"Una de las estrategias mas efectivas del mal es su capacidad de cambiar constantemente de semblantes..."
Por Luis Leonel León
Un arma muy
poderosa para destruir la institucionalidad y las bases de la sociedad civil es
la implantación de "leyes infames", como denomina el politólogo
boliviano Carlos Sánchez Berzaín, a los macabros instrumentos de apariencia
legal de los regímenes autoritarios
Empiezo recordando una verdad de
Perogrullo en cuya esencia se fundamenta la permanencia de varios gobiernos no
democráticos en Latinoamérica: los regímenes infames no se caracterizan por
crear leyes, sino por destruir la legalidad.
El secuestro de la ley, no exento de
vítores y de masivo fanatismo popular, que en ocasiones transciende las
fronteras nacionales, es la primera acción demoledora de estas dictaduras, y la
vigilarán y alimentarán como la niña sombría de sus ojos. Lo mismo hacen con
los medios de comunicación, la banca nacional y todas las grandes empresas y,
por supuesto, el Poder Legislativo, el Ejército y la Policía (que quedará bajo
la égida de un terrorífico organismo superior: la policía política). Después de
este knockout a la sociedad civil y las instituciones del Estado, lo demás es
seguir el manual para preservar, a como dé lugar, el control del país.
Una de las estrategias más efectivas
del mal es su capacidad de cambiar constantemente de semblante. Los caudillos
de las llamadas dictaduras del siglo XXI han abrazado el poder encaramados en
los andamios del populismo y luego, en vez de cumplir sus promesas,
supuestamente en nombre del pueblo y del bien común, decomisan todos los
poderes públicos, y lo hacen (esa es su máscara y su estocada) como si fuese lo
más legal, justo y necesario del mundo. Muchos, desgraciadamente, le creen, y
los que no, corren el riesgo de ser reprimidos. Así están las cosas en buena
parte de Latinoamérica (y ojo, que sus discípulos no dejan de amenazar a Europa
y cualquier sitio donde las fisuras sociales, culturales, políticas y
económicas le permitan sembrar sus viejas trampas renovadas).
Un arma muy poderosa para destruir la
institucionalidad y las bases de la sociedad civil es la implantación de “leyes
infames”, como denomina el abogado, político y politólogo boliviano Carlos
Sánchez Berzaín, a los macabros instrumentos de apariencia legal, que
emiten los regímenes autoritarios (desde Cuba en 1959 hasta sus actuales
satélites) con el objetivo perpetuarse en el poder.
Se entiende por doctrina el “conjunto
de ideas, enseñanzas u opiniones sostenidas por un autor”. De ahí que con el
concepto de “leyes infames”, podemos sostener que el doctor Berzaín ha fundado
una doctrina jurídica, la doctrina Sánchez Berzaín, que es el desmontaje
conceptual del antifaz democrático de las dictaduras que imperan hoy día en
nuestro hemisferio:
Cuba (germen y capitanía de esta
pandemia, inspirada en sus maestros comunistas de Europa del Este), Venezuela,
Bolivia, Nicaragua y Ecuador (que aunque hoy no pocos sienten que su camino se
va separando de estas dictaduras, aún forma parte del bloque antidemocrático de
las Américas).
Citando al propio Berzaín, recordemos
una realidad: “Hoy hay dos Américas, una dictatorial y otra democrática, y
están naturalmente confrontadas porque la dictatorial agrede permanentemente a
la democrática”.
¿Pero qué es una ley infame? Sánchez
Berzaín (autor de varios libros que desnudan la naturaleza de los regímenes
infames), la define como una “norma que elaborada y establecida, siguiendo el
procedimiento formal para su creación, viola en su objeto y contenido los
derechos humanos y las libertades fundamentales”. Basta ver la triste realidad
de la sociedad civil y el deterioro de las instituciones del Estado en las
naciones antes citadas para comprobar el daño permanente que pueden causar las
leyes infames en todos los sectores y aspectos de la vida.
Según el autor de este concepto, una
ley infame es una “no ley” porque es todo lo contrario al concepto de ley, que
se define como el “precepto dictado por la autoridad competente, en que se
manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los
gobernados”.
De la doctrina Sánchez Berzaín derivan
otros dos elementos, cardinales para la comprensión de la ejecución de estos
métodos antidemocráticos:
Los
“jueces infames”, que define a las autoridades que dictan
fallos y sentencias violando los derechos humanos, o aplicando leyes infames,
que en lugar de proteger los derechos humanos, los violan, ya sea por intereses
políticos o por cualquier forma de influencia indebida, de manera que la
justicia se convierte en instrumento de opresión.
