Susanne
Gratius. Centro de
Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona
Tantas veces
escenificada y pronosticada, finalmente llegó la última hora del comandante
Fidel Castro. Con su muerte, el 26 de noviembre de 2016, desaparece el icono de
la lucha contra el imperialismo y el capitalismo, pero también se abren nuevos
horizontes políticos en Cuba.
Para algunos
fue un dictador longevo, un cruel caudillo latinoamericano que llevó Cuba al
borde del abismo, para otros un símbolo de la autonomía y emancipación de
América Latina contra la hegemonía de Estados Unidos. Fidel dividió la sociedad
cubana, pero también la cohesionó. La desaparición del principal líder de la revolución
deja un vacío de poder y legitimidad que su hermano Raúl difícilmente puede
ocupar.
Nadie ha
dividido tanto como Fidel Castro. Su muerte a los noventa años de edad marca el
fin de la revolución cubana que él lideró y condicionó, a partir de 2006 desde
la sombra, hasta el final. Retrasó las reformas, defendió el socialismo y
desconfió de Estados Unidos hasta el último día. Aunque oficialmente había
entregado el poder a su hermano Raúl en 2006, se despidió del escenario
político en abril de 2016 con su último discurso ante un Congreso del Partido
Comunista.
Fidel
representó ante todo la resistencia. Vivió en un estado de guerra permanente contra
su enemigo histórico Estados Unidos. Luchó contra todo lo que simbolizó Estados
Unidos: la democracia, el libre mercado, la desigualdad y el poder hegemónico.
Su última lucha
fue la “batalla de ideas” para preservar y atar su herencia política y que
terminó Raúl. Fidel sobrevivió más de sesenta intentos de asesinato, la
invasión en la Bahía de los Cochinos, la crisis de los misiles, el embargo, las
sanciones extraterritoriales de Estados Unidos y, finalmente, el derrumbe de la
Unión Soviética que había subsidiado la revolución cubana y que provocó el
colapso de la economía cubana hasta que Fidel pudo construir una nueva alianza
económica ideológica con Venezuela.
Por varias
razones, su muerte puede acelerar la apertura política y económica de la isla.
Primero, podrían salir a la luz las divisiones internas en la cúpula política que
hasta ahora habían sido subordinadas a la unidad en torno al liderazgo
histórico de Fidel. Segundo, con la desaparición de su icono, los Fidelistas pierden toda capacidad
de influencia y poder político en un régimen que se apoya cada vez más en las
Fuerzas Armadas Revolucionarias lideradas por Raúl. Tercero, se desinfla el
régimen del “miedo” por una represión arbitraria selectiva que representó Fidel
y que siguió intimidando a gran parte de la sociedad civil. Cuarto, su muerte
facilita la anunciada retirada de Raúl Castro en 2018 y la instauración de la
generación post-revolucionaria en el poder. Quinto, su desaparición podría
provocar una catarsis colectiva y poner fin a la ilusión de la unidad política que
garantizó sobre todo la presencia de Fidel Castro. Sexto, el abandono del poder
por parte de Raúl y sus coetáneos, sea voluntaria o forzada, ya sólo es una cuestión
de tiempo.
Fidel salió del
escenario político unos meses antes del ascenso de Donald Trump a la
presidencia de Estados Unidos. Es una constelación paradójica: la salida de Fidel
promete cambios en Cuba, pero un posible retorno de Donald Trump a la política
de la Guerra Fría puede frenar la apertura ya que podría volver a ofrecer la
imagen del enemigo externo que justifica la unidad interna.
Si Donald Trump
hace lo que prometió a los duros del exilio en La Florida y lo que dice el
programa electoral de los Republicanos, las relaciones con Cuba volverán al
Reaganismo de los años ochenta: Radio Martí y otra propaganda anti-castrista, enfriar
las relaciones diplomáticas y apoyar la oposición cubana dentro y fuera de la
isla – el viejo blueprint de la promoción de la democracia que no ha
funcionado, pero sirve para ganar el apoyo político interno que Trump va a
necesitar. La muerte de Fidel llegó en un momento de grandes incertidumbres
para el futuro del régimen: la crisis existencial de una desgastada y corrupta
revolución Bolivariana en Venezuela cuestiona la supervivencia económica por el
intercambio entre recursos humanos y petróleo (que Cuba revende en el mercado
internacional). La victoria electoral del populista de derechas Donald Trump
podría poner fin a la restauración de relaciones con Estados Unidos que
prometió más recursos económicos, y la posible entrega de poder de Raúl Castro
abrirá una nueva y desconocida fase en la vida política de la isla.
Sin duda, Fidel
ocupará un lugar en la historia de Cuba y del mundo. Su legado póstumo será tan
controvertido como su larga vida: algunos le absolverán, otros no.
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