"LA HISTORIA DE LA BRIGADA ES MUY RICA EN ACONTECIMIENTOS, CONTRADICCIONES Y HEROISMO..."
Por Pedro Corzo.
En esta columna dedicada a un nuevo aniversario de la
Brigada expedicionaria 2506 más que la conmemoración de una acción
militar contra una dictadura, se evoca la concreción de un compromiso de
cientos de cubanos que abandonaron su país para enrolarse en una misión en la
que arriesgaban la vida, con la sola ambición de derrocar un régimen contrario
a las convicciones democráticas que les alentaban.
Más de un combatiente de la Brigada ha expresado
públicamente que nunca ha dejado de lacerarles el haber combatido contra
compatriotas, pero que era inevitable si se quería derrocar un régimen
violatorio de la dignidad de todos los cubanos.
Fueron hombres que no buscaban una vida mejor, no
ambicionaban mejoras económicas o el disfrute de las libertades perdidas en
suelo extranjero. Viajaron para prepararse militarmente, al igual que hicieron
otros antes y después, que solo abandonaron las costas cubanas para regresar a
ellas a combatir la dictadura.
La historia de la Brigada es muy rica en
acontecimientos, contradicciones y heroísmo. Se ha escrito mucho, se han hecho
documentales y sesudos analistas de diferentes nacionalidades e ideas políticas
han sacado sus conclusiones, pero esta nota solo pretende destacar la
valentía y el sentido del deber de los hombres que dejaron estudios, familia y
trabajo, para cumplir con sus obligaciones.
Arribaron a Estados Unidos por diferentes vías y
momentos. Algunos viajaron a México. Estaban dispuestos a cumplir la
asignación que fuera más útil para la causa que enarbolaban y todos, más allá
de antiguos militancias políticas, aceptaron el reto de unirse en la acción
para ser más efectivos en el combate.
La vanguardia partió de Miami para la isla de Useppa,
donde fue entrenada en diferentes disciplinas, entre ellos estaba Carlos
Rodríguez Santana, "Carlay", que después de luchar fieramente en la
clandestinidad contra la dictadura, dejó Cuba para incorporarse a la
expedición y combatir en la isla, sueño truncado por su temprana muerte durante
los entrenamientos en las montañas de Guatemala, lo que motivó a la Brigada
adoptar su número de serie como identificación.
Se prepararon en diferentes países y también en
Estados Unidos. Sintieron el cambio de estrategia. Vivieron el nuevo
ordenamiento en los campamentos. Se hicieron paracaidistas, hombres ranas,
tanquistas, infantes de marina, se especializaron en acciones comandos para
ingresar a su país clandestinamente, varios fueron fusilados, entre ellos Manuel
Blanco Navarro, y otros cumplieron largos años de prisión, como Emilio
Martínez Venegas y Jorge Gutiérrez Izaguirre. Todos ellos integraron los
equipos de infiltración que ingresaron a Cuba clandestinamente para respaldar
la resistencia clandestina y los grupos guerrilleros que operaban en toda la
Isla.
Tripularon aviones para combatir en el cielo cubano.
Cayeron en el mar como los pilotos José Crespo y Lorenzo Pérez Lorenzo, o
derribados por fuego enemigo como el estadounidenses Thomas W. Ray
o el cubano Osvaldo Piedra.
Muchos fueron encarcelados. Algunos cayeron ante
el paredón de fusilamiento. Otros fallecieron en el golfo. Nueve murieron por
asfixia en una rastra que Osmany Cienfuegos ordenó atestar con los
detenidos.
Vivida la dura experiencia, el compromiso de seguir
luchando se ratificó, y se extendió a combatir el castro comunismo en cualquier
lugar del mundo.
Idea que ha nutrido a muchos de ellos por años.
Colaborar o trabajar con dependencias gubernamentales estadounidenses no los
convirtió en servidores.
Lo que hicieron fue consecuencia de una toma de
conciencia de que los intereses del castrismo deben ser enfrentados donde lo
determinen las circunstancias, y en la confianza de que la colaboración
prestada, fuera reciprocada por Estados Unidos facilitándole condiciones
y recursos para enfrentar el totalitarismo en su patria.
Roberto Pichardo, Juan Tamayo y Juan Carlos
Perón, fueron algunos de los muchos brigadistas que integraron las
unidades de la marina, infantería y fuerza aérea que lucharon en el Congo
contra la cuadrilla castrista que dirigía Ernesto Guevara. En el país africano
murió entre otros el piloto Fausto Gómez.
Efectivos de la Brigada también se sumaron a la lucha
contra los mercenarios que el castrismo envió a Angola. Pilotos y veteranos de
infantería entrenaron efectivos de unidades del Frente de Liberación
Nacional de Angola, gesta descrita en el libro “Cubanos combatiendo el
comunismo en África”.
En Vietnam, en la lucha contra el comunismo, también
participaron brigadistas, algunos perdieron la vida, entre ellos Irenaldo
Padrón y Félix Sosa Camejo. América Latina fue otro escenario en el que
demócratas cubanos enfrentaron la subversión castrista, allí estuvieron, entre
otros, Félix Rodríguez y el capitán Eduardo Barea.
Cierto que se aliaron a una nación extranjera, Estados
Unidos, país que los armó, entrenó y facilitó recursos para el combate.
Fue una alianza de mutua conveniencia que nunca afectó su cubanía, tan cierta
como la de las palmas, muy al contrario de la que hicieron Fidel y Raúl Castro
que convirtieron a Cuba en el portaviones de la Unión Soviética en
el hemisferio.
Aquellos hombres buscaban un aliado, no un amo,
y aunque los laureles no cubrieron sus frentes, cumplieron con el
deber, porque siempre tuvieron conciencia que si importante es la victorias,
en mucho más trascendente honrar los compromisos.
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