sábado, 16 de febrero de 2019

HOWARD SCHULTS ASPIRA A LA CASA BLANCA


Howard Schultz: el cafetero de Starbucks que aspira a la Casa Blanca. El millonario cerebro de la cadena de cafeterías, sopesa ahora presentarse a las elecciones presidenciales de Estados Unidos

PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL


 Howard Schultz, el pasado 28 de enero, en un evento para presentar su libro en Nueva York. JOHANNES EISELE (AFP)

El concepto clave es “mayoría silenciosa”. El primer político que utilizó esa expresión en Estados Unidos fue Richard Nixon, en 1969, para dirigirse a una parte de la población que no participaba en las protestas contra la guerra de Vietnam, no se enfrentaba a la policía y veía desde su sofá el país desgarrado por la polarización política. El concepto ha vuelto al debate esta semana de la mano de Howard Schultz, expresidente de las cafeterías Starbucks. Schultz se quiere presentar como independiente a la Casa Blanca en 2020. Dice que representa a la mayoría silenciosa a la que no le gusta Donald Trump pero considera que los demócratas se han convertido en un partido radical. Sería una candidatura de centro. Solo un lado está preocupado, los demócratas.
Howard Schultz (Nueva York, 1953) pasó su infancia en un piso subvencionado en una urbanización en el límite sureste de Brooklyn, “la última estación del tren L”, cuenta en su reciente libro. “Durante toda mi vida me han atormentado y animado los recuerdos de mi infancia. En mi padre vi lo que le puede pasar a la vida de una persona cuando se le despoja de dignidad. De mi madre aprendí que esa última parada de tren no iba a ser la última parada de mi vida”. A los 65 años, es multimillonario. Forbes calcula su fortuna en 3.400 millones de dólares (2.956 millones de euros). Su nombre quizá no es conocido en todo el mundo, pero su creación sí. Es el hombre que construyó el imperio Starbucks.

La historia es digna del mejor libro de superación personal. Entró en la compañía en 1982. Era una empresa que servía café a hoteles y bares. Ante las reticencias de la empresa para dar luz verde a sus planes —quería trasladar a Estados Unidos el concepto de cafetería como sitio de estar y quedar, como había visto en Italia— abandonó la firma. Fundó su propia cafetería y empezó a abrir locales. En 1987, su empresa absorbió Starbucks. Tenían entonces 17 locales. Tres décadas después, Starbucks posee 28.000 cafeterías en 77 países y vale 78.000 millones de dólares . Por el camino, además, Schultz abandonó la compañía durante ocho años para luego volver y reinventarla de nuevo, al estilo Steve Jobs.
Ha escrito varios libros en los que comparte sus experiencias en Starbucks a modo de charla motivacional. El último, que ha sido entendido como una declaración de principios para sustentar su candidatura a presidente, se titula From the ground up. En él, explica cómo fue de la mano de su madre a ver a John F. Kennedy haciendo campaña en 1960 en Nueva York. “Ella no tenía por qué llevarme ese día. Era una carga. Pero me gusta pensar que fue su manera de enseñarme su deseo de creer en las promesas no cumplidas de nuestro país, y en las posibilidades que eso le daba a su hijo”.
En el libro desgrana sus opiniones sobre episodios políticos más recientes. En 2011, los republicanos negaron al presidente Barack Obama la ampliación de gasto necesaria para mantener el Gobierno funcionando. Schultz parece culpar a las dos partes por igual de no ser capaces de lograr un acuerdo. “Nuestros cargos electos estaban poniendo los intereses de sus partidos respectivos por encima de los intereses del país, no estaban haciendo su trabajo”, escribe. “Ver un liderazgo tan irresponsable desde mi sofá, paralizado, me hizo sentir tan triste e impotente como cuando era niño y oía a mis padres pelearse por dinero”.
La historia demuestra que una candidatura independiente tiende a dividir el voto del lado del que se percibe como más cercana. Jill Stein, del Green Party, se llevó decenas de miles de votos de izquierda en los Estados que acabaron por decidir la presidencia para Trump en 2016. El abanderado de los derechos de los consumidores, Ralph Nader, debilitó la candidatura de Al Gore en 2000. El caso más citado suele ser el de Ross Perot, el empresario que dividió el voto republicano en 1992. George H. W. Bush perdió la reelección contra Bill Clinton en una campaña en la que tenía todo a su favor. Schultz ignora todos los precedentes que indican que su candidatura “de centro” con toda probabilidad ayudará a la reelección de Donald Trump.
Al menos otros dos multimillonarios demócratas han renunciado a sus planes de presentarse. El inversor californiano Tom Steyer, el mayor donante privado del Partido Demócrata, estuvo jugando con la idea de presentarse él mismo si el partido no era lo bastante progresista. Finalmente decidió que no se presentará y que ayudará con al menos 40 millones de dólares para su objetivo de conseguir el impeachment de Trump. El exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, exrepublicano que ahora es uno de los mayores donantes demócratas, aclaró esta semana que si decide presentarse lo hará dentro de las primarias de ese partido, no como independiente. Bloomberg, de perfil político muy parecido al de Schultz, le advirtió sin nombrarle de que no se presente como independiente: no tiene ninguna posibilidad de ganar y el riesgo es muy alto.
Discurso familiar
El discurso de Schultz, más educado que el de Trump, suena sin embargo inquietantemente familiar. El sistema político está roto, dice. Los partidos no consiguen hacer nada. Se presenta “bajo una sola bandera, la bandera americana”. Lo hace porque le preocupa “la gente que se está quedando atrás”. Schultz se considera demócrata, pero se opone a la actual agenda del partido. Rechaza el impuesto del 70% a las grandes fortunas que se está abriendo paso en el debate interno. Se opone a que haya un sistema público de sanidad para todos o que se utilice dinero público para subvencionar la educación superior. El choque con las ideas que se están cociendo en el Partido Demócrata es inevitable, dice, por eso solo se plantea presentarse como independiente. “Yo me he hecho a mí mismo”, dijo esta semana. “Salí de las casas subvencionadas y aproveché las oportunidades de este país. Soy una prueba viviente del sueño americano”.
No está claro cuánto habrá que esperar para ver si Schultz se presenta definitivamente. Lo que parece claro es que la amenaza no va a desaparecer pronto. The Washington Post contaba el pasado martes que Schultz lleva meses preparando el terreno. Ha encargado hasta seis encuestas. El tour de promoción de su libro le va a servir para probarse ante el público por todo el país. Esta gira hizo parada el pasado jueves en un teatro de Seattle, la ciudad que vio nacer Starbucks. En el exterior, unas decenas de manifestantes protestaban contra Schultz por querer presentarse. “No seguiría adelante de ninguna manera si pensara que puedo incitar a la gente a reelegir a Donald Trump”, se defendió él.
“Ver el mundo no como era, sino como podía ser. Esto se convirtió en una manera de vivir”, dice Schultz. La decisión que tome será después de meses distrayendo el debate de los otros candidatos demócratas. Entre los manifestantes de Seattle, uno llevaba un cartel con un vaso de Starbucks en que decía: “Grande ego. Venti [la mayor medida de los vasos de Starbucks] mistake” (algo así como "Grande ego. Gran error").





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