DON SINDULFO,
Don Sindulfo salió de su disfraz de paraguas,
en el que había llegado al restaurant Rancho Luna, donde estaba citado por el
señor director, para reorganizarse luego de los días perdidos tras el paso del
ciclón Irma, que les había dejado sin energía eléctrica por varios días y
muchas dificultades en las comunicaciones telefónica, entre otras dificultades.
Recién se sentaba, cuando apareció el señor director;
– ¡Don Sindulfo! –Exclamo el director mientras le brindaba su
mano en señal de saludo– Trae usted el seño fruncido… supongo que será por todo
estos sucesos ocurrido con esta Irma que de Dulce no tiene nada.
–Tiene usted algo de razón, esta no tiene nada
que ver con aquella película, Irma la Dulce del 1963, con Jack Lemmon y Shirley
MacLane; acuérdese que aquello gira alrededor de una relación amorosa de un
gendarme y una prostituta pero no es precisamente fruncido, el calificativo de
mi expresión, porque no hay ningún fingimiento, sino de frustración y dolor por
todo este desgraciado paso del ciclón.
– ¡Sí! Ha sido terrible en muchos aspectos,
aunque nosotros en Miami-Dade, no padecimos con tanta fuerza los vientos de
Irma, como en otros lugares.
– ¡Bueno! el ciclón, comparativamente fue
soportable, pero no lo ha sido así, las otra cosas que siguen sucediendo y que
son muy preocupante. Al menos para mí lo es…
– ¿A qué exactamente se refiere usted, don
Sindulfo…?
–Me refiero entre otras cosas, a las
provocaciones coheteriles, de los norcoreanos, ¿Qué se piensa hacer con ellos?
También a los ataques acústicos contra diplomáticos norteamericanos en La
Habana. Lo que en cualquier forma involucra al gobierno de Raúl Castro. A lo
que ocurre en Venezuela, y que hasta ahora no ha sido más que enviar denuncias
que a ellos, los maduristas les importa un bledo. Me preocupa que al final
Trump se parezca demasiado a Obama… menos mal que alguien se ha preocupado en
pedir al Secretario de Estado Rex Tillerson, que expulse a los diplomáticos
cubano y que hasta cierre la embajada cubana en Washington, cosa que no va a
ocurrir, pero al menos, hay quien está pensando en lo que debe hacerse. ¿De qué
ha servido las normalizaciones de las relaciones diplomáticas con el castrismo?
No han cedido un paso, y además se enorgullecen
de no hacerlo. Y no pasa nada. Patean semanalmente en las calles, a los que se manifiestan en su contra… y no
pasa nada…
–Don Sindulfo, usted debe entender que las
acciones oficiales de un gobierno tienen ciertas limitaciones. Hay acciones que
no se deben tomar, aun cuando el hecho lo merezca.
–Si es así, ¿de qué sirve la razón?
–Bueno además de la razón, hay que considerar
lo políticamente correcto, de que tanto se habla.
– ¡O sea,..! Que hay que sacrificar la justicia
por las apariencias.
– ¡Bueno no es tan así...!
–Y entonces… ¿Cómo es?
–Mire don Sindulfo, yo no soy político, ni
diplomático… Yo no puedo decirle lo que hay que hacer.
– ¡No, peor que eso! Es periodista, y tiene tanta
responsabilidad, o más que cualquier otro ciudadano en opinar, porque sus
opiniones provocan apoyo o rechazo, porque la gente lo lee, y muchos creen en
usted, esperan de usted un análisis serio, bueno o deficiente, eso no importa, lo que importa
es que sea honesto y convencido.
– ¡Don Sindulfo! me ataca usted…
–No señor director, lo que ocurre es que yo
también me siento culpable de no ser más coherente. De ver como lo que se
avecina, es extremadamente peligroso y puede ser que llegue el momento en que
ya nada se pueda hacer… entonces no verá fruncido en mi rostro, sino abatimiento
por lo que dejamos de hacer…porque todos somos un poco culpable. Apoyamos a
políticos, que sabemos no son confiables,
porque nos resultan simpáticos, callamos y hasta hacemos campaña por
ellos a sabiendas de que no lo merecen…
–Pero no todo los políticos son así...
– ¡No, claro que no…! yo creo en el sistema,
pero no solo debemos creer, sino que además debemos ser militante en su defensa…
–Cálmese, y pidamos el almuerzo…
–No. Por hoy olvide el almuerzo. Hoy no me apetece.
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