sábado, 6 de mayo de 2017

TRUMP; EL DESMERENGAMIENTO DEL CUARTO PODER

"LA ERA TRUMPIANA COMENZO MUCHO ANTES DEL 8 DE NOVIEMBRE.."


Por Santiago Cárdenas MD.

La prensa, "el cuarto poder del estado “, este es  desde el siglo XVIII el mas famoso apotegma  del irlandés Edmund  Burke, un clásico de la sociología, acérrimo enemigo de la revolución francesa.
 ¡¡NO!! Me decía Don Eduardo García Moure  en una tertulia nocturna en la Caracas del siglo pasado. En realidad es el  "primer " poder; conforma y manipula la pública opinión, quita y pone presidentes; se auto protege con indulgencia y un  etcétera  prolongado que proponía  este sindicalista emérito para  consolidar sus argumentos.
Primero o cuarto, me da igual, la erosión  de este poder que dejó de ser un servicio (he ahí el meollo  del asunto), fue una  desfloración social lenta, con vaselina. Primero la aparición de la radio, luego la televisión y actualmente las inefables redes sociales. Hoy, muy pocos  compran periódicos en estanquillos que desaparecieron  o en  gasolineras esotéricas. Aún menos se suscriben a los periódicos  y muchos  se dan de baja. Casi todos le hacen poco o ningún caso a las páginas de opinión y /o a los editoriales  sin sopa.  Algunos  diarios  quiebran, reducen sus tiradas o contraen sus páginas. Nuestro Miami es un buen ejemplo.

 Que si la falta al pueblo el menudeo para comprar "baratijas”; que la decadencia de la lectura como hábito; que si la politización de  los editores, que si el tacañeo de los anunciantes.... En fin, se ha especulado mucho y se seguirá debatiendo acerca de la crisis al parecer insoluble. Eso se  lo dejo a las nuevas elucubraciones; al papeleo explicativo de  los expertos acerca  de la media y a los gurúes de las comunicaciones, ya  que en definitiva  las indagaciones científicas de este desastre  constituyen el  centro  de su trabajo.
La era trumpiana comenzó mucho antes del  8 de noviembre de 2016. El aspirante  comprendió, tal vez intuitivamente,  que la prensa plana no le quedaba bien, que continuaba en decadencia y que la revolución  que él prometía (le llamó  "movimiento" en el magistral discurso de toma de posesión) nunca sería del agrado  de los mogules del periodismo plano. Ahora, como  presidente ha recogido los frutos  de su pensamiento profético.  Estaba en lo cierto.
Casi el  ciento por ciento de los periódicos se dedican a denigrarlo: matón; patán,  etc. desde los cotidianos editoriales de odio.  No le valió su visita de cortesía al decano y orientador  nacional , el New York Times, ni las nuevas facilidades  para los reporteros que  por vez primera acuden a la Casa Blanca,  ni la entrevista diaria  con la  prensa , ni el tono mas mesurado  contra sus atacantes impíos,  que francotiran desde los santuarios   acerca   del largo de sus corbatas o el perfume de Ivanka. No lo quieren; no  lo tragan. Es el clásico  síndrome del Boniato.  Lo mastican; no lo tragan.
 Resignado  el presidente ha considerado a la prensa como " el verdadero y nuevo partido de oposición;   ella  nunca, nunca, va a cambiar ", ha dicho. Al descansar en  sus tuíteres y en las nuevas redes sociales para su comunicación, –que inició desde su exótica campaña–, el presidente ha  dado en el clavo. Se trata ahora de la opinión pública en su estado primigenio; millones de personas con acceso; con capacidad de expresarse, ser leídas y criticadas por  otros millones de personas en un universo casi infinito. Lo mas parecido a la  democracia directa ateniense en el Agora balbuceante  de nuestra  prístina civilización.

 Si  algo pudiéramos adelantar del legado de Donald Trump es  que al  mismo tiempo que le dio el tiro de gracia a la prensa plana, liberándonos de dos  siglos y medio de  opresión, sacó de este desmerengamiento por arte  de prestidigitación política, una forma muy novedosa  de expresión: las redes. Éstas facilitan la democracia moderna y popular, indetenible para los tiranos y gratificante para todo hombre de buena voluntad.

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