sábado, 25 de marzo de 2017

EL FINAL DE UNA PRISION POLITICA


 "Alli conoci, de testimonios directos, historias horripilantes..."             

Por: Angel Cuadra


     El presidio político cubano (digámosle convencional o histórico)  en esta  etapa del gobierno castro comunista, entre otras cosas, se ha caracterizado por la masividad, la prolongación en el tiempo y la crueldad.
    El Instituto de la Memoria Cubana contra el Totalitarismo, con el  apoyo de varias  organizaciones de expresos políticos, en una amplia cena, rememora el hecho histórico de cumplirse 50  años del cierre del conocido Presidio  Modelo, vieja prisión construida durante el gobierno de Gerardo Machado, en una pequeña isla al sur de la provincia de La Habana,  El gobierno castro comunista concentró allí a miles de cubanos que, desde sus inicios hicieron oposición a dicho gobierno, en pro de la libertad y la democracia para Cuba… Las torturas y presiones inhumanas, incluso psicológicas, puestas en práctica en aquel  lugar,  tenían por objetivo doblegar la dignidad y concepciones ideológicas de aquellos hombres.  Al no lograr esos objetivos, ante la resistencia estoica de los presos, el gobierno optó por cerrar aquel centro penitenciario, Lo cual hizo en marzo de 1967. Y retornó a dichos presos a las prisiones de sus respectivas provincias. Aunque un gran número de ellos fueron instalados en las galeras de la colonial fortaleza de La Cabaña.  

   Yo no estuve en el presidio de Isla de Pinos, puesto que fui arrestado en abril de l967,  pero en La Cabaña, al negarme a ciertos planes del gobierno, fui enviado a las galeras donde  estaban los presos traídos de Isla de Pinos; hombres y patriotas, y  veteranos ya curtidos en la resistencia heroica durante siete años de dura prisión. Allí conocí, de testimonios directos, historias horripilantes y de heroica resistencia, de aquellos hombres que formaban el llamado presidio  político, convencional o histórico, a cuya suerte me sumaba yo ahora¸ para un camino largo
  Allí supe de la muerte de alrededor de 20 presos, en diferentes formas de asesinarlos, ya por disparos de los guardias, ya por heridas de bayonetas en los campos de trabajos Forzado, ya dejándolos morir en las huelgas de hambre, de los heridos cuando retornaban a las circulares en la tarde de regreso del  plan de trabajos al que eran obligados, bajo el acoso de los guardias que los apuraban a punta de bayoneta; del castigo para los que se negaban al trabajo, lanzándolos al estanque a donde iban a parar las aguas albañales de todos los servicios sanitarios de aquella prisión y, sobre todo, verles las cicatrices  de las heridas recibidas  en aquel infierno, y las que llevarían como testimonio en sus cuerpos para toda  la vida… Así  incorporé a mi inexperiencia las experiencias de aquellos héroes: yo era ya uno más de aquel contingente de luchadores  en el silencio, en el mundo, entonces nadie nos escuchaba.

   Sin embargo, aquella lucha no se hacía sólo por los que estábamos  en las prisiones, sino también los cubanos desafectos de la dictadura que la padecían en todo el país, y también por los miles y miles de cubanos que sufrían el destierro en tantas partes del mundo. Era una lucha por la dignidad, por las razones de los “vencidos” frente a una tiranía. Y entonces escribí un poema (era también otra arma de aquella lucha, única que podía aportar) en aquel submundo y que titulé “CANCION DEL PRESIDIO POLITICO”:
Qué remoto en la noche el paso de la vida:
sus arterias azules allá lejos.
Algo se va muriendo gota sobre el limo del  tiempo.
Así, callados, como  tibio estanque de cera,
vamos  edificando la gloria hueso a hueso.
(Afuera el pueblo suda sus dolores:
Sobre asfaltos de roña va un hombre sonriendo)

El aire es sucio, aquí vomita el odio
su fetidez y su color de infierno.
(En otras tierras cruza un hombre  amargo;
Dobla la frente  y domestica el pecho)

 Pero aquí, llaga a llaga, aquí   en triunfante muerte,
Mordidos por verdugos y por hierros;
aquí por el que araña la mueca del asfalto
y el que arruga distancias sin sabernos,
aquí estamos labrando a roca y sangre
la dignidad unánime del pueblo.

       (Nota: Este poema fue traducido a otros idiomas; publicado en mi libro “La voz inevitable”, y leído  en la Casa Blanca, en el período presidencial de George W. Busch,  en una invitación que se hizo a un buen número de exiliados cubanos con motivo de una fecha patriótica de la historia de Cuba.

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