¿QUÉ VOLÁ; NAVIDÁ? –DE PLATÓN Y LOS EVANGELIOS A KANT–
En un reciente y seminal artículo el periodista deontológico Pedro Corzo
nos recordaba la distorsión del lenguaje en estas décadas de involución
castrista. Esto fue comprobado en mi última visita al supermercado en boca de unos cubanoides recién llegados que rompían a
mi lado el celofán virginal del primer turrón. Pero, no todo está perdido el
gran regalo navideño del papa Juan Pablo II –paradójicamente, el sepulturero
del comunismo europeo– al pueblo de Cuba, fue la recuperación del léxico cubano con el feriado del 25 de
diciembre que persistirá por omnia
saecula saeculorum.
La Natividad comienza hoy día 25 de diciembre por ochos días hasta el
primero de enero. "Técnicamente" en la liturgia es el octavario de Navidad
que recuerda el mayor, el mejor, el súper de los misterios de la Fe. Sin la
Natividad no hubiera habido redención ni Resurrección. Lo que tuvimos hasta hoy
fue el Aviento o Advenimiento, la preparación con anuncios televisivos a granel
para una cena analfabeta y lechonesca, muy alejada de la primitiva tradición
cristiana.
Es entonces cuando el Primer Principio, El Único; el One; el Bien Absoluto
y otros nombres que dieron Platon y otros filósofos y esotéricos a lo intangible
se convierte en una bolita de carne, "flesh", en un establo judío.
Diecisiete siglos después de los evangelios, Emmanuel Kant ese coloso de la
filosofía insiste en el nuomenon; esa
complicada realidad ontológica que con certeza existe, pero que no se puede objetivizar, demostrar.
Navidad: el nuomeno o nomeno se convirtió en fenuomeno, fenómeno. Y ese milagro portentoso no es para los
religiosos, sino para todos los hombres de buena voluntad.
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