Y los “fallos infames”,
que son resoluciones judiciales, nulas de pleno derecho, por precisamente
violar derechos humanos (descritos en la Declaración Universal) o fundamentales
(que figuran en las constituciones de cada país), y que toda resolución
judicial tiene la obligación de proteger en función de los principios de
igualdad, presunción de inocencia, juez imparcial y debido proceso. En palabras
más cercanas al lenguaje popular cotidiano: se trata de mecanismos verdugos que
terminan desactivando la libertad y la democracia de los pueblos,
sometiéndolos, en un falso y corrompido marco legal, a vivir en dictadura. Esa
es la realidad del bloque antidemocrático de las Américas, las llamadas
dictaduras del siglo XXI (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua), donde
la distorsión de la legalidad democrática es una situación cotidiana.
A partir del concepto de Sánchez
Berzaín, el Interamerican Institute for Democracy (IID) ha encaminado cinco
estudios, cinco libros, cuya finalidad es desmontar las leyes infames en Cuba,
Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. El primero de ellos, "Leyes
infames en Venezuela. Leyes habilitantes: Apariencia de legalidad de una
dictadura", redactado por el abogado venezolano Carlos Ramírez López, ya
ha sido publicado por el IID, cuyo Fondo Editorial supera los 40 títulos en
español e inglés.
¿Quién fue el autor de la primera ley
habilitante en la historia mundial? ¿Cómo y para qué se han aplicado las leyes
infames en Venezuela? ¿Cuáles son, cómo y en qué circunstancias han sido
ejecutadas estas no leyes? ¿Cuáles son sus derivaciones y efectos? Estas y
muchas otras preguntas las responde, con un análisis detallado y elocuente, el
doctor Ramírez López, quien asumió la iniciativa de explorar el fenómeno de las
leyes infames motivado por los ensayos y artículos que sobre este tema ha
venido escribiendo Berzaín.
Carlos Ramírez López, de forma sagaz y
documentada, realiza una exégesis del caso venezolano, pues desde 1999 hasta
2015, primero con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro, en este país se han
impuesto seis leyes habilitantes, así como 313 decretos ley, que han servido
para disfrazar de procesos legales los atropellos de todo tipo de casi dos
décadas de dictadura.
Experto en litigio judicial, profesión
que ha ejercido por más de cuatro décadas, Ramírez López ha realizado estudios
de postgrado en derecho procesal civil, derecho procesal penal, derecho
constitucional y litigio penal internacional, y es autor de "El fruto del
árbol envenenado. La Constituyente como excusa para matar al Estado
Democrático"
(Ed.Palibrio). Su nuevo libro abre un
camino que pide a gritos la continuidad del proyecto en otros países presos del
llamado neocomunismo.
En los años sesenta y hasta la caída
de la URSS y de todo el bloque comunista de Europa del Este, las guerras de
guerrillas en las zonas rurales y la subversión urbana eran mecanismos claves
para desestabilizar, a través del terror, la democracia en las Américas. Pero
en la década de los noventa, ante la impopularidad de la violencia, el
castrismo decidió disfrazarse de legalidad y tomar el poder por vías
simuladamente democráticas. Como sus medios, objetivos y resultados siempre
serán absolutamente nefastos, jamás se arriesgarán a jugar a la verdadera
democracia. De ahí que las leyes infames son su principal látigo, su perpetuo
chantaje, su más grande calabozo. Sánchez Berzaín, director ejecutivo del IID,
y otros intelectuales que forman parte de este tanque de pensamiento con sede
en Miami, han descrito y denunciado los laberintos, intenciones y efectos de
estas leyes infames propias de regímenes infames.
Hoy la comunidad internacional tiene
la obligación no sólo de abrir los ojos ante la existencia de las cientos de
leyes infames que estrangulan a los pueblos de Cuba, Venezuela, Ecuador,
Bolivia y Nicaragua, sino también la responsabilidad de condenar a los
regímenes que con toda impunidad las implantan. Es un imperioso deber moral
ante tantos crímenes de lesa humanidad, encubierto de legitimidad, y de seguir
permitiéndolos, su expansión puede ser algo más que un peligro. No olvidemos
una imprescindible lección de la historia: no prestar atención a una amenaza es
el camino más fácil para convertirnos en su víctima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario