domingo, 15 de mayo de 2016

DILMA EL MARIELAZO Y EL LULASOCIALISMO

Por. Santiago Cárdenas MD


          Para un cubano de a pie  el "Mariel" significa la liberación exitosa hacia los  Estados Unidos  de América, por el estrecho de Pascua Florida, el siglo  pasado. Eso fue el marielazo.  En aquel tiempo en los otros Estados Unidos, los del Brasil,  poco se  imaginaban  el  socialismo del siglo XXI. El apellido Odebrecht, y las palabras megapuertos,  supercontainers, o  narcoterrorismo eran  desconocidas, o neologismos por venir en un pueblo. 
         Para el cubano  de hoy el Mariel significa  algo  bien distinto. " Algo", que no entiende  bien –desinformado que está–; pero que  sabichoso que es, intuye  que  va  por  el mismo camino  del otro  monumento faraónico en vías de extinción: el elefante blanco  de la termonuclear en Juraguá. Este último es el recordatorio de la ineficiencia del socialismo real; el duro; el del lenino-castrismo. El  segundo marielazo  –unos mil millone$–  al que nos arrastró  Dilma de la mano  de su mentor  emérito  Don Ignacio Lula,  no será prioridad en el parlamento brasileño por ahora; pero todo a su tiempo.

       Cuando la implosión  rusa  y el período especial hay que reconocer  que Lula  sirvió de padrino e ideólogo  para tirarle el salvavidas  al  barco de la involución cubana que  hacía aguas. Su  concepciones fueron geniales y sus  logros  teórico prácticos  en la refundación  del socialismo  en América Latina, brillantes. Pienso que es, o fue,  el único  aporte verdaderamente latinoamericano al pensamiento  euromarxista  original. Algo  sorpresivo en ese mundillo de ignorancia  y violencia  analfabética. Da Silva ha sido considerado por Time magazine  como una de las personalidades más influyentes de la contemporaneidad.
        Resúltame harto difícil condensar en dos líneas  las  ideas principales del lulasocialismo.  Pero, –la aceptación de la propiedad; el obrerismo partidario en detrimento del sindicalismo mendigante; la vía electoral  para alcanzar el poder y la convivencia pacífica con ciertos  derechos humanos burgueses bajo la bendición de la teología de la liberación, que retorna–, no fue poca cosa.
         Imponerle estas ideas  –que son  contrapuestas  al socialismo del siglo anterior–  al marxista mayor en Cuba  demuestra la capacidad de persuasión y negociación del padrino Don Ignacio. El éxito de  su foro de San Paulo, que ahora  va al impeachment, pero que llevó al poder  a seis presidentes  es  evidente. En definitiva, Cuba seguía siendo una isla  atada al leninismo más rancio; pero don  Lula conocía y  vivía en el continente donde afloraban aires de renovación. Un cuarto de siglo de foro, entre los dos marielazos, no será un record, pero puede  ser un buen average    

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