Soy muy cuidadoso
al hablar del Cardenal Ortega, no le conocí, nunca lo vi ni de cerca. Así que escucho y
leo tus comentarios y los tomo de alguien, que si le conoció. Igual escucho a
otros quienes le conocieron y que piensan que estaba obsesionado con que la
Iglesia no pereciera o despareciera de nuestra patria.
Hubo declaraciones
de importancia y con valor y hubo metidas de pata, porque según fue
tomando importancia, significación, y presencia en el drama cubano, el
pecado terrible de la vanidad hizo mella en su espíritu. Por ello; es
quizás necesario esperar unos años para juzgarlo debidamente.
Lo que no es óbice para que quienes le conocieron expongan su criterio. Cuba es una
pequeña Islita, de poca importancia económica, y mucho ruido politico.
Su valor
"estratégico" quedó atrás a partir del uso masivo del avión y las
comunicaciones transcontinentales, inmediatas y veloces. Ya no es la
"llave del Caribe", solo un obstáculo en el transporte entre Norte y
Sur América.
Pero los cubanos
tenemos la garganta poderosa y ¡cómo hablamos! ¡Cómo gritamos!
Un excelente
analista político, concluyó en una privada conversación en un Canal de TV,
mientras hablamos, tomando café, en el salón de espera al plató: "los
cubanos son más importantes e interesantes que Cuba". Realmente no sé si
él lo dijo o yo se lo demostré. Cuba ha perdido
poco a poco su valor, ya no es la madre de las revoluciones, ni de las
insurrecciones, se acabaron los Che y la posibilidad de ir a combatir en
África, o ser rector de los grupos insurgentes. Hasta Evo se considera más
importante que Raúl.
No siguiera es la
rectora de la ideología de la izquierda latinoamericana. Ni la azucarera del
mundo y ni sus tabacos son los mejores. Y hay 20 rones mejores que los cubanos. Cuba tendrá su
acto final el día que muera Fidel y los viejos, asmáticos y suspirantes amigos,
se reúnan por última vez en su funeral.
A partir de ese
día de Cuba solo se hablará en pasado.
Menos nosotros,
porque los que no se acabarán serán los cubanos. Seguiremos
hablando y dando de qué hablar. Con reinas, princesas, y hasta presidentes y
altos dignatarios en remotos países. Como los judíos. Somos los judíos
del presente y del futuro.
Todos hablamos de
la chochocracia. Pero cuando se acabe, también los opositores históricos
habremos acabado y otros cubanos, sin huellas en la espalda de bayonetas,
ni el alma amargada por el largo exilio, ni marcados por la división
funesta, artificialmente creada por la monarquía de los castro, hablarán del
hogar nacional, como una Jerusalén caribeña.
Saludos Raúl.
No hay comentarios:
Publicar un comentario