo trazar un curso de cambio en sus países que no regrese a los puntos de partida de las revoluciones. Es decir, cómo construir e instalar un gobierno representativo basado en la soberanía popular y la voluntad de la mayoría. Este es un desafío, dado que la historia reciente de Cuba y Venezuela no proporciona mucha sabiduría y dirección para el futuro. Es una historia de una cultura política estática y sin vida que solo enseña qué sistemas de gobierno no funcionan.
Considere las implicaciones para Cuba y Venezuela de un ejemplo citado por la historiadora Susan Dunn en su excelente libro "Sister Revolutions". Al final de la Revolución Francesa, el término "república" se había convertido en una idea desacreditada en Francia. “En un plebiscito en 1799, el pueblo de Francia votó por la constitución que garantizaba la autocracia de Napoleón. La votación fue de 3.011.007 a 1.562”.
Lo que los franceses querían entonces era la estabilidad que ofrecía Napoleón. Francia no conocería al gobierno republicano por otros 72 años. Este voto por un "hombre fuerte" tuvo lugar después de solo diez años de la Revolución Francesa. Al momento de escribir este artículo, las revoluciones venezolana y cubana tienen veinte y sesenta años respectivamente. ¿Quién en Cuba hoy tiene un recuerdo vivo de lo que implica el gobierno representativo?
En estados totalitarios y autoritarios como Cuba y Venezuela, la ausencia de una cultura política vigorosa, competitiva e inclusiva significa que la sociedad carece de sabiduría política. Cualquier comprensión política que exista será del tipo equivocado.
Alexis de Tocqueville, al comentar sobre la Revolución Francesa y la construcción de una nueva sociedad, señaló que la ausencia de libertades políticas había hecho que el mundo de los asuntos políticos no solo fuera desconocido, sino invisible para los franceses. Su receta para un cambio exitoso requería una visión política audaz y experiencia práctica en instituciones políticas representativas. Pero la experiencia práctica en el gobierno representativo no estuvo presente en la Francia del siglo XVIII y hoy no está presente en Cuba ni en Venezuela. Para Tocqueville, no fue posible para la Francia de su época producir líderes capaces de establecer una democracia virtuosa. ¿Esto vale para Cuba o Venezuela?
Thomas Jefferson tampoco estaba impresionado por la aptitud francesa para una cultura política seria. En una carta a Abigail Adams, escribió que "todo lo que uno podría hacer por los franceses es rezar para que el cielo les envíe buenos reyes" (Dunn). De alguna manera, Cuba y Venezuela, cargados de instituciones que no corresponden a un futuro libre, y poblados por una clase política que no está familiarizada con la política representativa, deben encontrar una forma anti-revolucionaria de transformación. Me niego a aceptar que todo lo que podemos esperar es que el cielo les envíe buenos dictadores.
Esperemos que el futuro de Cuba y Venezuela esté determinado, no por la historia, sino por un pensamiento político sólido. Más adelante en la vida, Jefferson revisó su intenso pensamiento revolucionario: "Debemos estar contentos de viajar hacia la perfección, paso a paso". Quizás, pero Cuba y Venezuela tienen que usar su imaginación para dar forma, en libertad, a un futuro político antirrevolucionario.

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