“CRITICA Y ELOGIO A LA CRITICA TEATRAL
Estimados y asiduos lectores de “ENFOQUE 3”, como ya es costumbre cada mes, volvemos, felices, a encontrarnos subiendo a nuestro mágico y siempre dispuesto Tranvía amarillo, que nos llevará rodando en ‘dulce de leche’, por la zona de riesgo y vigoroso mundo de los Críticos Teatrales y los Dramaturgos.
Para comenzar, les puedo contar que la Crítica Teatral es una parte componente de la Ciencia que estudia el Arte y se basa en las leyes fundamentales de la Estética. Criticar es analizar, valorar, evaluar, enjuiciar. Cada trabajo, ya sea reportaje, reseña, relato, etc., tiene gran significado social y está dirigido a dos tipos de público: en primer lugar, al Autor de la obra, ya sea el Dramaturgo o el Autor de la Puesta en Escena, o sea: el DIRECTOR DE ESCENA. En segundo lugar, al ESPECTADOR, al cual el Crítico debe ayudar a orientarse en las tendencias contemporáneas de la Literatura Dramática y las Artes Escénicas.
Un buen Crítico no puede ser abstracto, debe ser capaz de trasmitir no sólo la vida del Autor, la temática, los géneros y el conflicto fundamental de la obra, sino también la atmósfera que reina en el Espectáculo, de recoger el trabajo actoral en sus múltiples facetas, la decoración y su funcionalidad, el lenguaje, la iluminación, las caracterizaciones, el movimiento escénico, la gestualidad, las agrupaciones, el vestuario, la musicalización, el sonido y hasta poder señalar la ‘escena obligatoria’ sin confundirla con el Clímax, reproduciendo literalmente de modo total el Espectáculo. Es pecado capital pasar por el Teatro sin notar más que el color de los adornos. Estas son ‘fugas’ psicológicas, escapatorias literarias.
Al valorar, los Críticos deben prestar atención especial al repertorio, que es el que nos va a indicar cuál es la línea ideológica, artística y temática del colectivo teatral. No se puede calificar de igual modo una puesta en escena de una obra de Aristófanes o una de Tennessee Williams, Shakespeare, Lorca, Becket, o un espectáculo Musical, Operístico, de Sombras, Máscaras, Miniaturas o de Guiñol.
El Dramaturgo nos da en su material la Época, el Contexto Social, los Personajes, Caracteres, Diálogos y otros elementos, pero éstos cobran vida sólo en Escena. El Dramaturgo sólo nos da una parte de la vida de sus personajes, mientras que el Actor, con ayuda del Director de Escena, tiene que recrear su personaje, darle vida y esto tiene sus propias Leyes.
Creo personalmente, que al Actor le es mucho más difícil su actividad que a otro tipo de creador, por-que tiene que darle vida a una idea ajena y hacerla suya al mismo tiempo. El Actor y el Director de Escena encuentran en los ‘subtextos’ de las obras, cosas en las cuales ni pensó el Autor al escribir su Texto. El Dramaturgo es el Creador de la pieza, pero el Director es el gran Artífice, el Autor de este ‘mondongo’ –como le llamaba Valle Inclán a la puesta en escena de la obra-. El Director de Escena es el que casi, con ‘sangre, sudor y lágrimas’, le pone toda la ‘carne y los huesos’ a la ‘criatura’, que luego, con toda sabiduría ‘adoba en el asador’.
Con los tiempos los espectadores han cambiado, pero no así muchos Críticos que siguen con un tipo de crítica “culinaria”, tratando de aprovisionar de Público a los Teatros de su interés, tal como un consumidor con un gusto especial e individual. Cuando un Crítico afirma que ‘algo no es bueno o no interesa’, está manifestando simplemente su propio gusto y no profundiza en el POR QUE no es bueno, y POR QUE no interesa. Expresar su gusto es muy fácil, es simplemente su reacción subjetiva, por lo cual su criterio puede ser errático y deja de ser válido ante un análisis verdaderamente artístico, técnico y hasta científico.
El Público contemporáneo tiene una íntima necesidad de que se le informe realmente, sobre si cada trozo de lienzo y cada clavo del Espectáculo, son o no, un tesoro, y no si le han gustado o disgustado al Crítico de turno. Se debe enjuiciar tanto los Logros como los Defectos, las Formas y los Contenidos, enunciar los Efectos pero también las Causas, tratando que cada recomendación, buena o mala, sea realmente una clarinada, un toque de atención, que lleve al Espectador, a poner en el foco los problemas existentes y a cuestionarse por su solución.
Al Crítico casi nadie lo quiere. Es un Corifeo sin Coro, a quien muchos quieren a veces estrangular. Es un ser hostilizado, criticado, que no cae ‘simpático’; es como un ‘bicho malo’, deseado y temido, que casi siempre logra sus propósitos en última instancia. Un ‘bicho’ que no debe morir, pues su trabajo arduo, excepcional, complejo, difícil, auténtico, mal pagado y peor considerado, es necesario e imprescindible para el desarrollo y equilibrio de la creación artística en general.
El Crítico es un ser humano que tiene sus convicciones, contradicciones, prejuicios, puntos de vista, sentimientos y emociones, y aunque sea una persona muy capaz y de buenas intenciones, debe ser extremadamente objetivo con sus juicios. Sería estupendo que sus investigaciones previas hubieran sido tomadas con una cámara oculta, que le ayudaría a descubrir donde hay confusión, suciedad, credulidad, arreglo o desarreglo, justificación y toda la filigrana creativa, artística y técnica que componga el Espectáculo en cuestión.
La realidad teatral es infinita y multiforme. Infinita es la realidad misma e igualmente infinito es su reflejo en el Arte. No hay fórmulas dispuestas para todos los casos. En el campo de la Crítica, árido y a veces estéril, no hay llaves maestras capaces de abrir las cerraduras. Para cada cerradura se precisa de una llave maestra. Sin embargo, pienso que hoy hay bastantes cerraduras…, pero… ¿y las llaves?... ¿Dónde está el Club de las Llaves de Oro?...
www.madrecoraje@yahoo.es Lic. en Artes Escénicas/Teatróloga/Dramaturga/ Escritora de Radio/TV/ Miembro del Colegio de Escritores de España/del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio/El último libro de KB. Publicado es: “Tía Tata Cuentacuentos y Otros Esperpentos”. Se puede adquirir por: ‘Amazon Books.com’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario