This Day in
Cuban History… “January 2008”
Estimado
amigo/a:
Hace unos años circuló por Miami un
artículo, “He aquí que el profeta habla de los cubanos”. A
continuación, le enviamos el artículo.
Aunque nunca se supo oficialmente su autor,
muchos sospecharon que fue Luis Aguilar León, distinguido profesor y
escritor. Hoy en el aniversario de su muerte lo recordamos
con cariño y aprecio publicando “el profeta”.
Jaime Suchlicki, Director
HE AQUI QUE EL PROFETA HABLA DE LOS CUBANOS
Desde una roca en el puerto, El Profeta
contemplaba la blanca vela de la nave que a su tierra natal habría de
llevarlo. Una mezcla de tristeza y alegría inundaba su
alma. Por nueve años sus sabias y amorosas palabras se
habían derramado sobre la población. Su amor lo ataba a esa
gente. Pero el deber lo llamaba a su
patria. Había llegado la hora de partir. Atenuábase su
melancolía pensando que sus perdurables consejos llenarían el vacío de
su ausencia.
Entonces un político de Elmira se le acercó
y le dijo: Maestro, háblanos de los cubanos.
El profeta recogió en un puño su alba túnica
y dijo:
“Los cubanos están entre vosotros, pero no
son de vosotros. No intentéis conocerlos porque su alma vive
en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de
una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su
llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio
los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos
mismos no se conocen”.
“Nunca subestiméis a los
cubanos. El brazo derecho de San Pedro es un cubano, y el
mejor consejero del Diablo también es cubano. Cuba no ha
dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos pontifican
entres los heréticos, y heretizan entre los santos. Su
espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen en el
catolicismo, en Chango, en la charada, y en los horóscopos al propio
tiempo. Tratan a los dioses de tu y se burlan de los ritos
religiosos. No creen en nadie y creen en todo. Y ni
renuncian a sus ilusiones ni aprenden de las desilusiones”.
“No discutáis con ellos
jamás. Los cubanos nacen con sabiduría
inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No
necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el
pueblo elegido…. de ellos mismos. Y se pasean entre los
demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas”.
“Los cubanos se caracterizan individualmente
por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y
apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio,
y los genios no se llevan bien entre sí. De ahí que reunir a
los cubanos es fácil, unirlos imposible. Un cubano es capaz
de lograr todo en este mundo, menos conseguir el aplauso de otros
cubanos”.
“No les habléis de lógica. La
lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y
desmesurados. Si os invitan a comer, os invitan no al mejor
restaurante del pueblo, sino al mejor restaurante del
mundo. Cuando discuten, no dicen: “No estoy de acuerdo con
usted”, dicen: “Usted está completa y absolutamente
equivocado”. Tienen una tendencia antropofágica: “se la
comió” es una expresión de admiración; “comerse un cable” es señal de
una situación crítica; y llamarle a alguien “comemierda” es su más
usual y lacerante insulto. Tienen, también, voluntad piro
maníaca, ser “la candela” es ser cumbre. Y aman tanto la contradicción
que llaman a las mujeres hermosas “monstruo” y a los eruditos
“bárbaros”, y cuando acceden a un favor no dicen sí, sino dicen “sí,
como que no”.
“Los cubanos intuyen las soluciones aún
antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos “nunca
hay problema”. Cuando visité su isla me admiraba el hecho de
que cualquier cubano sabía cómo liquidar el comunismo, enderezar a la
American Latina, eliminar el hambre en África, y enseñar a los Estados
Unidos a ser potencia mundial. Cuando quise predicarles mis
ideas, empezaron por demostrarme lo que yo tenía que hacer para llegar
a ser un buen predicador. Y se asombran de que los demás no entiendan
cuán sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven
entre ustedes y no acaban de entender por qué ustedes todavía no hablan
español”.
“Había llegado ya la nave al
muelle. Alrededor del Profeta se unía la multitud transida
de dolor. El Profeta tornase hacia ella como queriendo
hablar, pero la emoción le ahogaba la voz. Hubo un largo
minuto de conmovido silencio. Entonces se oyó la imprecación
del timonel de la nave: “Decídase mi hermano, dese un sabanazo y súbase
ya, que ando con el schedule
retrasao”. El Profeta se volvió hacia la multitud, hizo
un gesto de resignación y lentamente abordó la
cubierta. Acto seguido, el timonel cubano puso proa al
horizonte.”
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