jueves, 7 de septiembre de 2017

NUEVA "NORMALIDAD" LAS RELACIONES CUBA ESTADOS UNIDOS


"Los ataques comenzaron inmediatamente despues de las elecciones..."



         Los diagnósticos de lo ocurrido a sus diplomáticos –según la declaración oficial de la Asociación del Servicio Exterior de Estados Unidos (AFSA) –, “incluye lesiones cerebrales traumáticas leves y pérdida permanente de la audición, con síntomas adicionales como pérdida del equilibrio, jaquecas severas, brechas cognitivas e inflamación del cerebro”.
        AFSA, al parecer incómoda por el silencio oficial guardado respecto a la salud de sus miembros, expresó preocupación por los ataques de “hostigamiento sónico” reportados contra personal diplomático estadounidense y sus familiares en la Embajada de EE.UU. en La Habana.
          Pero no solo fue afectado el personal estadounidense. Cinco diplomáticos de Canadá también fueron víctimas del “hostigamiento sónico” al que se refiere AFSA.
           Los ataques comenzaron inmediatamente después de las elecciones de noviembre de 2016 y el más reciente tuvo lugar este mes de agosto. La única reacción de la Administración Trump ha sido la expulsión –sin mucho ruido– de dos personas acreditadas como diplomáticos cubanos en Washington. 
            El Departamento de Estado, de Rex Tillerson y Thomas A. Shannon Jr, evitó la discusión pública sobre el tema hasta que la prensa lo sacó a la luz. Desde entonces ha exonerado al gobierno cubano de la responsabilidad por lo sucedido dando credibilidad a la fantasía de que los ataques pudieran ser originados por alguien ajeno al gobierno anfitrión de esa sede diplomática.
           “Las autoridades cubanas son las responsables de descubrir quién realiza estos ataques de salud” dijo el Secretario de Estado Tillerson.  Patético. En otras palabras: se encarga al ladrón averiguar quien realizó el robo.
           Un conjunto de factores inapelables hace trizas la tesis de un tercer actor. Estos funcionarios están sometidos a una vigilancia integral las 24 horas de cada uno de los 7 días de la semana. Eso supone –entre otras cosas– micrófonos ocultos, teléfonos pinchados, de uno a tres carros de seguimiento asignados a cada uno de ellos y puntos fijos de observación de sus viviendas ubicados en edificios cercanos. Sus casas son propiedad del estado cubano. El personal cubano que labora en la embajada y las casas de los diplomáticos los suministra una agencia del gobierno cubano.
           En esas circunstancias es imposible que alguien realizara esa “hostigamiento sónico” contra numerosas viviendas sin ser detectado por las brigadas de chequeo del G-2. También es imposible que los operadores de los equipos de ultrasonido no se hayan percatado a lo largo de casi 9 meses de que estaban causando daño físico a esos funcionarios, sus esposas e hijos. Tillerson y Shannon lo saben. Entonces, ¿por qué dar cauce a la fantasiosa versión suministrada por el gobierno cubano de que algún actor ajeno a ellos fue el responsable de esta canallada? ¿Por qué aceptar estas agresiones como algo “normal” en lo que puede seguirse incurriendo sin graves consecuencias?
          Espiar lo que hacen y dicen diplomáticos de una potencia extranjera hostil es una práctica universal de larga data. Hacerlo empleando técnicas que pongan en riesgo su integridad física no lo es. Mirar a otro lado o dar un ligero responso a los culpables de que estas cosas sucedan traerá malas consecuencias.
          Hoy son “hostigamientos sónicos”, mañana serán accidentes automovilísticos, asaltos por “delincuentes comunes” y otras truculentas medidas que son la especialidad de estos cuerpos policiacos entrenados por la KGB y la Stassi.
            Si el Secretario de Estado Rex Tillerson ignora la realidad cubana y es el Sub Secretario Thomas Shannon quien en realidad dirige la política latinoamericana del Departamento de Estado, entonces la Casa Blanca, la CIA y el Congreso de Estados Unidos deberían tomar carta en este asunto. 
          Si lo sucedido viene a constituirse en la “nueva normalidad” otras familias americanas van a lamentarlo en el futuro. Este es un miope y peligroso acomodo con los cuerpos de contraespionaje cubanos propiciado una vez más por los ideólogos del apaciguamiento que aun cohabitan el edificio de la Secretaria de Estado en Foggy Bottom. 

Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC)


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